Kamala Harris interviene en un mitin en Charlotte (Carolina del Norte). Jim Watson/AFP

Trump, que niega un nuevo debate, habla de economía y Harris sobre el aborto en su vuelta a la campaña

La primera jornada de los candidatos a la Casa Blanca tras el debate televisado reflejaba este jueves la hoja de ruta de cada uno para ganar las elecciones

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Jueves, 12 de septiembre 2024

Del escenario del debate al frente de guerra. La primera jornada de campaña de los candidatos a la Casa Blanca reflejaba el jueves la hoja de ruta de cada uno para ganar las elecciones. También dejó espacio para una resaca del debate que al expresidente ... se le está haciendo larga. De hecho, Donald Trump rechazó ayer la posibilidad de un nuevo cara a cara televisado. Así lo aseguró en su red Truth Social. «No habrá un tercer debate», en alusión a que ya mantuvo otro con Joe Biden antes de que presentase la renuncia a su candidatura. «Cuando un boxeador pierde una pelea, las primeras palabras que salen de su boca son: 'Quiero una revancha'. Las encuestas muestran claramente que gané el debate contra la camarada Kamala Harris, la candidata de la izquierda radical de los demócratas» añadió. Poco después, la vicepresidenta respondió con otro breve mensaje publicado en la red social X: «Le debemos a los electorales tener otro debate».

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Fuera de las redes sociales, Trump estaba de vuelta en Arizona, por segunda vez en menos de un mes. En 2020 perdió por apenas 11.000 votos este Estado que había caído sistemáticamente en el marcador del Partido Republicano desde George W. Bush en el año 2000. Esta vez las encuestas vuelven a ponerlo en empate, con un 47,7% cada uno, pero la campaña del expresidente cuenta con él para vencer el 5 de noviembre, junto con otros tres Estados que perdió por la mínima (Georgia, Michigan y Pensilvania).

Si en su anterior visita apareció con Robert F. Kennedy Jr. en el escenario y se dedicó a atacar el papel del Gobierno en la frontera, el jueves se centró en la economía y el problema de la vivienda. Trump ha visto la oportunidad de ganar votos entre un sector que hasta ahora le era poco receptivo, el de los hispanos. Afectados directamente por la competencia que representan los nuevos inmigrantes, y resabiados por no haber recibido las ayudas que tienen los venezolanos en su desembarco como exiliados políticos, la clase a la que todavía se le resiste el sueño americano se echa la mano al bolsillo a la hora de votar.

La inflación de la postpandemia no es «la más alta de la historia», como dijo Trump en el debate, pero sí en las vidas de los estadounidenses y, en particular, en las de quienes miran lo que ponen en el carro de la compra. Al magnate le asocian con ese tiempo pasado en el que todo era más barato, el sueldo llegaba a final de mes y los tipos de interés eran tan bajos que siempre salía a cuenta la ilusión de comprarse una casa, en vez de pagar un alquiler. Kamala Harris tiene más difícil desligarse de la gestión económica de su propio Gobierno, por mucho que diga que han «estado limpiando el desastre que les dejó».

Acto del segundo caballero

Si Trump se centra en la economía para captar adeptos, la campaña de Harris lo hace en el aborto. Para el empresario resulta igual de difícil desligarse de lo que ha presumido: desmontar el derecho federal al aborto. Su idea de dejarlo en manos de los Estados ha creado un mapa de miserias en el que las mujeres de las zonas más extremistas tienen que emigrar para terminar con un embarazo no deseado. Las historias dramáticas de quienes no han recibido asistencia médica ante una complicación involuntaria, por temor de los médicos y enfermeras a incurrir en una ilegalidad, torturan a las mujeres de todo el país.

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Nadie se atreve a dar nada por perdido, dado lo ajustado que será el resultado electoral del 5 de noviembre

La tarea de reclutar esos votos en Arizona recayó el jueves sobre el segundo caballero, Doug Emhoff, porque la vicepresidenta se encontraba haciendo campaña en Carolina del Norte, un Estado que los demócratas no ganan desde Barack Obama en 2008. Nadie se atreve a dar nada por perdido, dado lo ajustado que será el resultado electoral del 5 de noviembre. Las encuestas dicen que es posible reconquistarlo. En un país salomónicamente dividido, hay que abrir nuevos frentes.

Por eso Trump había elegido una ciudad demócrata para su mitin, la de Tucson, donde la cantante Linda Ronstadt, que da nombre al recinto alquilado por el magnate para su acto, emitió un airado comunicado en rechazo del forastero que venía a impartir su discurso tremendista en una ciudad «de raíces joviales, mexicano-americanas y espíritu tolerante», recordó. «No solo deploro sus políticas tóxicas, su odio hacia las mujeres, a los inmigrantes y a la gente de color, sino sus delitos, su falta de honestidad y su ignorancia. Hubiera preferido ignorarlo, pero ya que el edificio lleva mi nombre, necesito decir algo», lapidó la hija predilecta de la localidad. El republicano la ignoró. La cantante de 78 años, aquejada de cáncer, descendiente de alemanes y mexicanos, no es su estilo, por muchos Grammy que haya acumulado en su carrera.

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