La disyuntiva moldava

Moldavia, al igual que Georgia, aprovecharon rápidamente la oportunidad creada por la guerra en Ucrania para «avanzar» en el camino de dicha adhesión. Avance que, como acreditan los resultados del referéndum se basa en una victoria pírrica (50,43% a favor frente al 49,57% en contra) y de última hora gracias «presuntamente» al voto de los moldavos residentes fuera del país.

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Los resultados de la consulta manifiestan que la campaña europeísta liderada por el Partido de Acción y Solidaridad para la reforma de la Constitución y el blindaje de la adhesión al club comunitario se ha mostrado insuficiente y ramplona y de ahí un resultado, muy por debajo del esperado por sus organizadores, que manifiesta claramente la división de la sociedad moldava entre europeístas y aquellos que quieren reforzar vínculos con Rusia. Claro que en estos resultados han influido también de forma notoria la campaña híbrida rusa de desinformación, propaganda y, supuestamente, compra de votos, y el paquete de asistencia de 1.800 millones de euros para los próximos tres años de Bruselas. Cada actor ha jugado sus cartas y ahora el Tribunal Constitucional tendrá diez días para validar o no los resultados.

Por otra parte, no podemos obviar que el desenlace de las elecciones presidenciales celebradas a la par que el referéndum tampoco ha aclarado excesivamente el panorama. Ninguno de los candidatos superó el 50% de los votos (Sandu obtuvo un 42%, el líder del Partido de los Socialistas Alexander Stoianoglo un 26%, el populista Renato Usatii un 13,74% y la independiente Irina Vlah un 5,45%) y sólo la segunda vuelta que se celebrará el 3 de noviembre aclarará la situación.

La doble votación del domingo radiografía una exrepública soviética dividida claramente entre pro-rusos y pro-occidentales, a la que se añade otro factor de discordia, Transnistria, región independiente de facto apoyada por Rusia. Algunos países padecen la maldición de sus riquezas y otros la de su situación e importancia geopolítica. Por eso no debemos olvidar que, además del autócrata ruso, existen otros agentes desestabilizadores deseosos de generar una nueva revolución de colores en torno al espacio ruso, y que ello sólo perjudica a la precaria estabilidad de una Europa que ya es sólo una mera comparsa mundial. Generar un nuevo desequilibrio regional perjudicará inicialmente a los moldavos e inmediatamente después a los europeos.