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Se cumplió la profecía, pero no la que anticipaba el fin del mundo, los efectos nocivos de los átomos lunares o los atascos apocalípticos. El histórico eclipse que este lunes atravesó transversalmente Estados Unidos desde Texas hasta Maine dejó a muchos al volante en busca ... del lugar perfecto, sin nubes que les impidiesen ver las perlas de Bailey, primero, y el anillo de diamantes, después, y la corona total que acompaña finalmente a la noche en medio del día. Pero abrió también un camino de luz entre los que solo buscaban disfrutar de un momento mágico.
«¡¡Guau!!», gritaron a coro cerca de 800 personas reunidas en el parque de Town of Web, en Old Forge (New York). El repentino anochecer llegó precedido de un fulgor en el cielo, como un destello de magia que provocó risas nerviosas y abrazos emocionados. Por un día, no había diferencias, todos compartían la unidad de un momento especial. Giraban alrededor en estupor al contemplar la puesta de sol más repentina y espectral de sus vidas, incapaces de describir con palabras la magia de un momento que todos crearían haber anticipado. «Es alucinante, no se puede describir», dijo Ximena Gardner, la mujer que tuvo la visión de organizar al pueblo para esa celebración.
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Mercedes Gallego
Hay más de 32 ciudades llamadas Roma en Estados Unidos, pero la de Nueva York es la que encarnó el espíritu de Woodstock para su 50 aniversario. La entrada de la cordillera de Adirondack, con seis millones de acres de montañas virgenes y pueblos de viejos hippies que podrían confundirse con el que dio nombre al festival. Old Forge tiene la temperatura más baja de un estado que llega a Canadá, con récords de -47, lo que explica que en invierno sus parajes de lagos y abetos se conviertan en cabañas fantasmas. Todavía hay nieve en la carretera, pero este lunes zumbaban por el asfalto «más coches que en un puente de verano «, contaba el bombero Michael Lorusso, apostado en una gasolinera para enfrentar las eventualidades de una jornada histórica.
Lorusso anticipaba accidentes «cuando la gente se despiste al volante mirando al cielo», pero a la hora en la que la luna se alineó con el sol todos estaban esperándolo en posición, con su visor en la mano. La luna es mucho más pequeña que el sol, pero por su cercanía a la tierra este lunes lo cubrió por completo en la llamada franja de la totalidad en la que todos aspiraban a estar. Un efecto cósmico de alineación de planetas que ha desatado la fiebre de millones de personas y la indignación de los astrólogos, que no quieren ver el reverenciado oficio como un entretenimiento y menos como mercadotecnia.
🇺🇸 | EN VIDEO: Un timelapse del eclipse de este lunes, desde Dallas, Texas. pic.twitter.com/Vr3L0YaYh7
— UHN PLUS (@UHN_Plus) April 8, 2024
La eclipsemanía no solo enloqueció a los 31 millones de habitantes que pueblan los 15 Estados en esa franja, sino a los que se han entregado al turismo del eclipse. Los paquetes prometían viajes a la zona ideal del eclipse total, con la mayor duración posible, incluyendo vuelos, alojamientos, visores, telescopios y expertos, pero no fue posible controlar el curso de las nubes y, por mucho que se convirtieron en lo más observado de la jornada, al final fue Little Rock (Arkansas), el que se llevó el premio del sur, y Maine en el noreste. La oscuridad había entrado por Mazatlán (Mexico) a las 12:51, hora local, para continuar por Eagle Pass, en la frontera con Texas, zona cero de la crisis migratoria, a la 13:10, y Canadá a las 15:12.
🇺🇸 | Impresionante imagen del eclipse solar total de hoy, desde Ohio: pic.twitter.com/MKqIP9cBqS
— UHN PLUS (@UHN_Plus) April 8, 2024
Con menos expectativas que los perfeccionistas, Matthew Lafave se había cogido el día libre para llevar a sus hijos a disfrutar de un día de pellas escolares como no tendrán otro en su vida. «No estoy seguro de que vaya a estar por aquí en el 2079, cuando se produzca otro en el estado de Nueva York», bromeaba con su hija Olivia, «aunque nunca se sabe. Si vuelo a Plutón y vuelvo a la velocidad de la luz a lo mejor consigo estar aquí para cuando seas abuela», se reían.
El firmamento celestial era el tema de la jornada para charlas, bromas y estampados de lunas y estrellas que encajaban con el espíritu setentero de la zona. Erin Durange había conducido ocho horas con sus amigas desde Baltimore, pero llevaba un año preparándose para el viaje. «¡Vaya año más interesante! Un día te levantas y ha desaparecido el puente, al otro tiembla la tierra y hoy se pone el sol en mitad del día». Sus pendientes de media luna y colgante de cuarzo eran el conjunto perfecto para un vestido azul celestial de estrellas y planetas. No buscaba tanto la mística sino vivir un momento especial en un lugar exclusivo, porque no tantos disfrutaron del eclipse total.
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La Gran Manzana vio hasta un 90%, pero no se hizo totalmente de noche. Si algo caracteriza a los neoyorquinos es su afán de exclusividad. Se les reconocía en las gasolineras y en las tiendas de pueblos que despertaron tan abruptamente como los animales nocturnos dormidos en las ramas de los árboles. Al sonido de las caracolas ceremoniales, los músicos dejaron de tocar, los niños de correr. La temperatura descendió brúscamente. Unas 800 personas sentadas en el parque recreativo de Town of Webb sacaron sus visores de plástico y cartón para mirar al sol y la mística se apoderó del lugar. Cerca de dos minutos de oscuridad con los que devolver la luz a sus vidas.
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