Ron DeSantis, favorito como alternativa de Trump durante más de un año, terminó este domingo su carrera presidencial, tras «rezar y evaluar» los resultados de Iowa, en los que quedó segundo, a veinte puntos de Donald Trump. «Me ha quedado claro que la mayoría de ... los votantes de las primarias republicanas quieren darle otra oportunidad a Trump», anunció en Twitter, ahora X, al retirarse de la campaña.
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Con esta espantada, ya solo queda una baza para hacer frente a Donald Trump: Nikki Haley, que dice que no juega «a quedar segunda». Su apuesta, asegura, no es obtener un buen resultado para que el magnate la elija vicepresidenta. Y la mejor prueba de que no está intentando quedar del lado bueno de Trump son los ataques que lanzó contra él este fin de semana, acusándolo de estar senil.
El expresidente de 77 años se lo había puesto fácil. La noche antes, mientras despotricaba sobre el escenario en Concord (New Hampshire), habló de su oponente como si fuera Nancy Pelosi, al decir que «podía haber evitado» el asalto al Capitolio aumentando la seguridad (la ex portavoz del Congreso estaba entonces al cargo de las instalaciones, pero Haley no tenía ningún cargo público ni estaba en Washington).
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Mercedes Gallego
«Lo dijo tres veces, y luego continuó diciendo que se presentaba contra Obama, al que ya le había ganado una vez, cuando nunca ha competido con él», contó la candidata. «Estaba confundido, eso pasa a su edad. No tengo nada personal contra él, pero el futuro de mis hijos es personal. No pongáis al país en peligro así».
Haley cumplía ese día 52 años, en contraste con la elección «entre dos presidentes octogenarios» cuyas facultades cognitivas irán en declive a medida que transcurre su tiempo en la Casa Blanca. «No es personal», insistía. «Simplemente es así. Preguntad a cualquiera, así funciona la edad». El público la había recibido ese día cantándole el cumpleaños feliz, a lo que ella respondió con un guiño. «Ya sabéis lo que me podéis regalar el martes».
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En el estado que inaugura las primarias, apenas una semana después de los caucus de Iowa, la ex gobernadora de Carolina del Sur se juega su supervivencia. El problema es que en la última encuesta publicada este domingo por el Boston Globe sigue a 18 puntos del que fuera su jefe, que volvería a alzarse con más del 54% de los votos, frente al 36% de Haley, despejando cualquier duda sobre su liderazgo.
«Lo conozco bien, está nervioso. Por eso despotrica a diestro y siniestro, es lo que hace siempre cuando se siente inseguro», decía Haley. Su argumento es que en las encuestas sobre las generales de noviembre Trump pierde New Hampshire por 7 puntos, entre otros estados. El magnate puede consolidar fácilmente a sus bases, pero no está tan claro que pueda ganar en las generales. «Con razón o sin ella, el caos le sigue donde quiera que va», recordaba su rival. «Ambos están demasiado inmersos en sus problemas legales».
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La estrategia de meter a Trump en el mismo paquete de Biden funciona para muchos conservadores moderados. De entre los que se congregaron en Peterborough, Paul Kozlowski la consideraba «una opción refrescante, porque mira por los intereses comunes de los estadounidenses, en lugar de los suyos propios». Pero luego el realismo se imponía. «Espero que obtenga un buen resultado para que se presente en 2028».
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Las colas de dos horas que a esas alturas empezaban a hacer los seguidores de Trump en Manchester, a 20º bajo cero, eran la mejor prueba de que el magnate volverá a celebrar este martes. Trump llenó el SNHU Arena, con asientos para 10.000 personas, hasta que los bomberos obligaron a cerrar las puertas por haber rebasado la capacidad, dejando fuera a cientos de personas que habían soportado estoicamente el frío Ártico, dando botes en la cola de seis manzanas para que no se les congelaran las extremidades. «Lo siento chicos, sé que es una putada, pero la campaña ha dado más entradas que plazas hay en el pabellón», explicaba un policía. «¡Vota por Biden!», gritó alguien de pura rabia. «Fuck Biden!», le interrumpieron los demás (¡Que se joda Biden!). La lealtad de los seguidores de Trump es inquebrantable. El reconocimiento de su nombre le ha transformado en una estrella de rock en la campaña, mientras que la inmensa mayoría del centenar que acudió a la sala municipal de Peterborough a ver a Haley levantó la mano cuando preguntó quienes la escuchaban por primera vez.
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Haley se presenta como la conservadora compasiva que reclama los valores tradicionales del Partido Republicano de Reagan: la austeridad fiscal, la seguridad nacional, el papel confiable de Estados Unidos en el mundo, la lucha contra la burocrática del gran gobierno y el patriotismo, del que puede presumir con un marido militar que ha servido en Afganistán. «Si ellos pueden sacrificarse por nosotros, también nosotros deberíamos hacer nuestra parte», pedía.
Dice velar por los intereses de las dos generaciones, la de sus hijos y la de sus padres octogenarios, de los que cuida cariñosamente, para satisfacción de quienes la siguen. «Simplemente no creo que el papel de alguien de 80 años este al frente del país», resumió. «Trump fue el hombre correcto para el 2016, pero no para el 2024».
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Su antiguo jefe también ha elevado la agresividad de sus ataques, utilizando epítetos raciales para referirse a sus orígenes de inmigrante de la India. «No me importaría tener 80 años pero tengo 77», puntualizaría horas después. En el círculo de Trump se acepta la dureza de la contienda en la segunda parada de la temporada de primarias, que el magnate espera rematar el 24 de febrero con una humillante victoria en el estado natal de su contendiente, donde fue gobernadora. Para eso se llevó a su mega rally de Manchester a los dos senadores de Carolina del Sur y al gobernador del Estado, que esta semana se han apresurado a cuadrarse frente a él, conscientes de que premia la lealtad temprana.
Una vez que hayan votado los habitantes del 'Vive libre o Muere', lema de New Hampshire, Haley tiene la opción de rendirse y pedir públicamente el voto en noviembre para el hombre que define como «peligroso para el país», o continuar una batalla quijotesca que le pondrá en su lista negra, pero también la posiciona como la alternativa en caso de que a este se lo impida su salud o la justicia.
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