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Año 2025. Ron DeSantis ha sido investido presidente tras derrotar a Donald Trump en las primarias y a Joe Biden en las generales. El Congreso de mayoría republicana en ambas Cámaras le envía una ley que prohíbe el aborto a nivel nacional. Él la firma, ... como hizo el pasado jueves con el texto que limitará la interrupción del embarazo en Florida después de las seis semanas de gestación, cuando la mayoría de las mujeres ni siquiera saben que están embarazadas.
No es ciencia ficción. Solo un escenario futurista que bien puede emanar de las próximas elecciones en EE UU. Y ahora parece más real que nunca porque, a diferencia de Las Vegas, lo que pasa en Florida no se queda en Florida. El flujo de mujeres que han decidido abortar se volcará a los estados más cercanos donde sea legal, como Carolina del Sur (a mil kilómetros de Miami) o Nuevo México (a más de 3.000). Las clínicas que ya estaban abrumadas por el cierre de las de Texas, Oklahoma, Arkansas, Louisiana, Mississippi, Tennesee, Alabama, Kentucky y Virginia Occidental quedarán colapsadas.
Antes de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos desmontara la sentencia que permitía interrumpir el embarazo en todo el país hasta las 24 semanas de gestación, Florida ya lo había limitado a 15 semanas. Eso era cuando DeSantis todavía se presentaba frente a Trump como la alternativa de un conservador razonable, pero el magnate sigue empujando los límites del espectro ideológico en el Partido Republicano donde hoy Reagan o Bush podrían ser repudiados.
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Mercedes Gallego
Al Supremo de Florida todavía no le ha dado tiempo a pronunciarse sobre el plazo de las 15 semanas, cuando ya tiene ante sí una nueva restricción que entraría en vigor al mes de que se valide la anterior. Diez de los trece estados donde se ha prohibido ya el aborto están en el sur del país. Florida era la última 'isla' para esas mujeres que intentaban salvar sus vidas de un embarazo indeseado. Mientras en los primeros seis meses desde el desmantelamiento del derecho al aborto las interrupciones de gestaciones disminuyeron un 6% en EE UU, en Florida se dispararon un 38%, el mayor aumento del país, según la Agency for Health Care Administration.
Tras el cierre de la última clínica de Mississippi, las mujeres de ese estado y otros contiguos como Alabama, donde está totalmente prohibido incluso en caso de incesto o violación, o Georgia, donde se limita a seis semanas, viajaban a Florida. «Era la última cuerda de salvación para muchas mujeres del Sur, esto va a tener un impacto enorme», dice Sarah Parker, presidenta de Women's Voices of Southwest Florida.
En aquellos días, DeSantis celebraba que el territorio que gobierna había atraído en 2022 a casi 138 millones de visitantes «porque es el estado de la libertad y tiene mucho que ofrecer sin restricciones». La 'libertad' de mandar a tu hijo a la escuela sin mascarilla y sin vacuna, pero no de elegir lo que ocurre en tu propio cuerpo. El gobernador con aspiraciones presidenciales ha convertido Florida en el lienzo donde dibuja en tiempo real su campaña electoral. Una maqueta para que los votantes conservadores de todo el país compren su programa electoral.
DeSantis ha desmontado los privilegios fiscales de Disney para demostrar que no tiene miedo a las grandes empresas progresistas de California, ha arremetido contra la cultura 'woke' al prohibir que se hable de homosexualidad en las escuelas y ha establecido un comité de censura que aprueba los libros de lectura en los colegios. La ley HB 999 podría eliminar los estudios «críticos sobre la raza y teorías de género o interseccionalidad» de grados universitarios en favor de cursos de educación general para el apuntalamiento filosófico de la civilización occidental.
Confrontados con el dilema de tener que eliminar cientos de libros de clases y bibliotecas, muchos colegios han optado por forrar las portadas con papel marrón para cubrir la supuesta «pornografía» o imágenes «inadecuadas para la edad». Cientos de universitarios han hecho huelga en seis centros públicos para protestar contra su decisión de abolir la diversidad en la educación y ahora muchas mujeres con embarazos no deseados tendrán que viajar miles de kilómetros para poner fin a su gestación. DeSantis también pretende que eso le lleve lejos, pero en la batalla del más conservador todavía aún tiene que vencer a Trump.
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