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El líder de la ultraderecha austríaca, Herbert Kickl, ha prometido una «nueva era» para la república alpina y expresado su deseo de encabezar el próximo Ejecutivo federal tras negociar con los hasta ahora gobernantes conservadores un acuerdo de coalición. En el caso de que el ... Partido Popular Austríaco (OEVP) no se avenga a conversar, Kickl, presidente del Partido Liberal Austríaco (FPOE), amenazó con forzar nuevas elecciones y se mostró seguro de que su formación volvería a ser la más votada.
Un día después de que el presidente de Austria, Alexander van der Bellen, le encomendara la tarea de formar un nuevo Gobierno y tras meses de sufrir el aislamiento de los restantes partidos con representación parlamentaria, empeñados en mantener en pie el cortafuegos para marginar del poder a la ultraderecha, Kickl se mostró conciliador y dijo tender la mano al nuevo líder conservador, Christian Stocker.
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«No me resulta fácil», reconoció el jefe del FPOE, ya que Stocker le ha criticado con suma dureza. «Necesitamos un socio en el que creer y confiar», dijo Kickl con la vista puesta en los conservadores en una intervención ante la prensa, donde no se permitieron preguntas, en la que aseguró que su objetivo es «gobernar Austria de manera honrada».
El fin del aislamiento de Kickl y del cortafuegos para marginar al FPOE se produjo este fin de semana cuando el OEVP anunció la ruptura de las negociaciones para una alianza de gobierno con el Partido Socialdemócrata Austríaco (SPOE) y los liberales de NEOS. El hasta ahora primer ministro, el popular Karl Nehammer, comunicó además su dimisión como canciller federal y su retirada inmediata como líder de los conservadores. Van der Bellen no tuvo otra opción que llamar a consultas a Kick. Tras la dimisión de Nehammer los conservadores se han abierto a dialogar con la ultraderecha por «responsabilidad de Estado».
Kickl recordó lo sucedido desde los comicios generales del pasado 29 de septiembre, en los que el FPOE fue el partido más votado. «Algunos intentaron dar la vuelta al resultado electoral, ponerlo patas arriba, reinterpretar la voluntad de los votantes y construir un Gobierno de los perdedores de las elecciones». También recordó, no sin satisfacción, que había dicho «desde el principio» que «ese planteamiento era un experimento irresponsable» que fracasaría. Tras señalar que «lo cómodo» habría sido forzar unas nuevas elecciones, Kickl destacó que ha preferido optar por «asumir responsabilidad política de Estado», que espera ver también en los conservadores. «De lo contrario habrá nuevas elecciones. Estamos preparados para ello», afirmó.
El giro político en Austria, donde se perfila que el próximo canciller federal será por primera vez en la historia el líder de un partido fundado por nazis y cuyo primer presidente fue un general de las temidas SS, ha causado un pequeño terremoto en tierras germanas, donde aún se mantiene en pie el cortafuegos que aísla a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), sobre todo ante los comicios anticipados que se celebrarán el 23 de febrero.
«Ese desarrollo no es nada bueno», reconoció escuetamente al comentar los acontecimientos en la vecina Austria Markus Söder, primer ministro de Baviera y presidente de la conservadora Unión Socialcristiana (CSU). Söder no quiso valorar, sin embargo, públicamente que sus colegas del OEVP se avengan ahora a negociar con la ultraderecha y rebajarse incluso a ser su socio menor en un futuro Gobierno.
Para los conservadores bávaros, pero también para sus hermanos mayores de la Unión Cristianodemócrata (CDU), se trata de un error fatal. Los socialcristianos bávaros han estudiado atentamente el coqueteo de otros partidos conservadores europeos con las fuerzas de ultraderecha de sus países y llegado a la conclusión de que en la mayoría de las ocasiones acaban siendo superados o incluso devorados por los extremistas, como ha sucedido en Italia, Holanda o Francia.
Lo sucedido en Viena ha disparado todas las alarmas entre los conservadores alemanes, que, aunque son claros favoritos para ganar las elecciones del mes próximo, saben que AfD se encuentra al alza y será con seguridad la segunda fuerza más votada.
Alice Weidel, presidenta de la abiertamente xenófoba Alternativa para Alemania, recibió jubilosa la noticia de los acontecimientos en Austria. El cortafuegos contra su partido acabará derrumbándose, dijo Weidel. Los electores «no quieren coaliciones en las que den la nota de nuevo los partidos de izquierda cuando existe ya una mayoría burguesa formada por los partidos de la Unión y AfD».
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