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La Oktoberfest, la internacionalmente conocida fiesta de la cerveza en Múnich que atrae todos los años a millones de visitantes, comienza este sábado con medidas excepcionales de seguridad tras los recientes atentados islamistas de Solingen, con tres muertos a puñaladas a manos de un refugiado ... de origen sirio, y la propia capital bávara, donde fue abatido un joven armado con un rifle cuando presuntamente iba a atacar el consulado de Israel en esa ciudad.
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«Va a ser la fiesta popular más segura del mundo», ha señalado Christian Huber, el oficial de la Policía responsable de la seguridad del evento, quien ha reconocido que «no se podrá garantizar al 100%, pero trataremos de acercarnos al máximo posible a esa cifra». Además de 600 agentes, hasta 1.500 guardas de seguridad serán desplegados en el recinto de las Wiesn, las antiguas praderas donde la Oktoberfest tuvo su origen con motivo de la boda en 1810 del príncipe heredero Luis de Baviera y la princesa Teresa de Sachsen Hildburghausen.
Más de cincuenta cámaras de seguridad han sido colocadas dentro y fuera de las grandes carpas donde se degusta la cerveza, así como en las atracciones de feria anejas. Algunos policías llevarán también cámaras en el pecho y el recinto será registrado a diario antes de su apertura con la ayuda de perros especializados en localizar explosivos. Los agentes serán apoyados por otros expertos en carteristas llegados de otros Estados federados e incluso miembros de los Carabinieri italianos, que atenderán a sus compatriotas los dos fines de semana dedicados expresamente a los turistas llegados desde ese país.
Todo será coordinado desde la comisaría provisional que se abre en el recinto expresamente con motivo de la Oktoberfest, donde se controlará a las personas en todas las entradas, también con la ayuda de detectores de metal manual. Está terminantemente prohibido acudir a la fiesta con armas de fuego o blancas, puños de hierro o porras y aerosoles de todo tipo ya que la mayoría son inflamables e incluso explosivos si son sometidos a una fuente de calor extremo. Quien sea sorprendido con un cuchillo sustraído de los restaurantes del evento pagará una multa de 1.000 euros.
Christian Huber
Oficial de la Policía de Múnich
La organización ha advertido de que tampoco se permitirá entrar al recinto festivo con botellas de cristal, con bolsos o mochilas de capacidad mayor a los tres litros o acompañado de animales, con la excepción de los perros lazarillo. Aunque están autorizados los cochecitos para niños y bebés (solo hasta las 18.00 horas), aconsejan a los padres hacer uso de mochilas para cargar a los menores de corta edad. También se controlarán sillas de ruedas, andadores y muletas de personas con movilidad reducida, que los responsables de la seguridad marcarán con una banderola.
Aunque el consumo de cannabis y sus derivados ha sido parcialmente autorizado en Alemania, la Policía de Múnich ha advertido de que no estará autorizado en la Oktoberfest y de que habrá controles estrictos y multas de 500 a 1.500 euros contra quienes violen esa prohibición. Todo el recinto se encuentra además vallado y con vigilancia permanente, mientras sus accesos han sido dotados de bolardos pesados retráctiles para evitar la entrada de vehículos no autorizados.
«Carecemos de indicios de una amenaza concreta», reconoció Huber, aunque subrayó que la Policía parte de «una situación de alto peligro abstracto». Las medidas de seguridad para la mayor fiesta popular del planeta, que se prolongará hasta el 6 de octubre, han ido en aumento desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Ya entonces la municipalidad muniquesa decidió llevar adelante la Oktoberfest con el argumento de que «no se puede permitir a los terroristas el poder de decidir sobre los grandes eventos».
15 euros
costará este año la jarra de cerveza de un litro en la Oktoberfest, cuatro más que en 2023.
6.000 personas
caben sentadas a la mesa en cada una de las 17 carpas desplegadas por las campas donde se celebra la fiesta, que cumple su edición número 189.
13.000 empleados
se encargarán de preparar y servir el menú del evento. En 2023, por ejemplo, se consumieron 6,5 millones de jarras de cerveza, 124 bueyes, 29 terneros y más de 400.000 pollos asados.
La 189 edición de la Oktoberfest comienza exactamente a las 12.00 del sábado, cuando el alcalde de Múnich introduzca a martillazos el grifo del primer barril y sirva la jarra inaugural de un litro, que se venderá a un precio de unos 15 euros, casi 4 más que el año pasado. Un total de 17 grandes carpas, cada una con capacidad para hasta 6.000 personas, se encargarán de calmar la sed de los asistentes con cerveza de las casas tradicionales bávaras como Paulaner, Augustiner, Franzikaner o Löwenbräu.
Más de 7,2 millones de personas acudieron en 2023 a la fiesta de la cerveza en Múnich, estableciendo una nueva marca histórica que la ciudad espera ver superada este año. Entonces se consumieron en las carpas, con una capacidad total para 120.000 personas sentadas a la mesa, un total de 6,5 millones de jarras de zumo fermentado de cebada, 124 bueyes, 29 terneros, y más de 400.000 pollos asados, además de cientos de miles de salchichas y toneladas de chucrut. De servirlo y prepararlo se encargan unas 13.000 personas y algunas camareras, vestidas con trajes regionales bávaros, son capaces de cargar hasta 18 jarras de litro, el equivalente a más de 40 kilos, en un solo viaje.
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