diana martínez
Martes, 31 de enero 2023, 16:11
«No me di cuenta de inmediato que era mi padre, porque estaba cubierto de sangre y tenía la cara torcida. Lo reconocí por su sonrisa, y luego por sus manos». Son palabras de Sabina Dorosh, cuyos progenitores se encontraban en el complejo de edificios ... bombardeado por Rusia en Dnipró hace poco más de una semana. La guerra provoca dolor, rabia y muerte. Los misiles causan terror inmediato, pero estas sensaciones y sentimientos perduran más allá de su estallido.
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Este ataque aéreo, uno de tantos, destruyó más de setenta apartamentos que no solo albergaban a residentes locales. También a muchos desplazados que había huido del horror de la batalla en otras regiones. El proyectil ruso Kh-22 se encargó de sembrar el pánico en la localidad. Medio centenar de civiles perdieron la vida. Algunas víctimas resultaron incineradas, desmembradas y otras quedaron totalmente sin posibilidad de ser identificadas.
Sabina tuvo suerte. Aunque sus padres vivían en el complejo que se convirtió en el objetivo del Kremlin, milagrosamente lograron sobrevivir pese a las lesiones que sufrieron. «Después de la gran explosión no lo creíamos posible», recuerda la mujer con lágrimas y el corazón en un puño. Su madre, gravemente herida, trataba de pedir ayuda desde la ventana. Fue trasladada al hospital, donde la ingresaron en la UCI. Los equipos de rescate hallaron al progenitor bajo los escombros «dos o tres horas después». Ya en el centro médico le realizaron una transfusión de sangre. «La primera noche estuvo conectado a un ventilador porque no podía respirar por sí mismo. Los médicos no dieron ningún pronóstico reconfortante, aunque al día siguiente empezó a respirar solo», relata.
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Durante la guerra todo puede cambiar en un minuto. Para bien o para mal. A pesar de las desfavorables circunstancias, a Katerina Zelenska le sonrió la fortuna. En las labores de rescate se establecen momentos de silencio por si se escuchan gemidos o algún otro ruido entre los escombros que pudieran llevar hasta supervivientes. Gracias a ello, pudieron oír a la joven de 27 años en este edificio completamente arrasado de Dnipró. La mujer llegó a permanecer hasta «veinte horas» bajo los restos de su apartamento, con hipotermia, cuenta su amiga Natalia Tkachenko al diario 'Pravda'. Svetlana, por el contrario, no tuvo tanta suerte y perdió a sus padres. La familia está consumida por «tanto dolor».
A casi un año del estallido de la guerra, el sufrimiento y la muerte no hacen más que aumentar. Y los que más padecen las consecuencias de la contienda son los civiles, más concretamente los niños. Según la Oficina del Fiscal General de Ucrania, la invasión se ha cobrado la vida de 459 menores y ha dejado heridos a 916.
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Reconstruir Ucrania supondrá un coste de lo más elevado. A finales del pasado ejercicio el montante ascendía a unos 700.000 millones de euros, según el Gobierno de Volodímir Zelenski. Pero los continuos ataques rusos, que destruyen más edificios, empequeñecerán esa cifra con el paso del tiempo. Esta misma semana, la Escuela de Economía de Kiev (KSE) hizo públicos los datos de su proyecto 'Rusia pagará'. En ellos se especifica que, del montante total, la cantidad de daños a la infraestructura (carreteras, red de agua, saneamiento, tendido eléctrico...) se estima en 127.000 millones de euros a diciembre de 2022.
En el último año casi 150.000 edificios residenciales han sido parcial o totalmente destruidos. Su restauración se estima en unos 50.000 millones de euros, valora la KSE. Mientras, en el ámbito educativo, el coste asciende a 370.000 millones. Como resultado de las hostilidades, más de 3.000 instituciones dedicadas a la enseñanza han sido totalmente arrasadas, denuncia la ONG Save the Children.
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Recolectar la suma para la reconstrucción de Ucrania no será tarea sencilla. Pero Bruselas está en ello. Según Bloomberg, el servicio legal del Consejo de la UE estudia una forma de destinar a tal fin 33.800 millones de euros de los activos congelados del Banco Central de Rusia. Un plan controvertido que aún se está refinando, señala la Comisión Europea. La misma fuente afirma también que el Fondo Monetario Internacional explora un paquete de ayuda por valor de casi 15 millones para ayudar a cubrir las necesidades del país.
Otra manera de recaudar fondos es mediante la inclusión –ya realizada–, por parte de la Unesco, de la localidad portuaria de Odesa en su lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad para «reconocer su valor universal». La entidad resalta que este estatus da a Kiev la oportunidad de «solicitar ayuda financiera y técnica a nivel internacional para lograr la protección y restauración adecuada, especialmente en caso de que la ciudad resulte dañada».
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Pero no solo Odesa requerirá un lavado de cara. A lo largo del año múltiples ciudades se han visto devastadas por los horrores de la guerra. El peor escenario en estos momentos se puede observar en Soledar –ya en control del Kremlin– y Bajmut, que en las últimas semanas se han convertido en el epicentro de intensos combates entre las tropas ucranianas y rusas. Éstas cuentan especialmente con una mayor presencia de los mercenarios del grupo Wagner. De hecho, según la Inteligencia británica, al menos 50.000 efectivos se encuentran en Ucrania.
Ahora Moscú aumenta la presión en Bajmut. Según los datos ofrecidos por la viceministra de Defensa ucraniana, Ganna Maliar, los invasores están enviando un número significativo de efectivos, armas y equipo militar a la batalla, tratando de «romper la defensa de nuestras tropas». De esa manera, en el Donbás, «frente a su ventaja en el número de combatientes y armas, la nuestra es la profesionalidad del mando militar y el coraje de los soldados», admitió, orgullosa de la valentía de su Ejército.
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Se prevén largos y duros combates. Ucrania, no obstante, «ya ha pasado lo peor», afirma Mikola Sungurovskii, director de programas militares del Centro Razumkov, que acoge a un grupo de expertos de políticas públicas no gubernamentales del país invadido. «Ha tenido tiempo de endurecerse. Y teniendo en cuenta la experiencia adquirida y esos temores que ya se han asentado y no afectan tanto a la psique como en la etapa inicial, creo que la población civil logrará sobrevivir y las tropas tendrán que esforzarse», apunta el experto militar al diario ucraniano 'New Voices'.
Los invasores ya han tomado Soledar –sin valor estratégico, según Kiev–. Si logran hacerse con el control de Bajmut, «tampoco afectará al curso de la guerra», mantiene Sungurovskii. «Esto puede afectar a la moral dentro de la Federación Rusa, que finalmente habría obtenido al menos algún tipo de victoria, pero nada más», mantiene.
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