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«No sé lo que pensará Silvio Berlusconi desde arriba del hecho de que esta 'banda de comunistas', como él la habría definido, se mude a Palacio Grazioli, pero son las cosas de la vida». Durante un encuentro el pasado 27 de febrero con los ... miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia, la primera ministra, Giorgia Meloni, echó mano con humor del calificativo que dedicó Berlusconi a los corresponsales de los medios internacionales en la rueda de prensa que mantuvo con ellos en Roma en 1993. El magnate de los medios, fallecido el pasado junio, aseguró entonces que no iba a formar un partido, pero no tardó en cambiar de idea: ganó las elecciones celebradas al año siguiente con Forza Italia y acabó liderando cuatro gobiernos distintos.
El gran protagonista de la política italiana de las últimas décadas tenía su residencia romana en la planta noble del Palacio Grazioli, un elegante edificio del siglo XVII propiedad de una familia aristocrática situado a pocos pasos de la céntrica plaza Venecia. Durante 25 años Grazioli se convirtió en el cuartel general del poder 'berlusconiano': por allí desfilaban ministros, miembros de Forza Italia e incluso mandatarios internacionales como el presidente ruso, Vladímir Putin, que se fotografió con Berlusconi mientras ambos le lanzaban unas pelotas por uno de los pasillos del palacio a Dudú, el caniche del entonces primer ministro italiano. En sus últimos años en el poder, marcados por sus bacanales, las llamadas 'bunga bunga', también frecuentaban el edificio muchachas que aspiraban a triunfar en el mundo del espectáculo acercándose al magnate.
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Darío Menor
En un inesperado giro del destino, como comentaba con sorna Meloni, la planta noble del Palacio Grazioli está ahora ocupada por la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia, que cuenta con 450 socios que representan a 350 medios de comunicación distintos provenientes de 55 países. Con sus 112 años de vida, es una de los organizaciones de periodistas con más solera internacional y facilita que Italia goce de un amplio espacio en los diarios, televisiones, radios y páginas web informativas de medio mundo.
La nueva sede será inaugurada este martes en una ceremonia que contará con la asistencia del presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, y dos miembros del Gobierno: Antonio Tajani, viceprimer ministro y titular de la cartera de Exteriores, y Adolfo Urso, máximo responsable del dicasterio de Empresas y Made in Italy. La presencia de estos altos cargos institucionales es una muestra de la importancia que Italia otorga a su representación exterior, que resulta fundamental para pilares económicos del país como la gastronomía, el turismo, la moda o la industria.
«Los corresponsales extranjeros que trabajan en nuestro país desarrollan un papel de gran relevancia para contribuir a construir la imagen de Italia en el extranjero», sostiene Tajani en un artículo del anuario de la asociación. El heredero de Berlusconi en el liderazgo de Forza Italia destaca además el «significado especial» que tiene para él Palacio Grazioli por haber sido la «casa» de su mentor.
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Aunque el magnate abandonó el edificio en 2020 para mudarse a la antigua residencia del director de cine Franco Zeffirelli en la Appia Antica, una tranquila y hermosa zona de las afueras de Roma, en la planta noble del céntrico edificio quedaban muchas huellas de su presencia. Además de las placas con su nombre y el de su secretaria para identificar los timbres, era posible encontrar las etiquetas utilizadas para organizar los armarios con su ropa. También llamaba la atención una puerta escondida en una librería y la protección antibalas con que cuentan los cristales de la habituación que utilizaba como despacho.
El traslado de la sede de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia a Palacio Grazioli está motivado porque en su anterior ubicación va a construirse un hotel de lujo. «Estábamos desesperados porque no encontrábamos un lugar idóneo para nosotros. Al final un agente inmobiliario nos aconsejó que probáramos con la antigua casa de Berlusconi. Pensábamos que era una broma, pero al final ha sido algo muy positivo para nosotros», cuenta la periodista turca Esma Cakir, presidenta de esta organización de corresponsales extranjeros.
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