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Después de dos tiroteos que se cobraron la vida de 18 personas a inicios de este mes en Belgrado, Serbia se ha convertido en el escenario de masivas protestas, las más grandes desde hace dos décadas, donde miles de personas exigen al Gobierno medidas para ... frenar la violencia armada en el país. Las manifestaciones lideradas por la oposición, el Partido Demócrata y el Partido Popular, ya completan veinte días. Lo que inició con una marcha silenciosa por luto se ha alimentado con la ira contra el Ejecutivo cuando el presidente serbio, Aleksandar Vucic, desoyó las movilizaciones y las calificó como «maniobra política» de sus rivales.
Bajo el lema «Serbia contra la violencia», los manifestantes reclaman regular los canales de televisión y periódicos afines con el Estado, cuyo contenido «promueve el odio y la violencia». Además, han exigido la destitución de altos cargos del organismo que coordina los medios de comunicación en el país y el cese del ministro del Interior, Bratislava Gasic, y del director de la Agencia de Seguridad e Información, Aleksander Vulin.
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Las protestas comenzaron a raíz de los dos tiroteos ocurridos en menos de 48 horas en la capital: el primero el 3 de mayo en una escuela, donde un estudiante, de 13 años, mató a nueve compañeros y a un guarda, y el segundo en dos pueblos cerca de Belgrado, donde un joven, de 21, asesinó a ocho personas.
Para contrarrestar las voces en su contra, Vucic ha instado a sus simpatizantes a protestar este viernes, donde espera que haya «la mayor congregación en la historia serbia». Además, ha dicho que este viernes también tomará decisiones importantes. Entre los posibles anuncios estaría el adelanto de las elecciones para septiembre. En respuesta, la oposición ha hecho un llamamiento a tomar mañana las calles de Belgrado. Planean insistir en las peticiones más que en la modificación de la fecha de los comicios. La ciudad vivirá un fin de semana intenso con la llegada de cientos de personas de otras localidades para sumarse a las reyertas populares.
Después de las tragedias, el presidente ordenó el desarme total del país, suspendió la emisión de nuevas licencias de armas durante dos años y acordó inspecciones más estrictas a sus propietarios. Una semana más tarde, al menos 13.000 armas habían sido entregadas voluntariamente por ciudadanos que las tenían en sus casas, muchos de ellos de forma ilegal y algunos desde que acabó la Guerra de los Balcanes. Serbia es uno de los países europeos con mayor tenencia de estos artefactos, donde cerca de 39% de la población posee al menos uno, según el grupo Small Arms Survey.
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