El Batallón Mónaco lucha en la Riviera
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Oligarcas y políticos de Ucrania campan a sus anchas por la Riviera pese a la ley marcial, de igual modo que las sanciones no impiden a los rusos disfrutar del lujo europeoLa élite. ·
Oligarcas y políticos de Ucrania campan a sus anchas por la Riviera pese a la ley marcial, de igual modo que las sanciones no impiden a los rusos disfrutar del lujo europeoAnastasia Kostin colgó en febrero en una red social un retrato sentada en un restaurante de lujo de Estocolmo. El pasado abril, en una nueva fotografía, con un mohín triste, se declaraba cansada del norte de Europa: «Finlandia- Escocia. Me tienen harta. Quiero volver a ... casa en Mónaco». Anastasia es hija de Andrii Kostin, el fiscal general de Ucrania. «¿Y por qué no vuelves a tu Odessa natal?», ha sido la respuesta de algunos internautas de la exrepública invadida.
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Mientras se desarrollaba este ocioso drama en el seno de la familia de uno de los estrechos colaboradores del presidente Volodímir Zelenski, Maria Kitayeva, general de división honoraria, exasesora del ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu y pareja del viceministro Timur Ivanov, hizo varios viajes de compras a Hungría e Italia. En uno de ellos adquirió dos pijamas. Las dos anécdotas revelan un mismo desenlance: ni los intentos de Kiev para que sus altos cargos y allegados den ejemplo en tiempos tan sangrientos ni las sanciones internacionales contra personalidades relevantes del régimen ruso en castigo por la invasión evitan a unos y otros disfrutar de una vida de lujo en Europa mientras miles de soldados de los dos bandos mueren en el frente.
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'Batallón Mónaco'. Así denomina la prensa ucraniana de manera mordaz a la lista de diputados y oligarcas que se han retirado a sus propiedades en la Riviera desde el comienzo de la guerra o son vistos de vez en cuando entrando en el casino de Montecarlo o en una lujosa fiesta en los Alpes franceses. La primera investigación al respecto del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) revelaba que al menos 84 miembros de la élite financiera y política del país habían tomado el camino del exilio dorado al principio de la invasión. Aquella investigación se remonta a agosto de 2022 y en estos últimos doce meses el avistamiento de vehículos exclusivos como un Bentley Flying Spur matriculado en Járkov o un Mercedes Maybach con placas de Dnipro ha sido frecuente en Niza, la capital monagesca y Cap Ferrat, según las pesquisas del periódico 'Ukrayinska Pravda'. Modelos muy lejos de los más comunes en la exrepública, el Kia Sportage y el Dacia Duster.
El caso de la joven hija del fiscal general, que antes de la guerra fue asesora medioambiental del Gobierno, ha exacerbado los ánimos populares. La sucesión de frivolidades que reproducen el rancio retrato de la aristocracia gubernamental, pero esta vez en medio de un baño de sangre, encoleriza a la población y a miles de jóvenes conscientes de que su futuro son las trincheras y que dicen no poder «salir del país porque el fuhrer (Putin) nos lo impide».
Las investigaciones apuntan a decenas de nombres, entre ellos el del empresario Kostyantyn Zhevago, la cuarta mayor fortuna del país, cuyo megayate ha sido visto anclado frente a Mónaco, Saint Tropez y Cerdeña, según las indagaciones del 'Pravda' que también recoge el digital 'Censor'. Dos meses después de la invasión, mientras Mariúpol y Bucha eran desgarradas, la embarcación, que dispone de gimnasio, sauna y peluquería y necesita una tripulación de 18 personas, se encontraba amarrada en Palma de Mallorca. Zhevago bautizó su barco con la letra 'Z'.
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Otro alto ejecutivo, Oleksandr Katsuba, frecuenta los mismos destinos de brillo desmedido. Le han vinculado con supuestos casos de corrupción durante la etapa del anterior presidente, Víktor Yanukovych, y en la guerra una de sus actividades ha sido la de adquirir vehículos usados en Europa con el fin de darles un uso militar. Un periodista le localizó junto a un exquisito restaurante en Mónaco. Él explicó que había salido de Ucrania «para comprar autos para las Fuerzas Armadas» y «lo detuvieron los niños».
«Estas son personas que han hecho fortuna en uno de los países más pobres de Europa, y están esperando a ver cómo terminará la guerra. Si Ucrania gana, volverán para enriquecerse. Pero, si gana Moscú, tendrán suficiente para vivir cómodamente el resto de sus vidas», reflexiona George Woloshyn, columnista del 'Kyiv Post'. El 'Batallón Mónaco' nunca ha encontrado grandes dificultades para sus paseos europeos, pese a la ley marcial impuesta por el Gobierno de Kiev que prohíbe expresamente a cualquier ucraniano entre 18 y 60 años cruzar la frontera.
