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M. Pérez
Miércoles, 29 de mayo 2024, 22:06
El Gobierno de Varsovia se ha convertido en el primero que autoriza a Ucrania el uso de sus armas contra territorio ruso. El viceministro de Defensa, Cezary Tomczyk, manifestó este miércoles en una entrevista que la exrepública soviética «tiene el derecho a luchar y defenderse ... como crea oportuno» y anunció que «no hay restricciones en cuanto al uso de las armas que les hemos enviado».
Tomczyk llamó al resto de países occidentales para que levanten sus trabas, aunque reconoció que se trata de un asunto «complejo» que entraña «diversos problemas». El viceministro no aclaró si Defensa había comunicado su postura a la Unión Europea, la OTAN y, naturalmente, a Kiev o si es, de momento, un manifiesto más bien simbólico. En caso de que el Gobierno de Volodímir Zelenski lo acepte al pie de la letra, los aliados -y la UE en particular- se pueden encontrar ante el primer ataque ucraniano en territorio ruso con armas occidentales; una línea roja en los dos años largos que dura la invasión debido al temor a un enfrentamiento global con Moscú.
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Varsovia da un paso más allá en el debate suscitado a nivel internacional sobre la conveniencia de que los ucranianos puedan bombardear al otro lado de la frontera con material entregado por los aliados. Debate generado a consecuencia del avance ruso en Járkov, donde este miércoles el ejército local evacuó a 11.000 civiles para evitar que quedasen atrapados en el campo de batalla, y por una polémica declaración del máximo responsable de la OTAN. Jens Stoltenberg aboga por el empleo de este arsenal contra Moscú siempre que el país de origen de las armas lo autorice a título particular y desvinculado de la Alianza.
Estonia, República Checa y Países Bajos son partidarios, mientras que Italia y Estados Unidos están en contra. En cuanto a Francia y Alemania, se mueven en una línea delicada. Emmanuel Macron y Olaf Scholz conceden a Kiev el derecho a defenderse, pero sus objetivos deben ser exclusivamente militares y, dentro de estos, sólo aquellos que sirven a los rusos para atacar Ucrania. Por lo tanto, no tendrían cabida ni las refinerías ni otras instalaciones como las que han sido incendiadas en los últimos meses con drones, pero sí el radar militar destruido el domingo cerca de la frontera.
Berlín, de hecho, se niega a enviar los misiles de crucero Taurus, capaces de penetrar las líneas rusas a larga distancia. El argumento de la cancillería es que se trata de un proyectil estratégico y no puede quedarse sin ellos. El mayor deseo de Zelenski es contar con munición potente que le permita replicar a la artillería y la aviación enemigas, cuyos bombardeos devastan la exrepública. Sin embargo, existe una profunda inquietud occidental a que estas incursiones se desmanden y maten a civiles o destruyan objetivos ajenos.
Hasta el momento, todo lo que ha lanzado Kiev contra el territorio enemigo ha causado perturbaciones, pero ninguna desestabilización como quiere Zelenski. Los aviones no tripulados son de fabricación nacional. La única munición occidental que ha caído en suelo ruso son los misiles británicos Storm, pero solo en dirección a Crimea, la península anexionada que Ucrania sigue reclamando como suya.
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Varsovia ha mantenido una relación singular con Kiev. Fue el primer gobierno que se comprometió a entregarle cazas de combate -el soviético MiG29- cuando la mayoría de aliados rechazaba ceder aviones por el miedo a traspasar una línea roja. También Polonia ha sido pionero en el suministro de tanques y en la acogida de refugiados. La única laguna se produjo hace un año cuando vetó el grano ucraniano porque iba en contra de los intereses de los cultivadores de cereal locales.
Resulta significativo que parte del arsenal que entregará en un futuro próximo a Ucrania estará basado en la propia invasión. La industria militar polaca se ha fijado en las características de la guerra vecina para fabricar nuevas granadas y misiles termobáricos capaces de destruir totalmente búnkeres y fortificiaciones como las que jalonan el frente. Hace mes y medio presentó también los morteros ligeros Antos y Antos LR que pueden dispararse a grandes distancias.
Tampoco Moscú se ha quedado atrás. Putin advierte de que si los socios de la OTAN permiten lanzar munición occidental contra su país habrá «graves consecuencias», con especial mención a los países de Europa «pequeños y densamente poblados». El Kremlin ha dado orden de incrementar la producción de misiles de crucero de medio y corto alcance.
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