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La guerra de Ucrania se ha convertido en una tragedia griega en la que cada victoria ha conducido, a la larga, a una derrota e incluso algunos héroes han terminado como traidores o se han retirado con deshonor. En 2022, Kiev consiguió el apoyo sin precedentes de Europa y Estados Unidos para atacar a Rusia pero esa ayuda no fue definitiva y no consiguió mover el frente que se había establecido tras un año de combates. Este estancamiento de la guerra ha demostrado que el Ejército ruso no es fácil de doblegar y que, tras haber superado los primeros éxitos ucranianos, está dispuesto a pasar a la ofensiva gracias a disponer de más medios y más tropas que Ucrania. A continuación se detallan los cinco puntos que explican el fracaso de la iniciativa militar ucraniana.
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Para finales de 2022, Ucrania había triunfado con su contraofensiva: no solo había expulsado a Rusia de regiones importantes como Jersón o Jarkov sino que también consiguió que los rusos huyeran con el rabo entre las piernas. En ese contexto de euforia, Kiev consiguió que Europa y Estados Unidos le donaran algunos de sus mejores medios tecnológicos como los tanques Leopard alemanes o los vehículos blindados norteamericanos Bradley. La idea que defendió el presidente Zelensky fue que la superioridad tecnológica permitiría elevar la presión sobre las tropas rusas, les obligaría a retroceder y Ucrania se encontraría, por ejemplo, en disposición de recuperar la ocupada península de Crimea.
Lo que no tenían en cuenta los estrategas ucranianos era la 'línea Surovikin', bautizada así por el general que ordenó crearla, Serguei Surovikin, un mando bregado en la intervención rusa en Siria, donde se ganó el apodo de 'Armageddon'.
Tras la contraofensiva ucraniana, este alto oficial diseñó una zona defensiva compuesta por cientos de kilómetros de terreno minado, con miles de dientes de dragón -las pirámides de cemento capaces de parar un blindado- e interminables zanjas antitanque. Además, excavó cientos de trincheras y bermas -fosos formados por montañas de tierra. Durante 2023, el Ejército ucraniano no ha conseguido atravesar de manera sostenida esta barrera mortal. Solo en las primeras semanas de ataques, Kiev sufrió 13.000 bajas en esta línea.
El 6 de junio de 2023 la presa de Kajovka, saltó por los aires y provocó una inundación de dimensiones bíblicas. El embalse de 240 kilómetros de largo se vacío y el río Dnieper se desbordó en todo su recorrido hacia el mar Negro. La región de Jersón se convirtió en un lodazal.
Aunque Rusia ha negado su relación con la voladura de la instalación, la inundación le benefició ya que uno de los ejes por el que Ucrania tenía pensado canalizar su contraofensiva de primavera quedó impracticable. Los tanques Leopard eran incapaces de atravesar kilómetros de terreno embarrado y las tropas de infantería se dedicaron a salvar a los habitantes atrapados por la inundación.
La magnitud de los daños, tanto al medioambiente como a la economía, fueron incalculables. Desde el punto de vista militar, la posibilidad de realizar un ataque por Jersón hacia Crimea, desapareció de los mapas de guerra.
El hecho de que Jersón quedase relativamente seguro permitió a los comandantes rusos centrar sus esfuerzos en otras áreas situadas más al norte. Uno de los lugares en los que se centró el ataque de Moscú fue la ciudad de Bajmut, un enclave que ya era conocido como 'la picadora de carne' por los miles de soldados de ambos bandos que estaban muriendo en las ruinas de esa ciudad.
Bajmut era un lugar de menor valor estratégico pero el hecho de que Ucrania se negara a abandonarla y los rusos se obsesionaran en conquistarla la convirtió en un punto clave de la guerra durante meses. Los dos bandos enviaron a la zona a sus mejores tropas y los avances diarios se medían en apenas unas decenas de metros, conseguidos a cambio de la vida de cientos de soldados.
Rusia envió hasta Bajmut a tropas sin una preparación específica y su presencia fue reforzada por los mercenarios de Wagner, cuyo jefe, Evgeny Prigozhin, llegó a desplazarse al frente para estar al lado de sus soldados de fortuna. Como estas tropas, compuestas en gran parte por ex presidiarios, tampoco conseguían romper el frente, Moscú lanzó también a las VDV, las tropas aerotransportadas, una unidad de élite y mucho más preparada que el resto. En marzo, el centro de la ciudad ya se hallaba en manos de los mercenarios, pero Ucrania no dejaba de realizar intentos de reconquistar la urbe y los barrios de la periferia eran escenarios de combates diarios.
