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El Kremlin ha activado todos los resortes a su alcance para reunir el mayor número de obuses y someter a Ucrania a un nuevo apagón invernal. Así se deduce de los análisis de Inteligencia occidentales, cuyas conclusiones señalan que Moscú ha sorteado con un éxito ... relevante las sanciones internacionales para conseguir que su industria militar produzca dos millones de proyectiles anuales, el doble de los que montaba en los primeros meses de la invasión, pero menos de los que necesita para resistir en el Donbás, donde en el último año ha disparado diez millones de cartuchos.
Por eso, Estados Unidos está convencido también de que la reciente reunión de los presidentes Vladímir Putin y Kim Jong-un tiene entre sus fines que Corea del Norte le surta de minas y de munición de artillería. Aparte del desarrollo de arsenales modernos, el régimen de Pyongyang tiene experiencia en el antiguo armamento soviético, que ha formado parte de su 'fondo de armario' desde hace más de cincuenta años. Pese al despliegue en el campo de batalla de misiles, cohetes y drones explosivos, Rusia deposita un notable peso de su ofensiva en los clásicos obuses de 155 milímetros.
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A Ucrania le sucede algo semejante, pero el agotamiento de este calibre le ha llevado a rotar hacia otra munición más sofisticada con el apoyo internacional, como los HIMARS estadounidenses y el Storm Shadow británico. El Departamento de Defensa de EE UU le ha proporcionado, además, defensas antiaéreas Patriot, Hawk y, S-3000 para frenar los bombardeos rusos. No obstante, su número es limitado, de modo que el escudo sólo puede cubrir determinadas zonas del país, entre ellas la capital, Kiev.
El Gobierno de Zelenski no quiere volver a las tinieblas. Durante estos meses ha reforzado las centrales e instalaciones eléctricas más sensibles, o creado redes alternativas, ante el convencimiento de que Moscú intentará un nuevo apagón invernal. Paradójicamente, esta estrategia fue puesta en marcha en el teatro de operaciones ucraniano por el general Surovikin, actualmente defenestrado por su relación con Evgueni Prigozhin, exjefe del Grupo Wagner fallecido al explotar su avioneta de camino a San Petersburgo.
El espionaje de EE UU, Europa y Ucrania coincide en que el Kremlin recurrirá a esta táctica a partir de finales de octubre, cuando las lluvias y el frío hagan acto de presencia. El objetivo es castigar a la población civil condenándola a las bajas temperaturas y desmoralizar a las tropas defensoras. Para ello, Moscú necesita acumular un enorme volumen de obuses con los que bombardear los centros neurálgicos de energía y lo tiene más difícil que en el pasado invierno puesto que la munición le resulta esencial para mantener el frente.
El Donbás se ha transformado en «un tiroteo muy dependiente de la artillería», reconoció el pasado miércoles el portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby. Lo dijo durante un encuentro con periodistas en el que refrendó la tesis que ya defendió hace un año de que el Kremlin confía en recibir «millones de balas, cohetes y proyectiles de artillería de Corea del Norte». Kirby cree que ese es el motivo fundamental de la reunión con Kim Jong-un.
Los obuses son una de las claves por las que los rusos no han sido desalojados de los territorios ocupados. La otra son las minas y las trincheras. Los artilleros han adquirido una destreza que asombra incluso a expertos militares occidentales. Según el Royal United Service Institute, con sede en el Reino Unido, «las fuerzas rusas maniobran para disparar» mientras «las fuerzas occidentales disparan para maniobrar», de modo que el Kremlin «utiliza la artillería como su principal forma de letalidad en las batallas profundas y cerradas».
Estrategia del fuego de choque. Así se conoce la táctica que hace estragos en las filas ucranianas. Un tanque ruso dispara contra una posición rival y huye precipitadamente. Cuando la batería ucraniana responde y descubre brevemente su posición, los artilleros, con la ayuda del tanque, un dron y un radar de superficie, calculan las coordenadas para efectuar un tiro de precisión sobre ella. «Cuando el sistema funciona, los ciclos rusos de selección de objetivos se pueden completar en tres minutos, mientras que otros tardan treinta. Lo primero es esencialmente el límite de lo que es físicamente posible», admite el prestigioso instituto británico, que recuerda cómo los cañones se encuentran siempre a distancia de sus objetivos y «un proyectil de 155 milímetros disparado a 25 kilómetros tardará 75 segundos en alcanzarlo».
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La Inteligencia estadounidense ha visto cómo sus expectativas sobre el daño que las sanciones internacionales hacen a la industria militar rusa se han quedado cortas. Moscú ha implantado una economía de guerra que, entre otros fines, ha reorientado sectores como el de la automoción hacia la producción de material bélico. Un informe de 'The Washington Post' indica que ahora está en disposición de fabricar veinte tanques al año frente a la decena de los primeros meses de invasión. Además, produce proyectiles baratos. Prefiere la cantidad a la calidad o la seguridad.
EE UU cree, según este medio, que Rusia ha fomentado las redes de contrabando de componentes electrónicos, posiblemente con la ayuda del servicio secreto, y logra nutrirse de mercados amigos o a través de empresas intermediarias que compran chips a EE UU y Europa y luego los envían a Moscú a través de terceros países. Kiev ha denunciado reiteradamente el hallazgo de microprocesadores occidentales en los drones y misiles lanzados por sus enemigos, lo que es teóricamente imposible con las sanciones. La mayoría de esas piezas ni siquiera son específicas; valen tanto para un misil como para una lavadora, lo que facilita que pasen inadvertidas en el comercio internacional.
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