Secciones
Servicios
Destacamos
El presidente estadounidense, Joe Biden, utilizó a última hora del domingo la sobriedad del Despacho Oval para confrontar, por tercera vez en 24 horas, el intento de asesinato de su rival y predecesor. «Tenemos que rebajar la temperatura de nuestra política y recordar que, aunque ... estemos en desacuerdo, no somos enemigos», entonó.
El octogenario presidente se sabe en desventaja. Frente a la imagen de fragilidad que transmitió en el debate del 27 de junio, la de Trump, el sábado, ensangrentado pero desafiante, con el puño en alto. «¿A cuál de los dos querrías tener liderando el país cuando nos enfrentamos a la posibilidad de una tercera Guerra Mundial?», se preguntaba en un hotel de Milwaukee Sandy Hodges, delegada de Trump por Oklahoma.
Noticias relacionadas
Para contrarrestar esa conclusión, Biden aprovecha lo más importante que tiene a mano, el peso de su cargo. Desde ahí recordó a sus conciudadanos que el intento de asesinato que presenciaron es parte de una escalada de la violencia, fruto de una radicalización del discurso político que no puede tomarse de forma aislada. Los disparos contra congresistas republicanos que jugaban al béisbol en 2017, el intento de secuestro de la gobernadora demócrata de Michigan, Gretchen Whitmer, el asalto al Capitolio en 2020, el ataque al marido de la portavoz del Congreso Nancy Pelosi, las amenazas e intimidaciones a funcionarios electorales en los anteriores comicios, «o el intento de asesinato de Donald Trump», concluyó. «No hay lugar en Estados Unidos para este tipo de violencia o para ninguna otra. Punto. Sin excepciones. No podemos permitir que esa violencia se normalice. Es hora de enfriar las cosas».
Trump había aterrizado poco antes en Milwaukee (Wisconsin), dispuesto a aprovechar la oportunidad de presentarse ante el país como un ser sobrenatural y un líder único. La convención del Partido Republicano, que se inicia este lunes y ha absorbido con su movimiento MAGA, le ofrece el escenario perfecto, ahora que tiene la atención y la empatía de todo el mundo. «No tengo dudas de que esta semana me criticarán y ofrecerán su propia visión del país. También yo viajaré y presentaré la mía. Así es como funciona la democracia», adelantó Biden. «En Estados Unidos resolvemos nuestras diferencias en las urnas, no con balas. El poder de cambiar al país siempre debe descansar en manos del pueblo, no de los asesinos».
El discurso del mandatario duró menos de 6 minutos, claramente leídos de un teleprónter, que nunca podrán competir con la fuerza de la imagen de Trump, puño en alto, y de las tres palabras que pronunció en ese momento de pánico. «Luchad, luchad, luchad».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.