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Joana Serra
Berlín
Sábado, 11 de noviembre 2023, 20:58
Las imágenes que llegan estos días de Polonia son un tanto confusas vistas desde fuera. Por un lado, el líder opositor y europeísta Donald Tusk firmando ya un pacto de coalición como si tuviera en sus manos la llave del poder. Por otro, el primer ... ministro saliente, el ultraconservador Mateusz Morawiecki, recibiendo el encargo del presidente del país, Andrzej Duda, para encabezar el siguiente gobierno.
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El lunes se asistirá a otro escenario asimismo confuso. De acuerdo a los plazos establecidos se celebrará la sesión constituyente del Parlamento, el Sejm, lo que debe ocurrir como máximo 30 días después de las elecciones generales. Morawiecki seguirá como primer ministro en funciones y tendrá a partir de ahí 14 jornadas para presentar su programa de gobierno para pedir el voto de esta institución, aunque no tiene mayoría parlamentaria.
En resumen: Tusk firma un pacto de coalición sin haber recibido el encargo presidencial para ello, mientras que quien sí lo tiene puede destinar un par de semanas a buscar los aliados que no tiene. Según sostiene Tusk, su única intención es «robarnos un par de días más».
Los resultados de las elecciones del pasado 15 de octubre dejaron al ultraconservador partido Ley y Justicia (PiS) de Morawiecki como fuerza más votada, pero sin mayoría ni aliados perceptibles. Obtuvo 194 escaños del total de 430 del Sejm. Ni siquiera la ultraderechista Confederación, con 18 puestos, se mostró dispuesta a respaldarle. El pacto de coalición que ha firmado el liberal Tusk con la conservadora Tercera Vía y la Nueva Izquierda suma una mayoría parlamentaria de 248 escaños. Aunque es todo lo contrario a un bloque consolidado: en su interior conviven una docena de partidos con importantes diferencias ideológicas y programáticas.
Ni siquiera hay cohesión interna en lo que respecta a una de las promesas electorales de Tusk, la de derogar la práctica prohibición total del aborto implantada por el PiS. Esa fue una de las bazas de las movilizaciones multitudinarias que acompañaron la campaña electoral de Tusk, jefe del Gobierno polaco entre 2007 y 2014 y aspirante a devolver a Polonia hacia la senda del europeísmo.
Este compromiso de quien fue presidente del Consejo Europeo entre 2014 y 2019 sí es compartido por las formaciones de un amplísimo espectro político que componen el llamado bloque opositor. Hay consenso en torno a la necesidad de que Polonia deje de ser un socio incómodo en la Unión Europea tras la suma de sanciones y expedientes contra Varsovia acumuladas por los ocho años en el poder del PiS. Sus detonantes van desde la controvertida reforma del poder judicial atentatoria contra la separación de poderes al acoso a los medios de comunicación críticos, a los colectivos LGTBI o al bloqueo a la reforma de la política migratoria y propuestas de reubicación de los peticionarios de asilo planteadas por Bruselas.
Tusk cuenta con que Morawiecki no logrará la mayoría parlamentaria ni tampoco el puñado de votos tránsfugas que, según medios polacos, podría conseguir entre la heterogénea alianza que respalda a Tusk. Da por hecho que recuperará el poder y también parecen convencidos de su éxito sus principales aliados europeos, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el líder de los populares europeos, Manfred Weber. Tusk viajó ya a Bruselas tras la jornada electoral mientras en Varsovia seguían esperándose resultados del escrutinio oficial, que finalmente corroboró al PiS como fuerza más votada y al bloque opositor como alternativa con mayoría parlamentaria.
Se da por hecho que Tusk logrará su objetivo, aunque para ello precise aún unas semanas. Que el encargo presidencial recayera en Morawiecki se atribuye principalmente a que el jefe del Estado, Andrzej Duda, es originario del PiS, aunque dejó su militancia en suspenso al asumir su puesto. Se ciñó Duda en su elección al principio de que la primera opción correspondía a la fuerza más votada.
El pulso por el poder entre el europeísmo polaco y el ultraconservador PiS entrará en un nuevo capítulo este lunes, con la sesión constituyente del Sejm. No se prevé que amaine ni siquiera si Tusk logra el relevo en el poder, ya que deberá compartirlo con Duda, el presidente originario del PiS al que corresponderá refrendar las leyes emanadas del nuevo gobierno.
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