Un niño pasa frente a un campamento de migrantes en Matamoros, en el norte de México. REUTERS

México comienza a despejar los campos de migrantes de la frontera con EE UU

Washington consigue que las autoridades aztecas se comprometan a colaborar en el control de los flujos de inmigración ilegal

Caroline Conejero

Nueva York

Jueves, 28 de diciembre 2023, 21:26

Bajo presión de la Administración Biden, el Gobierno mexicano ha comenzado esta semana a desmontar los campamentos de inmigrantes como parte de las medidas más enérgicas que Washington espera que ejecute para frenar el masivo flujo de ilegales que satura sus fronteras. Coincide con los ... malos momentos políticos que vive el presidente, Joe Biden, acuciado por la oposición republicana y por su propio partido para que adopte medidas drásticas a menos de un año de las elecciones.

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Tanto el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como la delegación norteamericana integrada por el secretario de Estado, Antony Blinken; el de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y su asesora, Liz Sherwood-Randall, elogiaron el éxito de las conversaciones a puerta cerrada que mantuvieron el miércoles en El Zócalo, aunque no ofrecieron detalles del acuerdo.

El cierre de varios pasos ferroviarios vitales para el comercio mexicano parece que ha servido de acicate para el Ejecutivo azteca, que se ha visto obligado a actuar con más eficacia para impedir que los migrantes avancen en vagones de tren, autobuses y camiones de carga hacia la frontera norteamericana.

López Obrador ha señalado su disposición a ayudar, aunque lo condiciona a un incremento de ayuda al desarrollo a los países de origen de los migrantes, la reducción o eliminación de las sanciones a Cuba y Venezuela, y el inicio del diálogo entre la Administración Biden y La Habana.

México mantiene un despliegue de más de 32.000 soldados y agentes de la Guardia Nacional (alrededor del 11% del total de sus fuerzas) en una frontera compartida de 3.200 millas. No obstante, más de 2,8 millones de migrantes han llegado este año a su soñado destino frente a los 2.7 millones de 2022, según las últimas estadísticas de Aduanas y Protección Fronteriza. Sólo este mes las autoridades americanas de inmigración han llevado a cabo un promedio de hasta 10.000 arrestos diarios en la frontera suroeste con México, un flujo que continúa en aumento y mantiene en niveles de saturación a funcionarios y organizaciones de ayuda.

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Aun así, su efectividad quedó en duda esta semana cuando la Guardia Nacional no realizó ningún intento para detener a los alrededor de 10.000 inmigrantes, provenientes en su mayor parte de Centroamérica y Venezuela, que atraviesaban en caravana el país centroamericano. En el pasado, México ha dejado pasar a tipo de grupos, confiado en que el cansancio de caminar a pie por la carretera les obligaría a abandonar el viaje hacia el norte. López Obrador hizo hincapié este jueves en que la comitiva se había reducido a unas 1.600 personas.

Cierre de pasos fronterizos

Aun así, el desgaste de los inmigrantes, obligados atravesar la selva del Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, o acorralados fuera de los autobuses de pasajeros en México, no parece funcionar. El intenso surgimiento del flujo de inmigrantes ha creado problemas también para la nación azteca que en septiembre se vio obligado a suspender uno de los dos principales ferrocarriles del país por motivos de seguridad tras la incidencia masiva de personas que subían a los trenes de carga para viajar a la frontera norte.

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Una caravana avanza por México. AFP

El presidente Joe Biden, por su parte, sopesa cambios importantes en la política de migración que incluyen el endurecimiento de la vigilancia fronteriza, para abordar un tema que se presenta como una de sus mayores vulnerabilidades políticas ante una posible contienda electoral con su rival republicano Donald Trump, de explícita línea dura antiinmigración.

Un delicado tema de doble filo para el demócrata, que, de ir demasiado lejos, podría alienar parte de la base de su partido, incluidas las tradicionales comunidades de inmigrantes. Biden llegó a la Casa Blanca con la promesa de «restaurar la humanidad y los valores estadounidenses en el sistema de migración» tras de cuatro años de represión de Trump.

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El expresidente, cuyas esposas Ivana y, la actual, Melania, se vieron favorecidas de la generosa política migratoria norteamericana, realizó recientemente comentarios incendiarios sobre los inmigrantes, a quienes acusó de «envenenar la sangre de los estadounidenses».

Aunque Biden derogó algunas de las políticas antiinmigración de su predecesor, mantuvo las de reducción de entrada durante gran parte de la pandemia. Asimismo envió al Congreso una amplia propuesta legislativa que incluía vías hacia la ciudadanía para millones de inmigrantes que viven en EE UU. La iniciativa no prosperó entre la escuálida mayoría del liderazgo demócrata con poco apetito por una pelea política. Con el surgimiento de la avalancha migratoria de los últimos años, el tema ha dado un marcado giro a la derecha, y ha puesto en aprietos a los demócratas que ahora negocian con los republicanos medidas fronterizas que en otro tiempo denunciaron.

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