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Allison Baker, una ciudadana británica, estaba en casa cuando recibió un mensaje en el teléfono móvil enviado por su hijo. Josh viajaba en esos momentos en un Boeing 777-300ER que volaba desde Londres a Singapur. «No quiero asustarte, pero estoy en un vuelo loco. ... El avión está aterrizando de emergencia. Te quiero», escribió. Durante dos interminables horas Allison no supo nada más. «Me quedé petrificada», confesó en la BBC. Pronto empezaron a llegar datos sobre el incidente en esa aeronave provocado por unas turbulencias extremas. Había un muerto y decenas de heridos, siete de ellos en estado crítico. Josh, cuyo destino final era Bali, estaba bien. Tras esta traumática experiencia que le puso de cara a la muerte, el joven declaró en Sky News: «No creo que vuelva a subir a un avión pronto».
El aparato partió el lunes desde Londres con 211 pasajeros y 18 tripulantes. Tras diez horas de plácido vuelo, de repente, una tremenda sacudida provocó que el avión se inclinara y se desplomara casi dos mil metros. «La gente cayó al suelo, mi teléfono se me fue de la mano, los zapatos salieron volando... ¡Todo sucedió en menos de diez segundos!», relata Dzafran Azmir, uno de los viajeros de este vuelo de Singapore Airlines. «El avión empezó a temblar de forma súbita. Hubo una caída espectacular. Todos los que no estaban sujetos por el cinturón fueron lanzados al techo, algunos se golpearon la cabeza contra el maletero superior y sufrieron heridas», señaló.
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«Había agua por todas partes, gente llorando», describió Josh. Las turbulencias fueron tan repentinas que, según testimonios de los pasajeros, la luz que alerta para abrocharse los cinturones de seguridad no pudo encenderse a tiempo. El «terror fue absoluto», coinciden varios viajeros. Los «gritos de angustia» duraron minutos. Dzafran Azmir vio «personas al fondo del pasillo elevarse en el aire y ponerse totalmente horizontales antes de darse contra el techo y caer al suelo en posiciones extrañas». Era como estar dentro de una lavadora. «Algunos atravesaron los paneles superiores». Eso le sucedió a Jerry, de 68 años, que viajaba a la boda de su hijo en compañía de su esposa. «Me golpeé la cabeza contra el maletero. También mi mujer. Vi a la gente hacer volteretas». El incidente le pilló justo al volver del baño. «Fue terrible. Y de repente volvió la calma».
Justo antes de que las turbulencias agitaran el avión, los pasajeros estaban en el turno de desayuno. Las tazas, los platos, el café, el agua, el zumo... todo voló. «Había tanta gente herida. Con sangre en la cabeza, en las orejas. Una señora gritaba de dolor agarrándose la espalda. No sabía qué hacer para ayudarla. Sólo le pude dar un poco de agua», contó en 'The Guardian' Andrew Davis. La imágenes del interior del aparato muestran rostros de pasajeros aterrorizados, máscaras de oxígeno colgando y montones de objetos por el suelo. A Teandra Tukhunen le despertó el brusco movimiento del avión: «Antes de que tuviera tiempo de abrocharme el cinturón, ya estaba volando».
Hubo un fallecido, el británico Geoffrey Kitchen, de 73 años, que se dirigía a Australia en compañía de su esposa para pasar unas vacaciones. Sufrió un infarto. Tras realizar un aterrizaje de emergencia en Bangkok, decenas de pasajeros heridos fueron atendidos en Tailandia. Entre ellos hay un español. «El piloto nos ha salvado», agradeció uno de los viajeros. Uno de los tripulantes, con 30 años de experiencia, confesó había sido su «peor vuelo».
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