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óscar b. de otálora
Jueves, 26 de enero 2023, 02:15
A punto de cumplirse un año de la invasión de Ucrania, una de las enseñanzas de la guerra ha sido la incapacidad de Rusia para desarrollar una guerra con tanques. Según los expertos, la forma en la que Moscú ha empleado sus carros blindados es ... un manual de libro de lo que conduce a la destrucción de sus unidades acorazadas. La enseñanza para los refuerzos que Europa y Estados Unidos van a enviar a Ucrania con los Leopard o los Abrams es clara: hacer lo contrario de lo que ha hecho el enemigo.
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Un tanque es uno de los elementos más poderosos y a la vez más vulnerables del campo de batalla. Su blindaje y su capacidad de destrucción le convierten en un elemento clave para la conquista del terreno. Pero sus necesidades de combustible y repuestos, además de su vulnerabilidad a todo tipo de artefactos explosivos, lo convierten en uno de los puntos débiles del esfuerzo de batalla. Por ello, por ejemplo, lo más habitual es que un blindado luche rodeado de soldados a pie dispuestos a protegerlo. El hecho de que los comandantes rusos hayan enviado al frente a tanques sin la protección de infantería ha supuesto que una de las imágenes icónicas de la guerra sea la de la torreta de un tanque de Moscú destrozada y separada del tanque después de que una emboscada ucraniana con cohetes antitanque haya hecho explotar la munición situada en el interior del vehículo.
El exmarine, analista e investigador del departamento de guerra del King's College de Londres Rob Lee se ha convertido, desde los inicios de la invasión, en uno de los mayores expertos a la hora de teorizar sobre el futuro de la guerra de tanques tras la experiencia de Ucrania. Según su visión, la perdida de blindados de Rusia se debe a tres factores: ausencia de preparación, pobre estrategia logística e insuficiencia de infantería.
Ausencia de preparación: Lee recuerda en este sentido que la fascinación por el secretismo de los rusos hizo que muchas unidades fueran enviadas al frente apenas seis horas después de que se les hubiera comunicado que empezaba la guerra. Ello supuso que no pudieron preparar ni la estrategia, ni la logística ni mucho menos entrenarse para la entrada en Ucrania. Tampoco disponían de una doctrina clara para establecer qué iban a hacer, puesto que creían que se trataría de una guerra relámpago y no habían previsto la resistencia ucraniana. Los tanques, en este sentido, avanzaban como pollos sin cabeza.
Pobre estrategia logística: Ya al comienzo de la guerra se pudo ver que la penetración rusa en Ucrania carecía de una previsión para que los tanques pudieran abastecerse de combustible, repuestos y munición. Ello supuso que muchos tanques fueran abandonados por sus tripulaciones tras quedarse sin diésel para seguir avanzando. Pero además, la estrategia básica consistió en los primeros días en desplazarse en grandes columnas en las que viajaban las tropas de combate pero también los suministros. Estas unidades no tardaron en ser destruidas por la artillería ucraniana. En este sentido, Rob Lee asegura que se han producido más bajas de tanques rusos por los cañones enemigos que por los misiles inteligentes Javelin.
Insuficiencia de infantería: Un tanque, para ser efectivo, necesita estar rodeado de varios anillos de soldados que se encargan de darle protección ante el enemigo. Estas tropas a pie son las encargadas de buscar minas, eliminar enemigos y abrir corredores libres de peligro para los blindados. Sin embargo, Rusia no utilizó a militares a pie para esta misión y los tanques rusos han caído en emboscadas día tras día.
En este contexto, la doctrina occidental sobre el empleo de tanques está enfocada, al menos sobre el papel, a evitar todos los errores que cometieron los rusos. En este sentido, ni los Leopard que van a llegar a Alemania ni los Abrams norteamericanos supondrían un cambio significativo si no fuera por los años de estudios que los ejércitos de la OTAN han llevado a cabo con guerras como las del Golfo.
En este sentido, los manuales tácticos de los Marines, por ejemplo, insisten en que un tanque debe contar con la protección de al menos un escuadrón de sus hombres. La doctrina americana no concibe que un blindado avance en solitario hacia una zona de peligro. Según sus textos, debe contar con al menos cuatro soldados rodeando el tanque y el doble avanzando alrededor en busca de enemigos ocultos. Por ejemplo, sus entrenadores saben que una emboscada clásica consiste en que un enemigo con un cohete antitanque oculto en un flanco deje pasar el carro para luego dispararle en la parte trasera, la más débil. Por ello, el número de militares que camina detrás de un carro es importante.
Pero existen más factores en la doctrina que protege a los carros. Los teóricos de la lucha con tanques occidentales consideran clave dos aspectos que los rusos no tuvieron en cuenta: la logística y las comunicaciones. En el primero de ellos, la doctrina considera que antes de entrar en combate se establezca dónde se van a conseguir municiones y combustible. Por ejemplo, el Leopard puede llevar en su interior un total de 42 obuses para el cañón mientras que el Abrams alberga hasta 55 disparos. En escenarios bélicos 'calientes', los Abrams tenían que ser reabastecidos de munición cada día. En cuanto al combustible, los datos son evidentes. Un Leopard consume 2,5 litros cada kilómetro y el vehículo norteamericano casi el doble. Sin una logística eficaz, los tanques se convertirían en inútiles a las pocas horas de entrar en territorio enemigo, como les sucedió a los rusos.
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Pero los teóricos de la OTAN también creen que existe otro elemento clave: las comunicaciones. Los marines, por ejemplo, hacen hincapié en la utilización de emisoras encriptadas, es decir, que no pueda escuchar el enemigo. Y además, que los equipos de radio deben estar duplicados para evitar que un fallo deje en silencio a un tanque, tanto con respecto a las tropas a pie que le rodean como a la artillería amiga o la aviación. Las lecciones aprendidas occidentales dan por hecho que un tanque es inútil si su trabajo no está coordinado con el resto de elementos que intervienen en la guerra.
Esta complejidad supondrá que los Leopard, por ejemplo, podrán estar activos cuando se haya adiestrado al Ejército ucraniano en la lucha a pie al lado de un tanque y las cadenas logísticas que se encargan de que el carro no pare estén en activo. La pasada semana, los representantes norteamericanos ya señalaron que si sus carros son enviados a Ucrania se tardará «semanas» en tener preparada la estrategia y el entrenamiento para que entren en combate.
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