El Gobierno de Bayrou inicia su andadura bajo la amenaza de la inestabilidad y el debate presupuestario

«Este Gobierno ha nacido en medio de la tormenta», ha reconocido la portavoz gubernamental, Sophie Primas, en su debut en el cargo en la rueda de prensa en el Elíseo posterior al Consejo de Ministros. Esta exsenadora de la derecha tradicional de Los Republicanos (LR) ha pedido a los partidos de la oposición que «abandonen las posiciones tradicionales» y «superen» las diferencias ideológicas. Sus palabras han sonado como una carta a los Reyes Magos sin ninguna garantía de convertirse en una realidad.

Tras su nombramiento el 13 de diciembre, Bayrou compuso un Gobierno de coalición entre los partidos afines a Macron y la derecha republicana. Se trata exactamente de la misma configuración que con el censurado Barnier. Solo cuenta con el apoyo de 212 diputados (de un total de 577). Pese a esta minoría parlamentaria y el riesgo que se reproduzca la misma parálisis que el año pasado —hubo hasta cuatro responsables distintos del Ejecutivo—, el líder del MoDem se ha mostrado optimista. «Hay un camino» para salir «de este periodo de inestabilidad», ha defendido durante la primera reunión de su gabinete.

El primer ministro, de 73 años, pronunciará su discurso de política general el 14 de enero. A diferencia de España, en Francia no es obligatorio el voto de investidura y Bayrou dijo que no se sometería a él. La Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) —el partido con un mayor número diputados de la frágil coalición del Nuevo Frente Popular, que quedó primera en las elecciones del 7 de julio aunque lejos de la mayoría absoluta— anunció otra moción de censura, que probablemente se votará a mediados de este mes. Las posibilidades de esa iniciativa dependerán del Partido Socialista (PS) y de la ultraderecha de Marine Le Pen.

Aunque los dirigentes socialistas abrieron la puerta en diciembre a un acuerdo de no censura con Bayrou, están ahora descontentos con las pocas concesiones hechas por el 'premier'. Si no hay un giro de guion en los próximos días, se sumarán a sus socios insumisos, verdes y comunistas. La izquierda votará en bloque la moción. «Estamos en la misma situación que con Barnier. Sin el PS, Le Pen vuelve a ejercer de árbitro», reconoció un exministro en declaraciones al diario Le Parisien.

Tras el nombramiento del nuevo primer ministro, la líder de la Agrupación Nacional dijo que «de entrada no apoyaría una censura». Pero ha endurecido su tono en los últimos días y no se descarta que respalde una moción de la izquierda, ahora en enero o más adelante durante el debate de los presupuestos del 2025. Para evitar una muerte súbita, el Ejecutivo de Bayrou contempla suavizar su objetivo de reducción del elevado déficit público. En lugar de pasar del 6,1% al 5% como deseaba Barnier, apuesta por un 5,4%, según Le Monde.

Sin embargo, no hay ninguna garantía de que eso resulte suficiente para las oposiciones. Le Pen pronosticó en su discurso de Año Nuevo una repetición electoral «pronto, muy pronto, incluso este mismo 2025». Macron no puede convocar otros comicios legislativos hasta junio. Y en su tradicional comparecencia del 31 de diciembre abrió la puerta a la convocatoria de un referéndum como alternativa a esas elecciones. Pero no dio más detalles sobre esa eventual consulta. La incertidumbre predomina en Francia. Y la profunda crisis política no ha desaparecido con el cambio de año.