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Italia es el país que amo». Con esta frase Silvio Berlusconi comenzó el mensaje televisivo con el que, el 26 de enero de 1994, anunció que entraba en política para ofrecer «una alternativa» a quienes, como él, no querían vivir en un país «iliberal» gobernado ... por «las izquierdas y los comunistas». A pocos meses de las elecciones generales del 28 de marzo de aquel año, que acabaría ganando frente a Achille Occhetto, candidato de la coalición progresista, el magnate provocaba un terremoto al tratar de ocupar el vacío dejado por la reciente caída de las dos fuerzas políticas que se habían repartido el poder durante el medio siglo anterior: la Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Ambas implosionaron a causa de un gigantesco escándalo de corrupción, que pasó a la historia con el nombre de 'Tangentopoli'.
Treinta años después de aquel histórico mensaje televisivo que cambió para siempre la política y la sociedad italiana, Forza Italia (FI), el partido de centroderecha fundado por Berlusconi, celebra el aniversario -se cumplió este viernes- con un evento en Roma para recordar su herencia política y delinear su acción futura. La conmemoración llega siete meses después del fallecimiento del cuatro veces primer ministro y cuando FI parece haber superado la fase en la que no estaba nada claro que fuera a sobrevivir a la muerte de su líder.
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Miembro de la coalición que sostiene al Gobierno liderado por Giorgia Meloni junto a la fuerza política de ésta, Hermanos de Italia (HdI), y a la Liga de Matteo Salvini, el partido impulsado por Berlusconi se mantiene hoy por encima del 7% en intención de voto, según las últimas encuestas. Antonio Tajani, viceprimer ministro y que se ha hecho con las riendas de FI tras el fallecimiento del magnate, se ha destapado como una opción atractiva para los votantes de centroderecha, hasta el punto de ser el segundo político más apreciado por los ciudadanos, por detrás de Meloni.
«Claro que nos pesa la falta de Berlusconi. En un primer momento nosotros mismos pensábamos que podíamos desaparecer como partido, pero pronto reaccionamos y nos pusimos a trabajar en un modo completamente nuevo, de forma horizontal y cooperativa y ya no dependientes de un liderazgo fuerte», cuenta Deborah Bergamini, diputada de FI, que espera que estas siglas alcancen el 10% en las elecciones europeas de junio. Pese a la desaparición del líder, Bergamini considera que la formación sigue teniendo amplias posibilidades de éxito dentro del «espacio político enorme» que queda entre HdI y la Liga, por un lado, y el izquierdista Partido Democrático, por el otro. «Hay mucha gente moderada y no politizada que pide que se gobierne con sentido común. Nosotros encarnamos esa posición».
Aquel mensaje televisivo de hace treinta años de Berlusconi acabó teniendo un impacto tan grande en Italia que muy pocos pudieron entonces prever. «Es el líder más infravalorado de toda la historia republicana», recordaba en las páginas del diario 'La Repubblica' el veterano cronista Filippo Ceccarelli. «No era fácil comprender el tipo de novedad que encarnaba ni la relación particular que el 'berlusconismo' habría establecido con la realidad». Aquel empresario de éxito que había triunfado además en el mundo del fútbol como presidente del AC Milan acabaría siendo con sus peculiares formas y polémicas el gran protagonista de la política de su país, cuyos personajes quedaron para siempre divididos entre aliados y detractores.
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