Crece la tensión en Francia contra la Policía al quedar en coma dos manifestantes

La Fiscalía de Rennes ha encargado una investigación a la Inspección General de la Gendarmería (IGGN), asuntos internos, por «violencias por parte de personas depositaria de la autoridad pública» y por «no asistencia de persona en peligro». La investigación deberá determinar donde se encontraban las víctimas en el momento en el que resultaron heridos, el origen de sus lesiones y si las fuerzas del orden actuaron en legítima defensa o se trata de conductas individuales inapropiadas.

Serge, en concreto, es anarquista, está fichado por la Policía y ha tenido problemas con la Justicia. Su nombre figura en el llamado 'fichero S', de personas susceptibles de representar un peligro para la seguridad del Estado por su radicalización.

La Liga de Derechos Humanos, una ONG francesa, denunció «una utilización desproporcionada de la fuerza» por parte de los gendarmes contra los manifestantes de Sainte-Soline y «varios casos de impedimento por parte de las fuerzas del orden a la intervención de los servicios de emergencia» para socorrer a los heridos. En concreto, citan a un operador del Samu (Servicio de Atención Médica de Urgencia) que explicó que «no podían intervenir para socorrer a un herido muy grave, dado que el comando (de la operación) había dado la orden de no hacerlo». Tanto la prefectura de Deux-Sèvres como el Samu niegan que los agentes bloquearan el acceso a los socorristas.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, explicó en la cadena de televisión RTL France que los servicios de urgencias llegaron «en cuanto pudieron», ya que debían intervenir en un terreno peligroso mientras manifestantes radicales tiraban «cócteles molotov y adoquines» contra los gendarmes y contra ellos. Mientras, la prefectura de Deux-Sèvres precisó en un comunicado que son las fuerzas del orden que están sobre el terreno las que tienen la capacidad de evaluar si los servicios de emergencia están o no en capacidad de intervenir en un contexto hostil, garantizando siempre la seguridad física de los bomberos y socorristas.

Las autoridades francesas habían movilizado a 3.200 gendarmes y policías para esta protesta, que consideraban de alto riesgo por la presencia de activistas radicales venidos de otros puntos de Francia y del extranjero. La manifestación de Sainte-Soline, que había sido prohibida por la prefectura de Deux-Sèvres, acabó en batalla campal. Unos 1.000 alborotadores de extrema izquierda se infiltraron entre los participantes pacíficos y se enfrentaron a las fuerzas del orden.

Los activistas más radicales lanzaron tiros de mortero, cócteles molotov y proyectiles diversos. Los gendarmes respondieron con cañones de agua, gases lacrimógenos y utilizaron los polémicos LBD (lanzadores de balones de defensa), que disparan balas de goma, según denunciaron los manifestantes. Entre los objetos incautados a los participantes en la protesta había bolas de petanca, hachas, bombonas de gas, machetes, cuchillos, piedras, bates de béisbol y material inflamable.

La tarde de este miércoles tendrán lugar protestas en todo el país delante de las prefecturas contra la violencia policial. Entre los organizadores destaca Les Soulèvements de la Terre, un colectivo ecologista que organizó la protesta de Sainte-Soline y que Darmanin quiere disolver. El ministro de Interior acusa a este grupo de ser el responsable de los actos violentos cometidos el sábado contra los gendarmes.