Dos jóvenes depositan flores en un memorial improvisado en recuerdo a las víctimas del ataque terrorista en el Crocus City Hall Reuters

Las autoridades rusas se ceban con los inmigrantes tras el atentado en el Crocus City Hall

La Policía realiza amplias redadas contra personas procedentes de Asia Central y los tribunales ya han expulsado a más de un millar en un mes

Rafael M. Mañueco

Corresponsal. Moscú

Domingo, 28 de abril 2024, 18:55

No es la primera vez que un atentado terrorista o un incidente con algún país vecino desata la xenofobia y el chovinismo entre los rusos. Ya sucedió con Chechenia, contra quien Moscú mantuvo dos guerras en menos de una década, con Georgia y ahora con ... Ucrania. Rusia ha sufrido muchos atentados perpetrados por el fundamentalismo islámico. De ahí ese temor a las minorías étnicas de confesión musulmana.

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Un reciente sondeo del centro sociológico VTsIOM constata que un 60% de la población rusa mantiene una actitud «bastante negativa» hacia los inmigrantes cuando en agosto de 2023 ese porcentaje era del 40%. Y es que el terrorismo yihadista estaba ya casi olvidado en el país, pero, tras el ataque en el Crocus City Hall de Moscú, el pasado 22 de marzo, reivindicado por la rama del Estado Islámico denominada Vilayat Jorasán, la histeria nacionalista se ha vuelto a disparar. La Policía organiza redadas en viviendas en donde viven extranjeros, en sus centros de trabajo, en mercados de abastos y entre los taxistas.

El Ministerio de Exteriores de Tayikistán recomendó el sábado a sus nacionales evitar los viajes a Rusia. El titular de esa cartera, Sirojiddín Muhriddín-Aslov, ya denunció este mes en Minsk (Bielorrusia), durante una reunión de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que la información difundida por Moscú sobre el atentado «estuvo mal llevada y ha dañado la imagen de Tayikistán y sus ciudadanos». Deploró además los «métodos» de los agentes contra los inmigrantes y hasta con los terroristas, a uno de los cuales le fue cortada una oreja. «El empleo de la tortura en forma de mutilaciones corporales es inaceptable», declaró.

Svetlana Gannúshkina, activista de derechos humanos y presidenta del comité de Asistencia Cívica, que lleva décadas ayudando a inmigrantes y refugiados en Rusia y que ha sido incluida por las autoridades en el registro de agentes extranjeros, ha asegurado a varios medios que «las fuerzas de seguridad detienen sin motivo y echan del país a personas de Asia Central, incluso a quienes llevan mucho tiempo viviendo en el país y están casadas con nacionales».

Los más afectados por la ola de xenofobia son los ciudadanos de Tayikistán, de donde procedían los autores de matanza

En poco más de un mes, los tribunales de Moscú han expulsado a más de un millar de inmigrantes procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, especialmente de Tayikistán, de donde procedían los cuatro presuntos autores de la matanza a tiros de 145 personas en el Crocus City Hall, y los ocho cómplices imputados. Así figura en las web de los juzgados de la capital. Aunque en menor cantidad, las deportaciones se extendieron también a ciudadanos de Uzbekistán, Kirguistán, Armenia y Azerbaiyán.

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En declaraciones al diario ruso 'Védomosti', Eva Merkachiova, miembro del Consejo de Derechos Humanos de Rusia, sostiene que «los centros de detención temporal están hasta arriba de gente» en Moscú y en muchas otras ciudades. Merkachiova pone el ejemplo de Tula, en donde tayikos y uzbekos se hacinan en reducidas celdas, una situación que «se repite en muchas otras regiones».

«Una caza de brujas»

Gannúshkina, por su parte, relata que un tayiko «había salido a la calle a comprar pan y le arrestaron». La activista recuerda que «después de cada ataque terrorista o de crímenes de alto perfil se desencadena siempre una caza de brujas contra los inmigrantes, a quienes se les culpa de todo, incluso de delitos menores. A una niña, por ejemplo, le robaron el teléfono, lo denunció y los agentes se llevaron al primer inmigrante que encontraron, a quien, bajo amenazas, le obligaron a confesar que fue él el ladrón».

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La enorme tensión reinante llevó incluso a la Policía el 8 de abril, tras romper la cerradura de la puerta, a irrumpir en el apartamento de un diplomático de Kirguistán para exigirle el documento de registro migratorio. Su esposa recibió un violento empujón al tratar de interponerse. Según el diputado kirguís, Dastán Bekéshev, los agentes rusos «se han vuelto locos, si les hacen esto a los empleados de la embajada, no puedo ni imaginar lo que les harán a quienes no tienen inmunidad».

La eclosión xenofóbica no solo se manifiesta contra los inmigrantes centroasiáticos. Es también un clásico perseguir y culpabilizar a los habitantes del Cáucaso Norte, musulmanes en su mayor parte. La guerra en Chechenia y los atentados que cometieron extremistas de ésa república son elementos que continúan vivos en el imaginario colectivo. Hasta tal punto que, en las primeras horas tras el ataque en el Crocus City Hall, fue detenido el checheno Asjab Uspánov. Su fallecimiento en comisaría lo dio a conocer su madre.

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Según la familia, Uspánov fue detenido y llamó a su esposa para tranquilizarla y asegurar que era una comprobación rutinaria. Después, volvió a llamarla para pedirle que fuera a la comisaría porque la cosa se estaba complicando. Cuando llegó, le mostraron el cadáver de su marido.

El canal de Telegram opositor 1ADAT informó que el cuerpo del checheno tenía costillas y vértebras rotas, marcas de estrangulamiento y múltiples hematomas. El mismo medio mostró en un vídeo el cadáver en la morgue con signos de violencia y aseguran que la Policía fingió que Uspánov se suicidó. La familia niega la posibilidad de su participación en el ataque terrorista y, de hecho, su nombre no figura en la investigación ni se le vincula con lo sucedido en el Crocus City Hall.

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