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mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Domingo, 22 de enero 2023, 22:28
Sentado junto a la chimenea del Despacho Oval, el primer ministro holandés Mark Rutte emitió el martes un veredicto sobre el legado del 46 presidente de EE UU. «La historia juzgará que en 2022, si Estados Unidos no hubiera dado un paso adelante como usted ... lo hizo, en este momento las cosas serían muy diferentes en la lucha de Ucrania contra la agresión rusa», le dijo.
Faltaban solo tres días para que Biden cumpliera dos años en el cargo, ecuador de su mandato y otoño del patriarca. Recién cumplidos los 80 en noviembre, el presidente debería estar pensando en cómo quiere que se le recuerde, pero en lugar de eso evalúa el anuncio de su próxima campaña de reelección, porque el mandato ya se le ha quedado corto. «La principal razón por la que fue elegido era devolver al país un cierto sentido de calma y estabilidad política», opina Justin Dangel, un empresario y analista político que ha impulsado empresas de corte social y político como Voters.com, Summit Action Fund y Ready Responders.
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El mundo también se ha relajado bajo la tutela de Biden. «Los dictadores han encontrado un mundo menos acogedor, ya sea China o Brasil», opina Dangel. Los 36 años que Biden pasó en el Senado fueron su activo más sólido durante la campaña. De ahí que sorprendiera tanto el crítico error de retirar precipitadamente las tropas que propició al colapso de Afganistán en agosto de 2021.
A principios de ese mes el porcentaje de estadounidenses que aprobaba su gestión era del 49%, pero para cuando salió el último soldado, las imágenes de afganos aferrados a la cola del avión cayendo al vacío y la carnicería de militares descuartizados en el último atentado desplomaron sus ratings al 43%, según Gallup. El sangrado no paró hasta que su partido conjuró la esperada debacle de las legislativas de noviembre. El presidente llegó con un 38% de aprobación, por debajo incluso de Jimmy Carter o Donald Trump en ese periodo, lo que explica que muchos candidatos no buscasen su apoyo.
Afganistán puso punto y final a su luna de miel con un pueblo que nunca estuvo realmente enamorado de él, pero que le vio como el mejor candidato para restablecer la normalidad perdida bajo el caos de Trump. Ucrania ha sido su reconciliación con el mundo y la historia. Al menos por el momento.
En menos de un año su gobierno ha invertido 54.000 millones de dólares y tiene otros 37.000 autorizados por el Congreso. A ese ritmo puede superar a Afganistán, donde EE UU invirtió más de 8.000 billones, una media de 45.000 al año. «No es caridad», dijo Volodímir Zelenski al Congreso en su primera visita al extranjero desde que comenzó la invasión. «Considérenlo como una inversión en su seguridad global».
Así lo ve Biden, que ha puesto en juego sus mejores armas diplomáticas para mantener a la OTAN unida, en lo que puede considerarse el gran éxito de su mandato a nivel exterior. Si Vladímir Putin esperaba quebrar la Alianza con ese ataque en sus fronteras, Biden y los líderes europeos se las han arreglado para que sea lo contrario. La OTAN está más unida, más fuerte y relevante que antes.
Ha habido otros éxitos a nivel doméstico, más importantes para su reelección. Pese a la resistencia del covid y la inflación galopante, EE UU disfruta de un desempleo históricamente bajo -3.5% en diciembre, el menor en 53 años-, lo que ha permitido a la Reserva Federal subidas de interés muy agresivas con las que controlar la inflación, que acabó el año en el 6,5%
En medio de un clima político y social muy polarizado, y con un Congreso salomónicamente dividido, que el Partido Demócrata controló por la mínima, Biden ha logrado algunos éxitos bipartidistas. Su gran plan, 'Build Back América', no logró pasar el bloqueo de dos senadores conservadores de su partido, pero tras aceptar esa derrota desgajó algunos apartados menos conflictivos que convirtió en la Ley de Infraestructura -un billón de dólares dedicados a reconstruir puentes, carreteras, etc- y la Ley Contra la Inflación, que incluye cosas tan variadas como el control de precios de 60 medicamentos a partir de 2025.
«La prensa lo ha hecho sonar como si fuera Franklin Delano Roosevelt», farfulló en entrevista Jeff Cohen, un analista y activista político fundador de la campaña 'No te presentes, Joe', con la que el ala progresista demócrata intenta persuadirle de que deje paso a otros candidatos más jóvenes.
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No todo es económico. Tras la matanza de Uvalde (Texas), en la que murieron 19 niños y dos adultos, su gobierno se anotó en junio la primera ley de control de armas aprobada en casi tres décadas. Gracias a ella se podrán retirar a quienes se consideren una amenaza, negárselas a los convictos de violencia doméstica y expandir de los 18 a los 21 años la obligación de revisar el historial delictivo. «No es todo lo que yo querría pero va a salvar vidas», dijo Biden.
En su cruce con la historia puede presumir de tener a la primera vicepresidenta de color y haber nombrado a la primera jueza afroamericana del Tribunal Supremo, Ketanji Jackson, una de las 97 juezas federales con carácter vitalicio que el Senado de mayoría demócrata había confirmado a propuesta suya al acabar el año -más que Trump (85) u Obama (62) a esas alturas-. Tres de cada cuatro eran mujeres, y dos tercios, jueces de color. «Se está escribiendo para la historia un nuevo capítulo de nuestro sistema judicial», dijo con orgullo la consejera de la Casa Blanca Paige Herwig.
Dado que en los próximos dos años podrá conseguir pocos éxitos legislativos -o ninguno, al haber perdido el control de la Cámara Baja-, Dangel espera que Biden utilice esta segunda mitad de su mandato para defender los logros alcanzados. «Este país ha pasado por el covid, por las divisiones políticas de Trump, etc y aunque todavía no esté genial, está mucho mejor de lo que estaba», resume. «Espero que el presidente se presente de nuevo. Yo le apoyaré al cien por cien, pese a estar en desacuerdo con algunas cosas que ha hecho».
Se refiere a la decisión de perdonar parte de la deuda estudiantil con la que ha intentado aplacar a un ala de la izquierda, -lo que podría costar al país más de un billón de dólares, según un estudio de la Facultad de Penn Wharton en la Universidad de Pensilvania-, y a la crisis migratoria en la frontera sur, su gran borrón. «No creo que Biden sea un presidente transformador de esos que cambian la forma en la que el país se ve a sí mismo», concluye Dangel, «pero es una importante figura en un momento importante que ha traído mucha estabilidad».
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