Jack Teixeira, un simple oficial de Inteligencia de la Guardia Nacional Aérea, comparte esta semana la suerte y los titulares de Donald Trump. El jueves un gran jurado de Massachusetts determinó que el joven de 21 años detenido en abril puede ser imputado por seis ... cargos relacionados con la retención y difusión de documentos altamente secretos del Pentágono que ponen en peligro la seguridad nacional de EE UU y otros países.
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Su imputación en Boston se asemeja a la de Trump en Miami y es, para muchos, la prueba más evidente de que no se puede dejar escapar al expresidente por el mismo delito que arruinará la vida de otros porque «nadie está por encima de la ley», dijo el fiscal especial Jack Smith. Teixeira, nieto de un inmigrante portugués e hijo de militares patriotas, podría pasar hasta diez años en prisión por cada uno de los cargos imputados. No parece que su intención fuera poner en entredicho a Estados Unidos ni a ningún otro país, sino fardar frente a sus subordinados de que tenía acceso a planes secretos del Pentágono.
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Mercedes Gallego
Trump piensa que porque algunos de esos documentos fueron redactados para él le pertenecen y puede hacer con ellos lo que quiera. Teixeira no puede argumentar lo mismo y tiene por tanto más posibilidades de pasar el resto de sus días en la cárcel, al enfrentarse a sesenta años de prisión si resulta condenado por la misma ley de espionaje de 1917 que se aplicará a los dos.
La filtración de este veinteañero se considera la más dañina para la seguridad nacional del país norteamericano, superando incluso la de Chelsea Manning a Wikileaks, que fue perdonada por Barack Obama tras varios intentos de suicidio y una salud precaria. El expresidente consideró que era un joven atribulado en zona de guerra y confundido sobre su identidad sexual, factores atenuantes que ni Teixeira ni Trump pueden alegar. Si acaso, Teixeira podía ser víctima de otro conflicto muy distinto contra un enemigo invisible, el coronavirus, que dejó a muchos adolescentes encerrados en casa frente al ordenador y los videojuegos. Así es como llegaron al chat de la plataforma Discord, con la que rompían el aislamiento y compartían el amor bélico por la guerra, las armas, la patria y Dios.
El joven oficial se granjeó la admiración de otros chiquillos menores que él presentándose como un militar curtido, revestido de material de combate y ungido con acceso a Inteligencia tan altamente clasificada que el Pentágono ni siquiera la compartía con Gobiernos extranjeros, según les decía. El ego y la necesidad de admiración parecen ser los nexos comunes en el grupo, pero también entre Teixeira, Trump, Manning y todos los inseguros que necesitan presumir de algo que no tengan los demás para ser admirados y sentirse superiores.
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'Jack El Salpicador', su avatar en redes sociales, era dios para los adolescentes a los que durante meses filtró información secreta sobre la capacidad militar de Ucrania y los intentos rusos de comprar armas de aliados estadounidenses como Turquía y Egipto o fotos del globo espía chino que el Pentágono derribó en febrero, por citar algunos. Su caso ha puesto en apuros al Departamento de Defensa estadounidense, que aún tiene que explicar cómo un simple oficial que trabajaba de informático en el ala de Inteligencia tuvo acceso a tanta información sensible.
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