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Tras una victoria electoral aplastante en julio, los miembros del Partido Laborista tendrían que emprender en un ambiente de euforia su conferencia anual, que arranca este domingo en Liverpool. Pero el inicio del mandato de sir Keir Starmer ha estado marcado por decisiones políticas impopulares, ... aparentes divisiones en el entorno del primer ministro y sorpresas sobre su propia personalidad.
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El líder laborista se sometió el jueves a las preguntas de periodistas de medios regionales. Una fórmula que sirve al jefe del Gobierno británico para reforzar su compromiso con la devolución de poderes a las instituciones locales y explicar sus planes como, por ejemplo, apoyar quizás la construcción de un nuevo tren entre Birmingham y Mánchester, segunda y tercera ciudad del Reino Unido en tamaño. Se trata de una iniciativa de los alcaldes de las dos comarcas, que esperaban ser nodos importantes en el abandonado proyecto ferroviario de alta velocidad que pretendía unir el sur y el norte de Inglaterra.
Pero lo que ha ocupado las portadas de los medios británicos durante toda la semana ha sido el número de regalos que Starmer ha aceptado desde que fue elegido líder de su partido. Más que ningún otro parlamentario. Voces legendarias del laborismo del final del siglo XX, como Harriet Harman, han expresado en público su sorpresa por la resistencia del primer ministro a aceptar que él tiene que pagar su ropa. Un multimillonario empresario y lord, que se unió a la formación hace dos décadas y tiene entre otros negocios uno de moda, donó gafas y prendas por valor de unos 25.000 euros al jefe del Ejecutivo y a su esposa.
Starmer, presionado por la polémica, anunció el viernes que pagará la ropa aunque los regalos de más valor que ha recibido son en realidad las entradas que le dan los clubes, y en dos casos una empresa privada, para ver los partidos. El primer ministro, que ya había dicho que trabajaría cuatro días a la semana, participa con su mujer y sus hijos en los rituales del Sabbat. Los viernes acude a la sinagoga y los sábados al fútbol.
25.000 euros
en gafas y ropa han recibido el primer ministro del Reino Unido y su esposa procedentes de un lord y empresario ligado a los laboristas que, además, tiene un negocio de moda.
Los conservadores, liderados aún por Rishi Sunak, conocido por su sobrecogedora ética del trabajo, se asombraron de la ingenuidad del rival laborista sobre el tiempo que debe dedicar al puesto. Starmer ha insistido en la legitimidad de lo que hace. No puede ir a la grada con sus amigos por cuestiones de seguridad. Es lógico si se acepta que el hombre tiene derecho a seguir su pasión por el Arsenal.
El primer ministro añadió en su encuentro con los periodistas regionales una frase con potencial memorable: «Tengo todo controlado». Se refería a Sue Gray, alta funcionaria y norirlandesa, elogiada en su día por el conservador George Osborne como la persona a la que había que recurrir para resolver problemas en la Administración. Investigó el 'partygate' -las fiestas en Downing Street mientras el país se encerraba en sus casas por el covid- durante el mandato de Boris Johnson. Los 'tories' se indignaron cuando Starmer la contrató como jefa de su gabinete en la oposición, acusándola de imparcialidad al condenar al antiguo 'premier'.
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Hay tensiones en Downing Street entre asesores del partido y Gray, a la que achacan su acaparación poderes. Y recientemente, además, se ha desvelado que gana algo más que el primer ministro. En torno a Starmer hay filtraciones maliciosas. No tiene todo controlado, pero esta semana se ha asegurado de que la secretaría general del partido y su ejecutiva estén en manos de sus seguidores.
La conferencia laborista comienza este domingo con la asamblea de mujeres. Los aliados del líder han logrado que se descarten del debate mociones sobre dos asuntos polémicos: la eliminación de la subvención a la energía doméstica a millones de jubilados y el mantenimiento de un límite de subsidios a familias con más de dos hijos. El poderoso sindicato Unite quiere imponer que se vote su iniciativa sobre la ayuda para pagar la calefacción.
El partido ha perdido tres concejalías -ganadas por conservadores y liberal-demócratas- en la víspera de la celebración de la victoria de julio. Y encima el consumo y la inversión han caído porque Starmer, con su insistencia de culpar a los 'tories' por la pésima herencia económica, habría deprimido al país.
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