Una semana después del atentado islamista de Solingen perpetrado por un refugiado sirio que mató a tres personas y cuando no se habían cumplido 24 horas desde que el Gobierno alemán anunciara medidas para reprimir la amenaza terrorista y los abusos de los peticionarios de ... asilo rechazados, un grupo de 28 ciudadanos afganos -todos ellos con antecedentes penales- fue ayer repatriado forzosamente a Kabul desde Leipzig en un vuelo fletado expresamente para la ocasión. La medida, además, coincidió con un nuevo apuñalamiento que dejó cinco heridos, tres de ellos en estado crítico, en un autobús en la ciudad de Siegen en el que viajaban 40 personas y que se dirigía a un festival. Las fuerzas de seguridad detuvieron a la presunta agresora, una mujer de 32 años, aunque los primeros indicios no apuntarían a un nuevo acto terrorista.
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Según relataron varios testigfos al diario Bild, la mujer, que sería de nacionalidad alemana, atacó al azar y el conductor, al percatarse, detuvo el autobús y abrió las puertas para permitir escapar a los pasajeros. Según varios medios, la Policía sospecha que la mujer podría padecer alguna enfermedad mental y tiene antecedentes por delitos relacionados con drogas.
Respecto a los 28 deportados, es toda una incógnita lo que el régimen talibán hará con ellos. Proceden de once Estados federados germanos, entre ellos Berlín, Baviera o Hesse y la expulsión fue organizada por el Ministerio federal del Interior en coordinación con las autoridades regionales y la colaboración del emirato de Catar, cuya compañía aérea puso a disposición un Boeing 737.
Es la primera vez que Alemania deporta a ciudadanos afganos a su lugar de origen desde la llegada al poder en 2021 de los talibanes, con los que Berlín no mantiene relaciones diplomáticas. De ahí la mediación de las autoridades cataríes. Cada uno de los expulsados recibió antes de partir una prima de mil euros. Durante el vuelo fueron acompañados por un médico, pero no llevaron escolta de fuerzas de seguridad, algo absolutamente inusual. La Policía federal es habitualmente la responsable de la entrega personal de los repatriados en sus países.
Fuentes gubernamentales germanas destacaron que esta operación de repatriación forzosa es una excepción. Para realizar deportaciones masivas a Afganistán Berlín sondea otras posibilidades. Para eso negocia con Uzbekistán y otros países vecinos la posibilidad de usar sus aeródromos como puentes para esas expulsiones.
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La situación de los derechos humanos en Afganistán es más que preocupante y la justicia de los talibanes sumamente arbitraria. El régimen fundamentalista ha reintroducido castigos físicos brutales y las ejecuciones públicas. Organizaciones humanitarias verificarán minuciosamente cómo actúan los extremistas con estos deportados. En Berlín se espera un trato aceptable, toda vez que el régimen de Kabul aspira a mejorar su imagen internacional.
Sin embargo, organizaciones como Amnistía Internacional criticaron la expulsión. «Todos tenemos derechos humanos y nadie debe ser deportado a un país donde se verá amenazado de tortura», dijo su secretaria general, Julia Duchrow.
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Todos estos hombres tienen un amplio historial delictivo en Alemania. Cuatro de los seis expulsados por Hesse cumplían penas de cárcel por delitos de intento de homicidio, robo con violencia, lesiones graves o violación. Uno de los dos procedentes de Sajonia estaba en prisión por doble violación y el segundo por abusos de menores, a los que además suministraba drogas. También cumplían penas por delitos sexuales dos de los deportados por el Estado de Baviera, mientras que un tercero por tráfico de drogas a gran escala. Turingia expulsó a un hombre con un largo historial de robo con violencia y lesiones graves igual que los cinco hombres trasladados desde la Baja Sajonia y los dos que fueron sacados de una prisión de Berlín.
La campaña para las elecciones regionales en Turingia y Sajonia, que se celebran este domingo, llegó este viernes a su fin con la ultraderecha como favorita. Los sondeos vaticinan también un fuerte ascenso del populismo de izquierdas representado en la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), cuya líder, que da nombre a la formación, fue atacada en un mitin en la ciudad de Erfurt, en el este de Alemania.
La polémica y carismática candidata, que fundó el BSW hace escasos meses, fue rociada con pintura por un hombre, que acabó detenido. El partido calificó lo ocurrido de «ataque cobarde». No es la primera vez que un político alemán sufre una agresión en la calle en los últimos meses. Justo antes de los comicios europeos, por ejemplo, un eurodiputado socialdemócrata recibió una paliza que le llevó al hospital.
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