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Juan Verde (Teide, Gran Canaria, 1971) lleva más de la mitad de su vida tejiendo estrategias políticas en las diferentes administraciones demócratas. Actualmente, es miembro del Consejo Asesor de Joe Biden en la Casa Blanca dada su experiencia en el comercio exterior y la competitividad ... de Estados Unidos en los mercados internacionales. También fue asesor de otros líderes demócratas como Barack Obama y Bill Clinton. El especialista visita Bilbao para dar una ponencia en la V edición de los Sarekin Days, impulsada por el Departamento Foral de Empleo, Cohesión Social e Igualdad. En un marco mundial tensionado por las guerras en la Franja de Gaza y Ucrania y una creciente incertidumbre, analiza para EL CORREO los resultados de las pasadas elecciones estadounidenses y el futuro geopolítico.
- ¿Qué lectura hace de las elecciones? ¿Cuál ha sido el error del Partido Demócrata?
- Ha sido un conjunto de errores. El primero es que debimos cambiar de caballo ganador mucho antes. El segundo fue creer que ciertos temas de interés para un segmento reducido de la población iban a serlo para la inmensa mayoría. Con esto quiero decir que para nuestras bases tradicionales, los hispanos, las mujeres y los jóvenes, la economía era mucho más importante y no supimos identificarlo desde el principio. Habiendo dicho esto, creo que hicimos una buena campaña. Kamala Harris no era la candidata perfecta, pero sí que era la única capaz de heredar las arcas del Partido, además de ser la candidata de consenso. Harris logró pasar de los 12 puntos de ventaja que tenía Trump a un empate técnico en 94 días. Ahora pasamos a un momento interno de reflexión para reestructurar el partido, redefinir prioridades y, sobre todo, para volver a acercarnos a nuestro oponente.
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- ¿Y cómo puede replantearse su narrativa el Partido Demócrata?
- Hay que entender la política interna de Estados Unidos. Lo primero es entender que tenemos que respetar la voluntad del país, que claramente ha votado por una opción distinta a la nuestra. Tenemos que comprender por qué. Creo que nuestro futuro pasa por los movimientos ciudadanos, por volver otra vez a la calle e intentar que los ciudadanos crean en la política de nuevo.
- Desde fuera impacta que un perfil como Trump, con 34 cargos delictivos en su contra, pueda volver al poder. ¿Qué dice esto de la sociedad estadounidense?
- Creo que nos dice dos cosas. Una es la extrema polarización del electorado, que es un fenómeno mundial que también sucede en España y Euskadi. Jamás antes hemos vivido un momento como el actual, donde existe semejante polarización. De hecho, la gente está harta de los políticos y partidos tradicionales, y eso quizá crea las condiciones propicias para que pueda surgir un personaje como Donald Trump, además del populismo que se ve en Europa, ya sea de derechas o izquierdas. Y otra es que se generan las condiciones para que puedan surgir populismos, y eso es lo que ha pasado en Estados Unidos.
- ¿Hasta qué punto está polarizada la sociedad estadounidense?
- Yo digo que una guerra civil en Estados Unidos es poco probable, pero posible por primera vez en su historia, porque la polarización es tal que las bases de los partidos políticos están en los extremos, ya no están en el centro, en el espacio de consenso. Eso es muy peligroso, más ahora que los republicanos tienen el control total del Congreso. De cara a los próximos cuatro años, me preocupa mucho lo que pueda ocurrir respecto a la estabilidad del sistema democrático.
- ¿Fue el asalto al Capitolio un punto de inflexión?
- Sí, sobre todo para entender que lo que antes se aplicaba ya no se aplica. En ningún otro momento en la historia de Estados Unidos un candidato a la Presidencia con cargos delictivos en su contra podría haberse presentado y mucho menos haber ganado. La relación entre el ciudadano y su gobierno ha cambiado, las encuestas reflejan que la ciudadanía ya no cree en las instituciones públicas, asume que los políticos son corruptos y no se sienten identificados. Tenemos que recapacitar sobre el por qué e intentar que la gente vuelva a creer en la política como la forma más efectiva de cambiar el mundo.