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A principios de este año, se produjo un auténtico escándalo tras confirmarse que decenas de políticos se habían ido de vacaciones mientras los soldados caían bajo la artillería. El Ejecutivo limitó las salidas al extranjero de los diputados, alcaldes, funcionarios regionales, fiscales y jueces. Solo estaban autorizados a viajes de negocios o en razón de sus cargos. Pero ni eso impidió los traslados a algunos de «los rincones más caros del mundo», señala el 'Pravda'. A bastantes diputados, sobre todo de la oposición pese a que los oficialistas también sucumben a estas prácticas, les ha costado el puesto, despedidos por el propio Zelenski.
La publicación averiguó, por ejemplo, que el 5 de mayo fue fletado un barco de recreo en Viena para dirigentes de un proscrito partido prorruso. Un caso cuando menos singular es el de Serhii Lyovochkin, expulsado en marzo del Parlamento tras confirmarse que había dejado el país nada más iniciarse la guerra. Y eso que formaba parte del comité de Seguridad Nacional y Defensa. Justificó su marcha a Niza porque debía «operarse de una rodilla».
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Los dirigentes del partido presidencial, Servidor del Pueblo, son tvisitantes asiduos de las Maldivas o de España. A finales de julio, el diputado y presentador de televisión Oleksandr Dubinsky pidio permiso a Kiev para llevarse a su padre al extranjero donde debía realizar un tratamiento contra el cáncer. Sin embargo, el padre fue y volvió solo. Un bloguero descubrio a Dubinsky junto con su mujer de vacaciones en Barcelona. El pasado miércoles, el Tribunal de Distrito de Pechersk le condenó a portar un brazalete electrónico mientras se le investiga por falsificar documentos para cruzar la frontera. Significativamente, sobre él pesa una sanción de Estados Unidos por interferir en las elecciones presidenciales de 2020, lo que no le ha impedido moverse a sus anchas por Europa.
La Policía ucraniana ha averiguado varios métodos que la élite utiliza para eludir la ley marcial; desde identificarse como segundo conductor de una persona que sí está autorizada a desplazarse a otro país hasta remitir al Servicio Estatal de Fronteras peticiones falsificadas de salida firmadas supuestamente por organismos nacionales. O los recurrentes sobornos a los funcionarios. Esta semana, Zelenski ha cesado a todos los jefes regionales de reclutamiento del país al descubrirse una trama de pagos a cambio de hacer la vista gorda en los alistamientos.
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Hace un año el presidente ordenó expedir pasaportes especiales a los diputados para controlar sus salidas. Sin embargo, muchos los emplearon al libre albedrío fingiendo que iban a recoger a trabajadores humanitarios extranjeros para traerlos a Ucrania. La situación es tal que su oficina se propone crear una unidad especial de investigadores que se dedique a buscar a funcionarios y cargos políticos por el mundo.
Las sanciones occidentales contra Rusia también han intentado restringir los movimientos internacionales o incautar los bienes de la élite con mediano éxito. La Fundación Anticorrupción creada por el opositor encarcelado Alexei Navalni ha confeccionado una lista nada desdeñable de políticos, deportistas y familiares repartidos por Europa, desde Maria Kitayeva y sus viajes a Italia y Hungría hasta una conocida defensora de Putin que reside con su familia en España, donde posee dos chalés y un ático. La mujer se mudó a nuestro país dos semanas después de iniciada la guerra, según 'The New Yok Times'.
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Un ejemplo sintomático de cómo allegados de líderes del ejército y del Gobierno ruso se han afincado oportunamente en el continente es el de la hija de Boris Obnosov, jefe de la Corporación de Misiles Tácticos de propiedad estatal, que fabrica muchas de las bombas que caen sobre las ciudades ucranianas. La joven vive con su marido en Praga, donde la familia posee bienes por valor de seis millones de euros. La guerra es para pobres y civiles.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, baraja asistir en persona a la cumbre del G-20 organizada en Nueva Delhi los próximos días 9 y 10 de septiembre. India no petenece al grupo de países sobre los que tiene autoridad el Tribunal Penal Internacional, por lo que tampoco aplicaría la orden internacional de arresto sobre el jefe del Kremlin por presuntos crímenes de guerra.
Putin buscaría así romper el aislamiento que sufre desde el inicio se la invasión por parte de Occidente, con cuyos líderes no ha vuelto a tratar desde febrero de 2022. También sería una manera de reforzar su influencia con los gobiernos más cercanos, como es el caso de la propia India, más aún después de la reciente cumbre en Arabia donde Ucrania logró sentar a este país, además de China y Brasil. La ocasión es propicia, finalmente, para que Putin exponga a los líderes internacionales su propio plan de paz.
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