Tan sólo un día después de que la Unión Europea (UE) aprobara el paquete financiero de 50.000 millones para Ucrania, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, aseguró que el resto de países lo pusieron «contra la espalda y la pared» para que retirara su ... veto a esta propuesta. El dirigente, que ha criticado abiertamente la entrega de ayuda económica y militar a Kiev, señaló que si no hubiera cedido, el resto de Estados miembros habrían enviado a Ucrania los fondos bloqueados a Budapest, unos 21.000 millones de euros.
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«Si hubiéramos seguido usando el derecho de veto, entonces veintiséis Estados miembros habrían retirado los fondos destinados a Hungría y los habrían enviado a Ucrania», defendió. Las normas europeas, sin embargo, señalan que no es posible entregar a un país de fuera del bloque los fondos asignados a un país de la UE, por lo que el discurso de Orbán podría ser visto como un intento de defender a nivel nacional la retirada del veto a la ayuda a Ucrania.
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Orbán bloqueó en la cumbre de diciembre del año pasado la adopción de este paquete macrofinanciero, que servirá para apoyar a Kiev los próximos cuatro años. Y sólo accedió a retirar su veto del inicio de las negociaciones de adhesión de Ucrania a la UE después de que la Comisión Europea desbloqueara 10.200 millones que tenía suspendidos de los fondos europeos por sus vulneraciones en materia de derechos fundamentales y del Estado de Derecho.
Los continuos bloqueos y el tira y afloja de Orbán han llevado a numerosos países a acusar al dirigente de «chantaje» a la UE y a aumentar su presión sobre Budapest. En esta ocasión, sin embargo, la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, aseguró que Hungría no se ha llevado nada a cambio de retirar su veto al paquete de 50.000 millones. Sí se incluyó en la propuesta la petición húngara de establecer un sistema de control en los pagos a Kiev, que llegarán en un momento crucial, cuando ha quedado en el aire la ayuda de Estados Unidos.
La Casa Blanca también ha aumentado su presión sobre Budapest durante la última semana y le exige que apruebe «inmediatamente» el ingreso de Suecia en la OTAN. Hungría es el único país que aún no ha ratificado la solicitud de ingreso sueca, un paso necesario para el proceso de integración en la Alianza Atlántica. Orbán -con estrechos vínculos con Rusia y el Kremlin- asegura que respalda la entrada del país nórdico a la organización militar, pero por el momento no ha llevado a cabo acciones concretas que respalden estas palabras. Y podría, ya que su partido -Fidesz- cuenta con una amplia mayoría en el Parlamento húngaro.
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Washington, por su parte, ha advertido al dirigente húngaro de que corre el riesgo de dañar las relaciones con EE UU. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, ha redoblado el pulso, señalando que «sería justo» que el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, visitara el país antes de que el Parlamento tomara una decisión.
Kristersson viajó a Turquía y se reunió con su primer ministro, Reccep Tayyip Erdogán, para que Ankara ratificara el proceso de adhesión a la OTAN. «La pelota está en su tejado», destacó en sus redes sociales el portavoz del Gobierno de Orbán, Zoltan Kovacs, refiriéndose al primer ministro sueco.
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