Biden insiste en ser el candidato y desafía el clamor demócrata de que «pase la antorcha»

Su campaña sacó este viernes un comunicado desafiante en el que informa de que la semana que viene volverá a la arena electoral. Desde su desastrosa actuación en el debate presidencial contra Donald Trump del pasado 27 de junio, el clamor generalizado de que debe renunciar a la candidatura del Partido Demócrata y facilitar la nominación de otra persona más joven, antes de que sea demasiado tarde, no ha hecho más que aumentar. El mandatario es en estos días un general perdido en su laberinto, refugiado en su búnker, dispuesto a morir con las botas puestas, aunque para ello tenga que llevarse por delante a su formación. «Si lo he dado todo me quedaré tranquilo», dijo en una de las entrevistas con las que ha intentado en vano calmar las aguas.

«La cuestión no es si lo da todo, sino si puede ganar en noviembre», le respondió públicamente el congresista Adam Schiff, cercano a la exportavoz del Congreso Nancy Pelosi, expresidente del Comité de Inteligencia y del grupo que investigó el primer 'impeachment' de Donald Trump. Tras la salida de este de la convención del Partido Republicano, fortalecido por el guión de unidad y la empatía que ha despertado el intento de asesinato que sufrió el sábado pasado, Schiff ha sido todavía más claro en un comunicado en el que le animaba a «pasar la antorcha» y garantizar su legado. «Tengo serias preocupaciones de que pueda derrotar a Trump en noviembre», manifestó. «Nuestra nación está en un momento crucial. Un segundo mandato de Trump socavaría los cimientos mismos de nuestra democracia, y tengo serias dudas de que pueda ganarle».

Durante la sobria pausa que siguió al impactante tiroteo de Butler (Pensilvania), Biden disfrutó de una pequeña tregua que acabó el miércoles, cuando una encuesta de AP reveló que el 65% de los demócratas quiere que se retire. Si hace seis meses se encontraba en empate técnico en los seis Estados clave que decidirán las elecciones de noviembre, ahora va perdiendo incluso en aquellos que se daban por seguros, como Nueva Jersey o Colorado. Faltan tres meses para las elecciones y el sangrado amenaza con garantizar la victoria de Trump.

El mandatario ha encontrado en el jefe de campaña de su rival un incómodo aliado. Chris LaCivita ha arremetido contra los demócratas, a los que acusa de llevar a cabo un golpe de Estado contra el presidente e intentar amañar las elecciones. Como casi todo el país, su campaña está convencida de que la renuncia de Biden a la candidatura que ganó en unas primarias poco abiertas es irremediable. Con ese argumento se excusa públicamente de agendar una fecha para el debate entre los 'números dos', ya que «no se sabe quién va a ser», dando por hecho la retirada del demócrata. «Sería injusto poner fecha sin contar con Gavin Newsom, J.B. Pritzker, Gretchen Whitmer o quien quiera que Kamala Harris elija para vicepresidente».

La presión se está cobrando un precio en la salud del mandatario, que fuerza la máquina para demostrar que aún tiene energía para dar la batalla cuatro años más. El miércoles, en Las Vegas, a 43 grados, visitando locales hispanos el covid le dio caza y le obligó a cancelar sus actos públicos. Llegó tambaleándose a la terminal del aeropuerto de Delaware donde le esperaba una limusina, en la que ni siquiera pudo sentarse sin la ayuda de los Servicios Secretos.

Su familia está indignada por lo que considera una falta de respeto hacia el presidente, que ha pasado media vida trabajando por el país. Las figuras del partido le ofrecen ensalzarle por quedar como un héroe por tomar la difícil decisión de renunciar al poder, por el bien de la patria, o arrastrar a la formación hasta una derrota que podría ser el fin de la democracia si Trump resulta ser el dictador que anticipan.

Nadie puede obligarle, pero su vicepresidenta se prepara ya para asumir la responsabilidad de sustituirle al frente de las papeletas. Es la única sucesora legítima, ha indicado el caucus afroamericano del Congreso, que aún apoya a Biden y defiende el derecho de la primera mujer de color en línea directa de sucesión a ser comandante en jefe de EE UU.

Hay también razones de peso. Solo Biden o Harris podrían utilizar los fondos de campaña donados a su nombre. Esa fuente se ha secado desde que ha cundido la sensación generalizada de que su papeleta no puede vencer frente a la de Trump/Vance, la pareja conservadora que este sábado se estrenará en la arena electoral de Grand Rapids (Michigan). Muchos donantes temen que la derrota del presidente arrastre también las dos cámaras del Congreso, por lo que empiezan a pensar dónde poner su dinero para evitar una debacle total.