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En solo dos semanas el sureste de Estados Unidos ha sufrido dos huracanes de consecuencias catastróficas, formados en el Golfo de México. ¿Por qué esta zona del continente americano está incrementando su fuerza? La respuesta es sencilla: el calor alimenta la fuerza de los huracanes ... y el agua de esta parte del océano Atlántico ha aumentado su temperatura de forma considerable, como consecuencia del cambio climático.
En su avance hacia la península de Florida, 'Milton' aumentó la velocidad de sus vientos en 90 kilómetros por hora en tan solo 24 horas, lo que lo convierte en una de las intensificaciones más rápidas desde 1979. De esta forma, pasó de la categoría uno a la cinco (la máxima), y fue fluctuando con la cuatro hasta que impactó con categoría tres en Siesta Key, en el condado de Sarasota, en la costa centro oeste del Estado, tras perder fuerza.
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La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos pronosticó en agosto que la temporada huracanes de este año podría ser una de las más intensas jamás registradas, con hasta 24 ciclones con nombre, de los cuales al menos cuatro podrían convertirse en huracanes de gran intensidad.
Estos fenómenos meteorológicos son causados por una conjunción de condiciones para materializarse, pero un ingrediente los ha exacerbado: una «ola de calor marina». Las aguas del Golfo de México comenzaron a batir récords de temperatura históricos en verano pero las últimas semanas se ha producido un repunte adicional, proporcionando un combustible clave a los huracanes.
Las tormentas tropicales en el Golfo de México tienen un 50% más de probabilidades de tener un rápido fortalecimiento durante las olas de calor marinas. Como estas aumentan como consecuencia del cambio climático, se preven episodios cada vez más frecuentes de intensificación, según un estudio publicado en la revista 'Communications Earth and Environment'.
«Durante todo el verano, distintas partes del Golfo de México han estado sometidas a olas de calor. A menudo estas aguas están muy calientes y las elevadas temperaturas alcanzan altas profundidades», explica Brian Dzwonkowski, oceanógrafo de la Universidad del Sur de Alabama, en 'The Washington Post'.
Estos episodios de calor potencian los huracanes y son un factor muy importante que permite a los meteorólogos pronosticar su comportamiento. La subida del mercurio provoca una mayor evaporación del agua del mar, favoreciendo que las tormentas crezcan más rápido, sean más fuertes, y vayan acompañadas de más precipitaciones.
El cambio climático está detrás del aumento de temperatura del agua. Los océanos, que sufren más del 70% de la superficie terrestre, absorben la mayor parte del exceso de calor generado por la quema de combustibles fósiles.
Si el agua es el motor de los huracanes, cuando estos se acercan a la costa suelen debilitarse y perder fuerza, como ha ocurrido con 'Milton' cuya ferocidad se ha reducido según se ha acercado a tierra firme.
Estas tormentas obtienen su fuerza del agua cálida del océano, pero según se aproximan al litoral esta fuente de energía se reduce significativamente al tener menos profundidad el mar y, sobre todo, cuando comienza a moverse sobre tierra firme. La falta de alimentación del agua hace que el huracán se debilite, a lo que se suma la fricción que no existe sobre el océano y el aire seco que reduce la humedad.
De esta forma, el huracán 'Milton' perdió fuerza progresivamente desde que tocó tierra en la costa oeste y su recorrido por la península de Florida terminó en el litoral oeste reducido a tormenta tropical en el océano Atlántico.
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