Donald Trump tiene buenas razones para estar irritado. El Partido Demócrata al que se enfrenta en las presidenciales de noviembre ya no es el rival desmoralizado al que hace un mes tenía con el pie al cuello. Con el cambio de candidato, la estrategia de ... atacar la edad de Biden se le ha vuelto en contra y ahora hasta Bill Clinton, que este miércoles habló en su doceava convención, presume de ser «más joven que Donald Trump» (por dos meses).
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Mercedes Gallego
El pabellón deportivo del United Center aplaudía la broma. El sentido del humor requiere compartir códigos, que entre los asistentes a la Convención Nacional del Partido Demócrata pasan por desquitarse de los crueles ataques del expresidente de 'reality show'.
Dicen que fueron las burlas de Barack Obama en una cena de corresponsales de la Casa Blanca en 2011 las que convencieron al magnate conspiracionista, que le acusaba de ilegítimo por haber nacido en Kenia, para presentarse a las elecciones. Ese presidente «flacucho» y su esposa, que le ponen de los nervios, abrieron la veda el martes y, desde entonces, la risa parece ser la mejor arma de los demócratas para ridiculizarle.
Una dosis de su propia medicina a la que se apuntó en la noche del miércoles hasta Oprah Winfrey, la reina de la televisión estadounidense, hasta ahora imparcial, se subió por primera vez al escenario de una convención política para responder «a un cierto candidato que dice que si vamos a votar esta vez, ya no tendremos que hacerlo nunca más», le parafraseó. «Bueno, ya sabéis a lo que estáis mirando, una votante registrada como independiente, orgullosa de votar una y otra vez, porque así es como lo hacemos en Estados Unidos».
Después de los Obama, Stevie Wonder y Hillary Clinton, Oprah era la que más fervor levantaba. La estrella televisiva que todo lo que toca lo convierte en oro aseguró que lo que está en las papeletas de noviembre son «la decencia y el respeto». Se trata de elegir lo mejor de Estados Unidos, «lealtad a la Constitución en lugar de a un individuo, optimismo en lugar de cinismo e inclusión en lugar de represalias», recitó.
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Sorprendió la naturalidad con la que el pabellón recibió a Clinton, en comparación al fervor que mostró con su esposa. «Yo también pensé que Hillary dio un gran discurso», reconoció él mismo. El expresidente se sumó a la broma de Obama sobre la «extraña obsesión» de Trump «con el tamaño de las audiencias» para matizar que, pese a haber sido bautizado como 'explicador en jefe' por el propio Obama, «eso no lo puedo explicar».
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Sergio Llamas
Si Michelle Obama había puesto el rap, y Oprah el góspel, Tim Walz trajo las lágrimas de película de sobremesa con su historia del Medio Oeste Americano y una familia emocionada por verle en el centro de la historia. Al igual que los delegados de la convención republicana en Milwaukee optaron por vendarse la oreja para solidarizarse con su líder tras el atentado de Pensilvania, este miércoles aparecieron en la demócrata esas camisas de franela tipo leñador que viste el vicepresidente, de las que Obama se burló la noche antes. «Uno sabe que eso no se lo ha podido recomendar ningún asesor político», se rió cariñosamente.
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Walz encarnaba en la noche del miércoles ese estereotipo de entrenador americano y buen vecino que te ayuda a sacar el coche de la nieve, como contaron sus estudiantes en el escenario. Sumada a la emoción, Marisol García, una profesora de Ciencias Sociales como él, delegada por Arizona, se preguntaba qué dirán de ella sus estudiantes. Los de Walz, se abrazaron cariñosamente a su entrenador en el escenario, después de que lo hicieran sus hijos, empañados en lágrimas por lo que su padre describió como el honor de su vida: aceptar la nominación del Partido Demócrata para vicepresidente de Estados Unidos.
Frente al criminal convicto, la fiscal de ley y orden. Y en contraste con el millennial de Yale que critica a las mujeres solteras «por tener menos en juegos con el futuro de Estados Unidos», el maestro de Nebraska que estudió gracias a su servicio militar y concibió in vitro.
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Harris y Walz no solo le han arrebatado a Trump la ventaja en las encuestas, también son ahora la encarnación del sueño americano que este creía haber acuñado con la selección de J.D. Vance como pareja electoral. Falta un día para consagrar la nominación de Kamala Harris, como colofón de una semana de publirreportaje político que debe unir al partido y entusiasmarlo lo suficiente como para que el impulso le lleve hasta el 5 de noviembre.
El equipo de Trump, que intenta recalcular su posición, tiene guardada en la manga un as que este miércoles negociaba al vapor con el hijo díscolo de Camelot. Robert F. Kennedy Jr., un independiente cuya campaña hace aguas, prepara su retirada y negocia sumar su apoyo a la del republicano para que este pueda neutralizar el impulso de la pareja demócrata este mismo viernes. «Entended que la otra parte es muy buena distrayéndonos», advirtió Clinton, fuera de guión. «Tengo 78 años y no tengo ni idea de cuántas elecciones más voy a ver, pero si elegís a Kamala Harris estaréis orgullosos de ella para toda la vida», prometió.
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