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M. Pérez
Martes, 8 de agosto 2023, 22:25
El Gobierno de Ucrania acusó este martes a Moscú de dar un nuevo salto cualitativo en la guerra y bombardear conscientemente a trabajadores de los servicios de rescate. La imputación se produjo después de que la artillería rusa arrojara un misil sobre la ciudad de ... Pokrovsk, en la región de Donetsk, y 37 minutos después lanzase un segundo proyectil hacia el mismo objetivo que alcanzó de llenó a los rescatistas, policías y vecinos que buscaban víctimas ente los escombros de la primera explosión. Kiev afirma que el Kremlin ha utilizado esta táctica en otras ocasiones, pero en esta desató una masacre salvaje. Anoche se contabilizaban siete víctimas mortales y 82 heridos, entre ellos varios niños.
Pokrovsk es un centro relativamente importante a nivel militar, ya que ahí suelen concentrarse las tropas que vienen del frente y las que se encaminan hacia el campo de batalla, a medio centenar de kilómetros. También ha sido durante gran parte de la contienda la última localidad a la que llegaba el tren con relativas garantías, de modo que se convirtió en el lugar desde el que el ejército evacuaba a sus heridos en combate. Como este martes, la ciudad ha visto mucha sangre y demasiadas mutilaciones.
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Los dos misiles Iskander resultaron devastadores al impactar, uno detrás del otro, contra un edificio alto de viviendas que acoge un hotel y un restaurante italiano. Otra docena de inmuebles sufrieron también graves daños, entre ellos las oficinas de la Fiscalía. El Iskander es un proyectil tramposo y destructor. Puede equipar media docena de señuelos para despistar los sistemas de detección y las defensas antiaéreas, su precisión es muy elevada y lleva una carga de 700 kilos de explosivo.
Las plantas más elevadas desaparecieron. Voladas. Arrasadas. Como ejemplo de la capacidad de demolición de los cohetes, los servicios de emergencia tuvieron que remover 122 toneladas de escombros. La única noticia positiva fue el salvamento de ocho personas atrapadas entre las montañas de hormigón, cemento y acero.
A los servicios de seguridad ucranianos, el ataque les recuerda al perpetrado el 27 de junio contra una pizzería de Kramatorsk, que mató a una docena de personas. Un vecino de esa población permanece detenido por informar a Rusia sobre el perfil y la ubicación de aquel establecimiento y la Policía no descarta que en este caso el ejército invasor haya recibido también la ayuda de un espía dada la precisión de los disparos. Como en Kramatorsk, el Corleone, el restaurante situado en el edificio atacado, y el hotel eran frecuentados por periodistas, voluntarios de organizaciones humanitarias y mandos militares dada su proximidad al frente de Bajmut.
El ataque ocurrió a primeras horas de la noche del lunes, lo que cimenta las tesis de la Inteligencia ucraniana de que se trató de una acción perfectamente dirigida: era el momento en que el hotel y el restaurante debían tener su mayor número de clientes. Después de la segunda explosión, que mató a dos rescatistas -uno de ellos era el subdirector del Departamento de Respuesta de Emergencias de Donetsk- e hirió a 38 trabajadores de este servicio, las labores de rescate quedaron suspendidas hasta el amanecer ante la eventualidad de nuevos bombardeos. A las cuatro de la tarde de este martes se dio por concluida la operación. Sólo quedaron atrás escombros, restos de enseres personales y un denso olor nauseabundo procedente de los pisos carbonizados.
Entre los heridos se encuentra un agente de policía que también participó en la evacuación de Mariúpol durante su asedio en los primeros días de la invasión a finales de febrero de 2022. Volodímir, que así se llama el funcionario, fue uno de los protagonistas del documental 'Veinte días en Mariúpol', dirigido por el periodista Mstyslav Chernov, que narra las atrocidades de la guerra y ha sido reconocido en numerosos festivales internacionales.
El presidente, Volodímir Zelenski, declaró este martes que «Rusia intenta convertir la región de Donetsk en ruinas y piedras calcinadas». El Kremlin sostuvo que sus cañones apuntaron a una base en la que se reunían altos mandos ucranianos.
Por su parte, el Reino Unido anunció este martes que ha firmado sanciones contra veintidós personas -entre ellas, ciudadanos suizos y eslovacos- y empresas con sede en Turquía, Dubái e Irán por suministrar a Moscú material y componentes electrónicos necesarios para fabricar armas. El propósito es el de «disminuir aún más el arsenal de Rusia» y complicar el trabajo de su industria militar por falta de material.
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