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El Gobierno francés decretó este miércoles la disolución de Les Soulèvements de la Terre (Los Levantamientos de la Tierra), un grupo ecologista radical por sus protestas, muchas de ellas violentas, en defensa del medioambiente y contra el cambio climático.
«Con el pretexto de defender ... la conservación del medioambiente y de presentarse como un movimiento militante, este grupo incita a cometer sabotajes y degradaciones materiales, incluso a través de la violencia», justifica el Ejecutivo galo su decisión de prohibir este movimiento, al que acusa, entre otras cosas, de llevar a cabo «destrucciones materiales» y «agresiones físicas contra las fuerzas del orden».
«El recurso a la violencia no es legítimo en Estado de derecho», recordó el portavoz del Gobierno, Olivier Véran. «Uno puede manifestarse, puede reivindicar, puede hacer llamamientos a cambiar la ley. Pero hay que distinguir los comportamientos militantes y los comportamientos violentos», añadió en rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Ministros.
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Les Soulèvements de la Terre anunció que recurrirá la decisión ante la justicia. También ha invitado a sus simpatizantes a unirse a «un gran movimiento de resistencia» multiplicando sus acciones en los próximos días para protestar contra la medida adoptada por el Ejecutivo francés. «Lo que vuelve a crecer por todas partes, no puede ser disuelto porque es múltiple y está vivo. No se disuelve un movimiento, no se disuelve una revuelta», aseguró el grupo ecologista.
La organización fue fundada a principios de 2021 por lo que el Ministerio del Interior considera «un núcleo duro de militantes» que habían ocupado previamente unos terrenos para protestar contra la construcción de un aeropuerto en Notre-Dame-des-Landes (oeste del país). Los activistas consiguieron al final que el Gobierno abandonara en 2018 el proyecto, después de varios años de lucha.
En los últimos meses, este grupo radical ha echado un pulso al Ejecutivo multiplicando sus acciones, muchas de ellas violentas. El titular francés del Interior, Gérald Darmanin, ha llegado a hablar de «ecoterrorismo».
Una protesta de Les Soulèvements de la Terre contra la construcción de una balsa de riego para la agricultura en Sainte-Soline (centro de Francia) terminó el pasado marzo en una batalla campal entre activistas y las fuerzas del orden. La gendarmería denunció entonces que los manifestantes más radicales lanzaron contra los agentes tiros de mortero, cócteles molotov y proyectiles diversos. Varias ONG denunciaron, por su parte, una utilización desproporcionada de la fuerza por parte de los agentes en Sainte-Soline. La movilización terminó con dos participantes en coma tras presuntamente ser agredidos por gendarmes.
El pasado fin de semana otra protesta de este colectivo contra la construcción de una línea de tren de alta velocidad (TGV) entre Lyon y Turín acabó con nuevos enfrentamientos entre los asistentes y las fuerzas de seguridad. Una docena de gendarmes y policías resultaron heridos.
Organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional Francia y La Liga de Derechos del Hombre condenaron la decisión del Gobierno de prohibir por decreto Les Soulèvements de la Terre, al igual que numerosos políticos de izquierdas. Marine Tondelier, secretaria nacional del Partido Ecologista-Los Verdes (EELV) denunció la motivación «política» de esta disolución. «No tienen pruebas de nada», opinó Tondelier, cuya formación se unirá al recurso que presentará el grupo ante el Consejo de Estado.
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