- ¿Cómo valora la elección de los jefes de gabinete de Trump, con perfiles como Elon Musk al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental?
- No es necesariamente malo. Lo cierto es que hace falta recortar en el Estado, reduciendo costes operativos para lograr una mayor eficiencia del Gobierno y un cambio disruptivo en la sociedad. El problema es que el criterio de Trump es la obediencia y no la profesionalidad. No hay oposición en Estados Unidos, ni siquiera dentro del partido. Los pocos líderes republicanos que se han enfrentado a Trump han desaparecido del mapa. La concentración de poder en las manos de una sola persona nos debería preocupar porque, en mi opinión, no es la esencia de la democracia.
- ¿Hasta qué punto es peligroso?
- Como buen demócrata, deseo que a la Administración Trump le vaya bien, pero tenemos que llevar a cabo la labor de mantenernos vigilantes y de intentar controlar los excesos. Trump tiene una hoja de ruta, el Proyecto 2025, documento que debería preocupar a cualquier persona que lo lea porque lo que busca es una mayor concentración de poder. Una cosa es reducir el tamaño del Gobierno y otra muy diferente es darle el poder solamente a aquellos que te obedecen. La concentración de poder nunca ha sido positiva históricamente. Si nos fijamos en las dictaduras, pues sí. Si creemos en valores democráticos, no. Creo que Trump tendrá un mandato claro durante los próximos cuatro años, ya que tiene un poder como nunca nadie ha tenido en la historia de Estados Unidos.
- Trump ha prometido subir los aranceles a los productos chinos hasta un 60%. ¿Se avecina una guerra económica sin precedentes? ¿Qué consecuencias puede traer a nivel global?
- A lo largo de la historia hemos visto como denominador común que las grandes guerras empiezan cuando se rompe la codependencia económica. Estados Unidos y Europa han sido los mejores aliados en la historia. El periodo de mayor estabilidad económica, política y social en Europa han sido los últimos 75 años, porque había una codependencia económica. El mayor inversor extranjero en Europa es Estados Unidos y el mayor inversor extranjero en Estados Unidos es Europa. Eso fomentó los acuerdos y las alianzas. Cuando eso se pierde, es difícil llegar a un periodo de abundancia económica en ambos lados. Me preocupa que esto pueda ser el inicio de una guerra comercial. Tanto los demócratas como los republicanos estamos de acuerdo en que tenemos que hacerle frente a China, pero no en las maneras. Trump también va a subir los aranceles a los productos europeos. En su primer mandato ya se los puso a los productos europeos y españoles, por ejemplo a las piezas de los coches en Euskadi o al aceite de oliva en Andalucía. Y podemos esperar más de lo mismo. No hay mejor forma de fomentar la paz y la estabilidad que crear lazos económicos. China no cree en la reciprocidad, pero la solución no puede ser empezar una guerra comercial.
- Frente a esto, ¿en qué situación se encuentra Europa actualmente?
- Se encuentra en una situación de gran incertidumbre, porque nos guste o no, el mundo se dirige hacia un nuevo orden económico mundial, un mundo bipolar entre China y Estados Unidos, dos grandes bloques ideológicos, económicos y políticos. Y Europa tiene que encontrar su sitio, porque durante los últimos 75-80 años ha vivido bajo un eje de absoluta dependencia. Primero, mandó toda su producción industrial a China, generando una dependencia económica, y por otro lado, delegó su defensa en Estados Unidos. Trump sostiene que América es lo primero y que Europa tiene que valerse por sí misma. Espero que esto sea un despertar sin igual para Europa, y que termine entendiendo que tiene todo que ganar si fomenta una mayor integración entre los países europeos, y que tiene todo que perder si no lo hace. Me preocupa el avance de la extrema derecha, porque no son afines a los valores que han permitido crecer a la Unión Europea, por ejemplo, la cooperación. Los españoles somos hoy más ricos porque los países del norte ayudaron con su financiación. Sin embargo, los dirigentes de la derecha extremista son euroescépticos.
- Biden acaba de anunciar que va a dejar a Ucrania que ataque con sus misiles y armas a Rusia. ¿Qué hay detrás de esta decisión tan drástica?