La batalla de Bajmut había concedido a Prigozhin un protagonismo sin precedentes en la política rusa, en la que, por debajo de Putin, no existe nadie con voz propia. Sin embargo, este ex presidiario reconvertido en magnate de la hostelería y luego en oligarca en la corte de Putin, comenzó a enfrentarse abiertamente al Estado Mayor ruso. Prigozhin se convirtió en una figura mediática sin precedentes y sus mensajes contra los dos máximos responsables de la guerra en Moscú, el ministro de Defensa Sergeui Shoigu y el jefe de Estado Mayor Valery Gerasimov, llegaron al insulto e incluso a acusaciones de traición. En respuesta, el Kremlin ordenó que todos los mercenarios firmaran su paso al Ejército regular, lo que equivalía a la disolución de Wagner.
El 23 de junio se produjo la rebelión de los mercenarios de Wagner, capitaneados por Prigozhin. Muchas de las circunstancias que rodearon a este motín se desconocen hoy en día, ya que existe la sospecha de que la revuelta tenía como objetivo detener a Shoigu y a Gerasimov en la ciudad de Rostov. Supuestamente, ambos se encontraban en la localidad y huyeron al conocer los planes de Prigozhin. El jefe de los mercenarios llegó a iniciar una marcha hacia Moscú que se detuvo por la mediación del dictador de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko.
Prigozhin murió el 23 de agosto al explotar su jet privado mientras se dirigía a San Petersburgo. Al parecer, alguien había introducido en una caja de vino un explosivo que estalló en pleno vuelo. Su muerte, atribuida a los servicios secretos rusos, supuso el fin de Wagner. En las purgas posteriores se actuó también contra Sergeui Surovikin, el general que había creado la línea que lleva su nombre y que había frenado la ofensiva ucraniana. Fue acusado de conocer los planes de Prigozhin, con el que tenía una relación de amistad, y no haber actuado.
Ucrania no aprovechó esta crisis interna rusa para lanzar la ofensiva, en parte, porque las potencias occidentales le pidieron prudencia para que el Gobierno ruso no optara por una decisión desesperada al verse sometida a una crisis que podía llevar al colapso a Moscú.
El 9 de febrero, el presidente Vladimir Zelensky cesó al general que se había encargado de la defensa de Ucrania desde el inicio de la invasión rusa, Valerii Zaluzhny, y nombró en su lugar a Oleksandr Syrskyi. Zaluzhny, un héroe para la población, se había convertido en un problema para el presidente porque actuaba de una manera autónoma y presentaba iniciativas como la movilización de miles de ucranianos sin tener en cuenta el mandato político.
El nuevo responsable de la guerra sería el encargado de ordenar la evacuación de la ciudad de Avdiivka, en el Donbás. La caída de esta ciudad ha sido un duro golpe para el Gobierno de Kiev. Al igual que en Bajmut, los dos países en conflicto se habían desangrado en una batalla por mantener el control de la ciudad desde el 2022. Los rusos intentaron una y otra vez rodearla para conseguir su derrota, pero todos sus planes fracasaron. Hasta que en noviembre del año pasado comenzó a preparar un asalto con unidades de fusileros motorizados, paracaidistas, milicias nacionalistas prorrusas y los batallones 'Storm Z', compuestos por ex presidiarios. Una muestra de la superioridad rusa fue el dato facilitado por el propio Zelensky, quien aseguró que Rusia disparaba cinco obuses por cada uno que lanzaba Ucrania. Además, el ejército de Putin empleó la táctica de la Segunda Guerra Mundial de enviar oleadas de soldados en ataques casi suicidas. Según algunos analistas, en algunos momentos se registraron alrededor de mil soldados rusos muertos al día. La superioridad en material y medios humanos de Rusia fue suficiente para acabar con la defensa de Avdiivka.
Tras la evacuación, el general Syrsky declaró que Ucrania pasaba a «una operación defensiva, que consiste en infligir las máximas pérdidas a la Federación Rusa». «La vida de cada soldado es nuestro valor principal, por lo que estamos dispuestos a retirarnos a posiciones más seguras en lugar de sacrificar a todos nuestro personal», agregó. Estas palabras enterraron la ofensiva ucraniana y anunciaron que la guerra entraba en una nueva fase más peligrosa para Ucrania.
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