Sólo unas horas después de jurar el cargo de primer ministro, y como la Unión Europea se temía tras su victoria en las urnas, Robert Fico anunció este jueves que Eslovaquia no enviará más ayuda militar a sus vecinos ucranianos. El apoyo, dijo, se reducirá ... a partir de ahora a lo «humanitario y civil». «La guerra en Ucrania no es la nuestra. No tenemos nada que ver con esta guerra», argumentó el líder eslovaco, que en campaña no había escondido su intención de cortar el suministro de armamento a Kiev si regresaba al poder por tercera vez.
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La decisión de Fico, populista y prorruso, no cogió por sorpresa a la Unión Europea, que comienza a inquietarse por las sucesivas grietas en el apoyo comunitario a Kiev cuando el conflicto bélico está cerca de cumplir dos años. Ahora es Eslovaquia, pero antes fueron Hungría –con Viktor Orbán como uno de los principales azotes de Bruselas– y Polonia –que avanzó hace unos meses que no enviaría más armamento del comprometido a los ucranianos y se espera que vuelva a la senda europeísta con un cambio de Gobierno– los socios que mostraron su desacuerdo con el rol europeo en la invasión de Ucrania. «La UE debería pasar del papel de proveedor de armas al de artesano de la paz», planteó este jueves el primer ministro eslovaco, favorable a que se negocie el fin de la guerra con el presidente ruso, Vladímir Putin.
En su opinión, justificó ante los diputados, «el cese inmediato de las operaciones militares es la mejor solución» para los ucranianos. «Entendemos la ayuda a Ucrania únicamente como una ayuda humanitaria y civil, no suministraremos más armas», insistió en una confirmación de lo que ya había defendido durante la campaña electoral, en la que encadenó críticas a la UEy la OTAN. Fico ganó las elecciones con un 23,3% de los votos para su partido, Smer (Dirección), insuficientes para llegar de nuevo al Ejecutivo de Bratislava. Finalmente gobierna en coalición con una formación prorrusa de extrema derecha.
La suspensión de la entrega de armamento a Kiev era sólo cuestión de tiempo aunque Fico se dio especial prisa en oficializar su decisión, sólo un día después de convertirse, otra vez, en primer ministro. En la misma jornada comunicó, además, que su Gobierno no respaldará nuevas sanciones contra Rusia «hasta que no hayamos analizado su impacto sobre Eslovaquia». Moscú, encantado con recuperar su influencia en las regiones de la antigua órbita soviética, explicó que el cambio de rumbo en Bratislava no tendrá grandes consecuencias en la guerra de Ucrania.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, defendió que «la parte de Eslovaquia en el suministro de armas (a Ucrania) no era en efecto tan grande». Suficiente, eso sí, para aumentar la preocupación en el Ejecutivo de Volodímir Zelenski por la pérdida de aliados en un momento en que la comunidad internacional está centrada en Israel.
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