Un año después de sus últimas conversaciones en persona, Xi Jinping y Joe Biden celebran este miércoles en San Francisco una reunión que será el centro de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y en la que China y Estados Unidos buscan estabilizar ... sus relaciones en medio de un clima geopolítico cada vez más tenso.
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El encuentro marca la primera visita del presidente del gigante asiático a Estados Unidos desde 2017 y culmina meses de conversaciones de bajo nivel caracterizadas por el envío por parte de Washington de más delegados a Pekín que al contrario. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, que mantuvo una entrevista con su homólogo chino, el vicepresidente He Lifeng, la semana pasada, ha señalado que las dos grandes economías del mundo tienen la obligación de liderar el teatro internacional. La declaración subraya la enorme dependencia que existe entre ambas potencias y el reconocimiento de que los vínculos de necesidad mutua son esenciales para mantener el crecimiento económico de ambos.
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Mercedes Gallego
Para mantener las expectativas bajas en un momento en que las diferencias son considerables, la Casa Blanca ha declarado no esperar que se produzcan avances sustanciales a partir de un solo encuentro. Sin embargo, la Administración Biden considera importante mantener las conversaciones abiertas para entender las posiciones mutuas y el tipo de soluciones que se buscan.
La visita del líder chino a Estados Unidos por primera en seis años es en sí misma un indicador de cierta buena voluntad por parte de Pekín. Con todo, la reunión, que podría durar varias horas, encuentra a China y Estados Unidos situados en lados opuestos en dos conflictos importantes en medio de un clima geopolítico en creciente deterioro.
Biden, que en su gira por el sudeste asiático ha promovido una relación estable entre ambos países, abordará el apoyo de China a Rusia y a la guerra de Ucrania, un tema fundamental para ambos presidentes. A este conflicto, que el año pasado eclipsó la reunión de ambos líderes en la cumbre del G20 en Indonesia, se une ahora la negativa de China a condenar a Hamás.
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Según Isaac Stone Fish, fundador de Strategy Risks, una empresa de datos enfocada en China, «a Pekín le importa mucho más su situación política que su realidad económica» y las guerras en Ucrania y Gaza «son ampliamente beneficiosas» para sus intereses. El especialista ha señalado también que «el Partido Comunista representa la mayor amenaza a los intereses globales de norteamericanos».
En el plano económico, dos temas preocupan a Pekín. Por un lado, el contencioso de los aranceles a las importaciones impuestos por Trump y mantenidos por Biden, que cuestan a China unos 370.000 millones de dólares anuales y que han sido vigorosamente criticados por analistas a ambos lados del Pacífico.
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Otro área de especial preocupación es el veto por parte de Washington a los semiconductores de alta gama, que afectan el desarrollo de la industria electrónica china. Xi, que celebrará un encuentro con la comunidad empresarial, buscará incrementar las inversiones extranjeras, particularmente las provenientes de Estados Unidos, clave para el desarrollo de su tecnología punta y militar.
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