El 'número dos' de Kamala Harris, Tim Walz, fue el protagonista de la tercera jornada de la Convención Nacional Demócrata. Justin Lane/EFE

Tim Walz se presenta en Chicago como el candidato capaz de ganarse al votante medio

El compañero electoral de Kamala Harris «sabe lo que es importante, la clase de persona que debería estar en política»

Mercedes Gallego

Enviada especial. Chicago

Miércoles, 21 de agosto 2024, 22:34

En 2006, un profesor de Geografía, entrenador de instituto, decidió presentarse por el Partido Demócrata a la conquista de uno de los asientos rurales más conservadores de Minnesota, que llevaba un siglo en manos de los republicanos. El reto parecía tan imposible que el Comité ... de Campaña al Congreso del Partido Demócrata ni se molestó en llamarlo.

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Tim Walz ganó sorprendentemente esas elecciones por 25 puntos de ventaja. Y las cinco siguientes, en las que logró mantener la delantera cada dos años, incluso cuando la marea roja del Tea Party arrastró a quienes, como él, habían votado en favor de la reforma sanitaria de Barack Obama. En 2016 Donald Trump venció en ese distrito por 15 puntos, mientras sus vecinos le seguían votando. Por eso Kamala Harris no se refiere a él como «gobernador», sino como «entrenador Walz».

El actual gobernador de Minnesota, canoso y bonachón a sus 60 años, al que la candidata demócrata ha elegido de segundo para acompañarle hasta la Casa Blanca, tiene la capacidad de conectar con la América rural más sencilla y, a la vez, ser un emblema de progresismo entre los simpatizantes de su partido. La ex fiscal general de California afincada en Washington como senadora y vicepresidenta es un símbolo de diversidad que conecta con mujeres, negros y otras razas, pero muy distante de los estadounidenses tradicionales que sienten amenazado su estilo de vida, en unos tiempos convulsos de cambios y oleadas migratorias.

«Donald Trump no tiene empatía. No tiene moral. No tiene fidelidad a la verdad»

Stephanie Grisham

Exportavoz de Donald Trump en la Casa Blanca

Trump les habla a estos ciudadanos con nostalgia de los viejos tiempos, pero en privado les «desprecia», contó el martes en el escenario de la convención demócrata Stephanie Grisham. Ella es la exportavoz del anterior presidente en la Casa Blanca. Renunció el día en que Melania Trump le dijo que no pensaba firmar una declaración de condena por el asalto al Capitolio. Conoce a Donald Trump. «No tiene empatía. No tiene moral. No tiene fidelidad a la verdad», se sinceró su antigua colaboradora, que dijo haberle considerado en su momento como de su familia.

Frente a la biografía de un multimillonario nacido con cuchara de oro, el magnate inmobiliario que heredó la fortuna de su padre y la ha mantenido con bancarrotas, estafas e indemnizaciones, ha fichado como segundo en esta campaña al congresista de Ohio J.D. Vance, de 40 años, autor de la novela de gran éxito 'Elegía rural', llevada al cine por el director Ron Howard, con la que creía obtener más pedigrí entre esa base de los olvidados de la globalización que le siguen.

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El duelo, el 1 de octubre

«Ya», apuntó sarcástico Walz en su debut de Filadelfia con Harris. «Como toda la gente normal con la que crecí en el corazón del país, J.D. estudió en Yale, le financiaron su carrera multimillonarios de Silicon Valley, y luego fue y escribió un 'best seller', arrastrando por los suelos a la comunidad de la que salía. ¡Venga ya, eso no es la clase media americana! Estoy deseando debatir con ese tipo», le retó. El duelo será el 1 de octubre.

El escenario del miércoles en la convención del Partido Demócrata de Chicago, donde intervino precedido por Bill Clinton, era su segunda gran oportunidad de definirse ante un electorado que no le conoce, pero que potencialmente conecta con él. Dispone de mucha ayuda estos días. «Me encanta este tío», dijo la víspera Barack Obama durante su discurso.

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«Es la clase de persona que debería estar en política. Alguien que nació en un pueblo, sirvió a su país en el ejército, enseñó a los niños, les entrenó y se ocupó de sus vecinos. Sabe lo que es importante. Y uno sabe que esas camisas de franela que se pone no se las ha recomendado ningún consultor político. Salen directamente de su armario y están muy trilladas», bromeó el expresidente. En las gradas, la esposa del candidato, Gwen, se desternillaba de la risa dándole la razón a Obama.

Walz es un tipo erudito, de verbo ágil, que no tiene problemas en articular sus ideas políticas, porque cree en ellas y nacen de su propia experiencia. En contraste con Vance, no viste trajes de diseño, ni presume de títulos universitarios o conexiones en Silicon Valley. No hay contradicciones entre su biografía y lo que dice. Solo una línea continua con la que espera conectar con los votantes.

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El compañero de papeleta electoral de Kamala Harris dispone de once semanas para ganarse al electorado. Parece una de esas, empresas deportivas a lo Ted Lasso, que enseñaba a sus jugadores lecciones de vida para avanzar en la senda deportiva «sin comprometer sus valores», como dice Walz. El entrenador de instituto en Estados Unidos es una figura paternalista y entrañable que guía a los chavales en la difícil etapa de la adolescencia, por pura vocación, ya que su retribución es casi simbólica.

«Es la clase de persona que debería estar en política. Alguien que nació en un pueblo, sirvió a su país en el ejército, enseñó a los niños, les entrenó y se ocupó de sus vecinos. Sabe lo que es importante»

Barack Obama

Expresidente de EE UU

Al final, el equipo ficticio de Ted Lasso en la serie de Apple TV perdía muchos partidos, pero dejaba a todos con el buen sabor de boca. Es lo que esperan los miles de delegados demócratas que el miércoles le aguardaban en el United Center de Chicago para contemplar cómo aceptaba su nominación electoral y volvía a darles una clase de estrategia sobre cómo jugar contra Donald Trump.

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