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Pese a que el Ministerio de Defensa de Moscú aseguró este martes haber «derrotado» a los insurgentes y tener bajo control la situación en la región de Bélgorod, atacada el lunes desde territorio ucraniano por partisanos rusos que luchan con el bando de Kiev, las ... redes sociales muestran más y más fotografías de estos combatientes fuertemente armados y en actitud de batalla.
En su canal de Telegram, el asesor del Ministerio del Interior ucraniano, Antón Gueráshenko, afirmó que los rebeldes controlan ya un frente de cuarenta kilómetros con la frontera a la espalda y desde donde podrían estar recibiendo pertrechos. El diario ruso 'Kommersant' informa incluso que en el distrito de Graivoronski de Bélgorod fue atacado un cuartel, en donde murieron dos militares y cuatro tuvieron que ser hospitalizados.
Sin embargo, el Kremlin declaró en su comunicado del martes a mediodía que los atacantes «fueron bloqueados y derrotados, destruidos por bombardeos aéreos y fuego de artillería». Les llama «formaciones nacionalistas» ucranianas y sostiene que «el resto fueron repelidos y expulsados al territorio de Ucrania (…), en donde los bombardeos continuarán hasta su eliminación total». El parte castrense ruso cifra en «setenta terroristas» los abatidos durante la refriega.
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La cuestión es que, si en la región de Bélgorod no queda ya ni un solo partisano, no está claro del todo por qué no se permite regresar a sus casas a los vecinos de las nueve localidades evacuadas en las últimas horas. La explicación que dio el gobernador de Bélgorod, Viacheslav Gladkov, fue que «la limpieza de los territorios continúa» y que la zona, habló de un total de veinte poblaciones afectadas, «sigue siendo bombardeada por los asaltantes y por las fuerzas ucranianas» desde el otro lado de la frontera con artillería y drones.
Las aldeas fronterizas que, según Gladkov, tuvieron que ser desalojadas, son las de Graivorón, en donde el lunes comenzó el ataque contra el puesto fronterizo, Novostroevka, Gorkovski, Bezimeno, Spodariúsheno, Mókraya Orlovka, Glótovo, Gorá Podol y Zamostie, todas ellas en el epicentro de los enfrentamientos armados de las últimas horas y situadas al sur de la hipotética línea de frente de 40 kilómetros de la que hablaba Gueráshenko.
Pero esa longitud puede haberse agrandado en su extremo oriental, si son ciertas las informaciones de la agencia ucraniana UNIAN en cuanto a que los partisanos tomaron el martes la aldea de Shetinovka. El canal ultranacionalista ruso Zapiski Veterana reconocía al menos que allí se libran encarnecidos combates.
Otra información aparecida en las redes sociales sostenía que el martes se produjo una segunda incursión desde Ucrania, pero Gladkov lo desmintió. Citó varias localidades en el distrito de Borísov y dijo que allí «hubo bombardeos de las Fuerzas Armadas de Ucrania, hubo impactos. Pero ninguno de los civiles resultó herido». Según sus palabras, «algunos canales de Telegram comienzan a interpretar esta información como una nueva penetración de fuerzas hostiles y tratando de asustar a la gente. No ha sucedido eso». «El FSB, el Ministerio de Situaciones de Emergencia y el Ministerio de Defensa no confirman esas informaciones. Los militares lo están resolviendo», añadió.
En cualquier caso, no muy lejos de ese mismo entorno, según el portavoz de la Inteligencia militar ucraniana, Andri Yúsov, está el almacén de ojivas nucleares de Bélgorod, que, según escribía en Telegram, estarían siendo trasladadas a otro lugar de forma «apresurada». Pero, para tranquilizar los ánimos y evitar que siga cundiendo la alarma en el resto de las regiones rusas que lindan con Ucrania, Moscú decidió el martes levantar el «régimen especial de operación antiterrorista» que fue impuesto el lunes.
Contemplaba toda un serie de limitaciones de movimiento y el reforzamiento de las medidas de seguridad con controles de la Policía y el ejército en carreteras y centros neurálgicos como nudos de transporte, comunicaciones, infraestructuras vitales o edificios oficiales. Así lo dio a conocer el gobernador, añadiendo que, desde el martes, hay trece civiles heridos a causa de los ataques y un muerto en la aldea de Kozinka. También se produjo el fallecimiento de una anciana durante la evacuación por razones que, según Gladkov, se aclara.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reconoció el martes que los sucesos de Bélgorod «causan una profunda preocupación» en la dirección del país. Señaló que «esto pone de manifiesto una vez más que los grupos armados ucranianos continúan sus actividades contra nuestro país (…) por eso seguirá la operación militar especial en Ucrania, para evitar tales penetraciones en el futuro».
Por su parte, el Comité de Instrucción de Rusia (SK en sus siglas en ruso) abrió este martes una causa penal con arreglo a seis artículos, terrorismo el más grave, «por los ataques contra poblaciones en Bélgorod». Pero desde Kiev siguen negando que su ejército tenga nada que ver con los ataques y señalan una vez más que los grupos implicados son el Cuerpo de Voluntarios Rusos (RDK) y la Legión por la Libertad de Rusia (LSR). La viceministra de Defensa ucraniana, Anna Maliar, afirmó que «no estamos librando ninguna guerra en territorios extranjeros (…) Se trata de una crisis interna rusa».
La Legión Libertad de Rusia, integrada por prisioneros de guerra rusos, desertores o personas que huyeron del país para evitar ser movilizados y decidieron pasarse a las filas enemigas, está considerada en Rusia como «organización terrorista». La primera mención a este grupo apareció el 10 de marzo de 2022 en el canal de Telegram del mismo nombre. En cuanto al Cuerpo de Voluntarios Rusos, catalogados también por Moscú como terroristas, es una unidad integrada en la Defensa Territorial de Ucrania, creada en agosto de 2022 y compuesta por nacionalistas rusos contrarios a Putin.
La crudeza de la guerra no ha terminado con la conquista de Bajmut. El drama de la batalla es capaz de colarse en el interior de un autobús habilitado como ambulancia-hospital por el Batallón Hospitallers, una organización voluntaria ucraniana que engloba a 475 paramédicos, cirujanos y civiles dedicados a rescatar a los heridos en el frente. En los últimos tres meses, sólo esta unidad ha rescatado a un millar de víctimas. Sus miembros reconocen que Bajmut «ha sido un viaje al infierno» y que la ciudad es ahora un conjunto de «escombros». El alto mando ucraniano coincide en que los invasores han «conquistado únicamente ruinas» y les será «muy difícil» establecer una defensa efectiva en un terreno tan devastado. Expertos occidentales creen que Rusia deberá estirar su línea de contacto en el Donbás para proteger Bajmut cuando los mercenarios de Wagner la entreguen al ejército regular, lo que puede debilitarles en otras posiciones del frente.
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