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LLas imágenes de las protestas violentas contra la reforma de las pensiones en Francia han dado la vuelta al mundo, han dañado la imagen del país en el extranjero y han dejado un importante daño colateral. El presidente, Emmanuel Macron, se vio obligado este viernes ... a aplazar la visita de Estado del rey Carlos III por los disturbios de los últimos días en París y otras ciudades. Desde Bruselas aseguró que no habría sido «serio» y hubiera carecido de «sentido común» mantener el viaje del monarca británico y su esposa, Camilla, después de que los sindicatos convocaran otra gran manifestación para el próximo martes.
La protesta hubiera tenido lugar en plena visita de Carlos III a París y Burdeos, dos de las ciudades más afectadas por la violencia de manifestantes radicales en los últimos días. El presidente, que asistirá a la coronación del rey británico el próximo 6 de mayo, confía en poder recibir a la pareja «a principios de verano» y hacerlo «en condiciones que les permitan aprovechar Francia, París y Burdeos», dijo en la rueda de prensa posterior al Consejo Europeo.
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Se esperaba que Carlos III llegara mañana a Francia -donde habría estado tres días- en su primer viaje de Estado como monarca al extranjero. A pesar de este cambio de planes de última hora, el rey mantendrá su visita a Alemania previsto del 29 al 31 de marzo. Su programa oficial en tierras galas incluía su presencia en el Arco del Triunfo en París, un discurso en el Senado, una exposición de Manet y Degas en el Museo de Orsay, una cena en el castillo de Versalles y un paseo por Burdeos, donde estaba previsto que inaugurara el consulado británico y recorriera un viñedo biológico.
Pero la visita, en plenas movilizaciones contra la reforma de las pensiones, suponía un quebradero de cabeza para las autoridades francesas en cuanto a seguridad. El Ministerio del Interior había previsto que 4.000 policías y gendarmes fueran movilizados durante el viaje, lo que le hubiera restado efectivos para hacer frente a las protestas violentas. El Quai d'Orsay, el Ministerio de Asuntos Exteriores, aseguró que su suspensión para la fecha prevista «no tiene ningún impacto sobre la amistad de nuestros dos países. Al contrario, es para dar a esta visita el marco propicio que debe tener que ha sido aplazada, tras una decisión conjunta de los dos Gobiernos y una llamada entre los dos jefes de Estado», explicó Anne-Claire Legendre, portavoz de esta cartera Según Downing Street, fue Macron quien realizó la petición.
4.000 policías y gendarmes
iba a movilizar la visita, lo que hubiera restado efectivos en las protestas.
La oposición aprovechó el anuncio para atacar al presidente galo. «El estallido de violencia daña a la República y socava a Francia», lamentó Éric Ciotti, al frente de Los Republicanos (derecha moderada), quien tachó de «vergüenza» para el país «no ser capaz de asegurar la seguridad de un jefe de Estado». «La reunión de los reyes en Versalles dispersada por la censura popular. Los ingleses saben que Darmanin (ministro del Interior) es nulo para la seguridad», escribió en una red social Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, siempre crítico con Macron, al que acusa de ser un «monarca republicano».
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, consideró que aplazar la visita de Carlos III es «una sabia decisión». «El rey y la reina consorte serán siempre bienvenidos a París», defendió la regidora, que Hidalgo, que bastante tiene con lidiar en estos momentos con las protestas violentas y la huelga de basureros en la ciudad. Al aplazar la visita, además, Macron evita el banquete en Versalles con el monarca que hubieran dañado aún más su imagen pública en pleno pulso con los sindicatos. «No cederemos nada ante la violencia. Ante la violencia, que distingo de las manifestaciones, continuaremos demostrando una gran firmeza», prometió el mandatario, que hizo un llamamiento a la responsabilidad de los franceses y mostró su apoyo a policías y gendarmes por su «trabajo ejemplar».
«El derecho a manifestarse y protestar no da derecho a un desorden generalizado», advirtió Ciotti, quien cree que «Francia está más divida que nunca, atrapada entre la demagogia insurreccional de la extrema izquierda y la impotencia desorientada del Gobierno». En su opinión, es urgente la vuelta a la calma y el mantenimiento del orden. El Consejo Constitucional deberá pronunciarse en las próximas semanas sobre la reforma de las pensiones, ya adoptada por decreto. que Macron confía en que entre en vigor a final de año. Los sindicatos y la izquierda no se rinden y anuncian más protestas este fin de semana antes de la gran manifestación del martes. «Carlos III ha retrocedido, Macron retrocederá», garantizó Manuel Bompard, coordinador de La Francia Insumisa.
El prefecto de la Policía en París pedirá al departamento de Asuntos Internos que investigue el contenido de una grabación filtrada a 'Le Monde' donde al parecer se aprecia que varios miembros de las fuerzas de seguridad intimidan a un grupo de siete jóvenes detenidos. Uno de ellos grabó de forma oculta las escenas donde se sucederían los comentarios amenazantes y sexuales e incluso algunas bofetadas.
Las brigadas policiales están en el punto de mira de las asociaciones civiles de Francia por su presunta brutalidad en la represión de las protestas, según denuncian los partidos de izquierda en la oposición, la Liga de Derechos Humanos, Human Rights Watch e incluso la Defensora del Pueblo. Muchas de las quejas se dirigen a la fuerza utilizada por los agentes, las detenciones «arbitrarias», incluso de escolares y personas que hacían footing, o el dispario temerario de gases lacrimógenos, lo que ha causado numerosos heridos. Interior afirma que la Policía responde a alborotadores violentos y que 441 agentes han resultado lesionados.
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