Los escenarios de EE UU donde actuó antes Estado Islámico: San Bernardino, Orlando...

La amenaza de los islamistas radicales permanecía aparentemente dormida en EE UU desde 2017, cuando dieron el último golpe en Nueva York. Pero en la última década ha habido otros sangrientos antecedentes: California en 2014 y Florida en 2016.

El atentado yihadista más reciente -hasta este miércoles- en Estados Unidos es también el que más similitudes guarda con el ocurrido el día de Año Nuevo en Nueva Orleans. A las tres de la tarde del 31 de octubre de 2017 una camioneta invadió una zona destinada a peatones y ciclistas en Nueva York. En pleno Manhattan, en una vía paralela a la West Side Highway. El vehículo recorrió kilómetro y medio, hasta acabar estrellado contra un autobús escolar. Por el camino arrolló a decenas de personas y a ocho de ellas las dejó tendidas en el suelo sin vida. Entre las víctimas mortales había cinco turistas argentinos y una belga.

Al volante de la camioneta alquilada iba el uzbeko Sayfullo Saipov, de 29 años, que salió del vehículo aparentemente armado al grito de «Alahu Akbar» (Dios es grande). La Policía pudo capturarlo vivo tras herirlo de un disparo. En la furgoneta con la que cometió el crimen apareció una bandera del ISIS junto a una nota manuscrita en árabe que rezaba: «Estado Islámico vive para siempre». Tres días después, la organización terrorista reivindicaría la matanza como obra de uno de sus «soldados del califato». Durante los interrogatorios, el autor confesó haber elegido el día de Halloween a conciencia, porque las calles estarían llenas de gente.

Pulse era un conocido club nocturno gay de Orlando (Florida) hasta que a mediados de junio de 2016 se hizo famoso por una tragedia. El local se convirtió en el escenario del segundo tiroteo con mayor número de muertes en la historia de Estados Unidos hasta el momento. Hasta 49 personas perdieron la vida y otras 53 resultaron heridas después de que Omar Mateen irrumpiera armado en la discoteca y abriese fuego de forma indiscriminada

El atacante, un joven de 29 años nacido en Nueva York de padres afganos y criado como musulmán, había jurado lealtad a Estado Islámico justo antes de cometer la masacre. El grupo asumió después la autoría del crimen. El tirador, que falleció tras ser abatido por la Policía, había publicado en redes sociales horas antes de la masacre todo tipo de mensajes donde prometía venganza por los ataques aéreos estadounidenses sobre Irak y Siria. La investigación del caso reveló que el autor eligió el club Pulse por su falta de seguridad, no por ser un club dirigido a la clientela gay como se pensó en un primer momento.

La primera vez que el ISIS derramó sangre en territorio estadounidense fue el 3 de diciembre de 2015, en un tiroteo contra un centro de discapacitados psíquicos en la localidad de San Bernardino, a 100 kilómetros al este de Los Ángeles. La lluvia de cuatro minutos de disparos indiscriminados lanzada por el matrimonio de Tashfeen Malik y Syed Farooq se cobró la vida de 14 personas y causó otros 17 heridos.

Los dos asesinos, ella de 28 años nacida en Pakistán y él, de 27, estadounidense y musulmán practicante, huyeron en coche en dirección a su residencia, donde guardaban 5.000 balas y una docena de bombas de fabricación casera. Ambos perdieron la vida durante un tiroteo con la Policía tras cinco horas de persecución. La pareja se encontraba en proceso de radicalización y una semana antes del crimen había cortado todo tipo de comunicación con sus familias. Dos días después de la matanza, el ISIS reivindicó el ataque cometido por «dos seguidores» del grupo.