- Creo que es una decisión calculada por parte de la Administración Biden para darle a Zelenski algo con lo que negociar las condiciones de rendición. Claramente se ha concretado el peor escenario para Ucrania, que era la derrota demócrata en los comicios, porque Trump le dijo a Putin que hiciese lo que quisiera, que no iba a intervenir y que iba a retirar toda la ayuda militar, sin la cual no hay guerra. Ucrania lo tiene asumido. Creo que el movimiento de Biden ha sido una ayuda para que Zelenski se pueda sentar con los rusos y diga: 'Oye, yo no te ataco, lleguemos a un acuerdo y quédate con las nuevas fronteras'. Sin eso, Ucrania está absolutamente perdida.
- Entonces, ¿cree que la guerra va a finalizar antes de que llegue Trump?
- Yo creo que ya están negociando el final de la guerra. Ahora la pregunta es cuándo ocurrirá y bajo qué condiciones. Y ojo, la decisión de Biden no garantiza que se pueda llegar a un acuerdo. Putin podría esperar a enero y forzar que las condiciones sean distintas. Ojalá impere el sentido común y se llegue a un acuerdo en las próximas semanas.
- ¿Cuál es la posición de la Administración Biden en la Franja de Gaza?
- La posición de Estados Unidos ha sido de apoyo a Israel aunque a la vez ha intentado por todos los medios intentar frenar su postura absolutamente injustificable. Biden amenazó a Netanyahu diciendo que le retiraría el apoyo si no permitía la entrada de ayuda humanitaria, pero no funcionó. Pero es que Trump ha afirmado públicamente que Israel puede hacer lo que le dé la gana, que van a apoyarlos incondicionalmente. Yo creo que no todo vale. Creo que Israel tiene derecho a defenderse y a acabar con Hamás para siempre, pero no tiene derecho a hacer todo lo que está haciendo, pero esa es mi opinión personal. Cuando tienes 47.000 víctimas, siendo la inmensa mayoría niños y mujeres, pierdes cualquier tipo de legitimidad en ese esfuerzo. Lo que cuestiono es el cómo, no el qué.
- ¿Cómo cree que va a terminar este conflicto ahora que Trump asume el mando?
- Pues no lo sé. Estamos en un momento de gran incertidumbre y la guerra no le conviene a nadie. Y espero que la Administración de Trump al final llegue a la conclusión de que la guerra solo puede traer más guerra, más radicalización y que no le viene bien. Esa es mi esperanza.
- Durante sus más de tres décadas dentro de la política estadounidense ha podido observar el cambio social y los intereses de los votantes. ¿Han perdido los partidos tradicionales el apoyo de la gente?
- Que Trump haya ganado no es señal de que el Partido Republicano sea fuerte, sino todo lo contrario. Indica que la gente está harta de los partidos y políticos tradicionales, porque quien goberne ahora será el trumpismo. Pero es un fenómeno mundial, no se limita a Estados Unidos.
- ¿A qué se debe?
- A varios factores. En primer lugar, la democracia tradicional suele ser cortoplacista y no da tiempo a pensar en el legado o a 30 o 40 años, solo se puede pensar en las próximas elecciones y eso crea unos incentivos poco alineados con lo que quiere la gente. En segundo lugar, los gobiernos y los partidos no han sabido dar respuesta a las necesidades del ciudadano. Seamos sinceros. Un ejemplo es el que he mencionado antes, que hemos permitido que la industria y la producción se vayan de Europa a China, lo que ha generado una dependencia absoluta en ciertos sectores. Eso es porque no hemos sido capaces de pensar a largo plazo. Los chinos sí, porque tienen una dictadura y no tienen que pensar en la voluntad del pueblo, no tienen que pensar en las elecciones. Y en tercer lugar aparece el factor tecnológico. Y es que la aparición de las redes sociales y la disminución del poder de los medios tradicionales ha propiciado que los algoritmos fomenten los extremismos. Hacen que las personas se encuentren en burbujas y eso causa una radicalización de las posturas, lo cual es peligroso ya que no hay consenso.
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