En los meses posteriores al atentado contra los gaseoductos de Nord Stream 1 y 2, EE UU y Rusia intercambiaron airadas acusaciones culpándose mutuamente de la autoría. «¿Pretende hacer creer al mundo que nosotros destruimos nuestro propio gaseoducto en el que habíamos invertido miles de ... millones de euros?», clamó en marzo el embajador ruso ante la ONU, Vasily Nebenzya, durante una reunión del Consejo de Seguridad.
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Rusia demandaba una investigación internacional independiente supervisada por la ONU, pero su resolución no obtuvo los votos necesarios y, en cualquier caso, hubiera sido vetada por Estados Unidos, que instó a los miembros del Consejo de Seguridad a abstenerse. Solo China y Brasil votaron a favor de la resolución rusa. «Después de esto no quedan dudas de quién está detrás», acusó Nebenzya.
Vladímir Putin fue aún más lejos al apuntar directamente a Estados Unidos como el actor internacional detrás de los atentados que sofocaban la economía rusa, dependiente en un 60% de la venta de los hidrocarburos, y aumentaba la presión en Europa, que compraba un 39% de su gas.
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Mercedes Gallego
Este martes el diario 'The Washington Post' publicó una exclusiva que pone en contexto los atentados y amplía el número de cómplices silenciosos. Tres meses antes de los atentados, los servicios de inteligencia europeos recogieron evidencias de un operativo ligado directamente al Gobierno ucraniano que planeaba volar las instalaciones del Mar Báltico que abastecían al norte de Europa dejando fuera a Ucrania.
Esa información fue compartida en la plataforma Discord por un miembro de la Guardia Nacional estadounidense, según el rotativo, que dice haber obtenido una copia a través de los amigos virtuales de Jack Teixeira, quien desveló numerosos papeles secretos estadounidenses. La inteligencia europea de un país que el 'Post' prefiere no revelar había recogido esta información directamente de Ucrania, donde obtuvo detalles «altamente específicos», sobre el número de personas involucradas, métodos de ataque y forma en la que finalmente se llevaría a cabo el sabotaje.
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Según altos funcionarios en «múltiples países», la inteligencia europea compartió esa información con la CIA, tras un año de sospechas que se vieron confirmadas con el informe. Por supuesto, ni el Gobierno estadounidense ni la CIA confirman ni desmienten la información, sobre la que simplemente dicen no tener «comentarios». Eso sí, han pedido al rotativo que ocultase el nombre del país que recabó la inteligencia para proteger a sus agentes.
En privado, miembros del Gobierno de Joe Biden admiten que no hay ninguna evidencia concluyente de que Moscú estuviera involucrado en ese atentado, pero públicamente han evitado aclarar la autoría y han permitido que en Estados Unidos prevalezca la sombra sobre Moscú. «En las reuniones de la Unión Europea y la OTAN los funcionarios han aceptado el ritmo que un alto diplomático europeo describió recientemente como 'no hablemos de Nord Stream».
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Ya lo decía en marzo pasado Nebenzia, cuando intentaba convencer al Consejo de Seguridad de que aprobara su resolución. «Sin una investigación internacional independiente y transparente nunca sabremos la verdad», lapidó.
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Mercedes Gallego
Es la investigación alemana la que parece acercarse más, pero sus funcionarios se cuidan mucho de no difundirla por temor a que desate la indignación pública y resquebraje el respaldo unánime de Europa hacia Ucrania. Antes de la guerra, Berlín compraba más de la mitad de su gas natural a Rusia y sus habitantes han tenido que encajar muchos sacrificios para diversificar sus fuentes, en oposición a los aliados europeos que buscaban un boicot más radical.
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Según las fuentes alemanas que cita el 'Washington Post', su inteligencia habría concluido que el atentado que acabó ocurriendo en septiembre fue perpetrado por seis individuos con pasaportes falsos que alquilaron un yate de vela a través de una agencia polaca. Embarcaron en Alemania y colocaron en alta mar los explosivos que hicieron saltar el oleoducto. Eran buceadores bien entrenados que fueron capaces de instalarlos a una profundidad de 73 metros en las aguas heladas del mar Báltico, a la que empiezan a fallar las capacidades mentales.
Los investigadores han encontrado restos de explosivos en la cabina del yate Andrómeda que alquilaron y han sido capaces de cuadrarlos con los residuos encontrados en el gaseoducto. Al menos uno de ellos es miembro activo de las Fuerzas Armadas ucranianas. Había algunas diferencias entre los planes interceptados en el informe de junio que la CIA puso en cuestión, como el puerto de embarque y las líneas de Nord Stream 2, que también fueron atacadas. De lo que no hay dudas es de que se perdió una gran oportunidad para abortar el atentado y de que la comunidad internacional ha sido cómplice en silenciar la responsabilidad de Ucrania.
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