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Las autoridades ha hallado los cuerpos sin vida de dos de los seis trabajadores que se dan por muertos al derrumbarse el del puente Francis Scott Key en Baltimore tras embestirle un carguero. Según informó la Policía de Maryland en rueda de prensa, las víctimas ... son el mexicano Alejandro Fernández Fuentes, de 35 años, y el guatemalteco Dorian Castillo Cabrera, de 26. Sus cuerpos, según detallaron, han sido encontrados en el interior de una camioneta bajo el agua. Ambos formaban parte del grupo de trabajadores que llevaban a cabo labores de mantenimiento en la infraestructura.
El puente Francis Scott Key estaba pensado para aguantar la embestida de un barco aunque no una como la del portacontenedores 'Dali' justo en una de sus columnas estructurales clave. Todo colapsó en cuestión de segundos, frente a las cámaras de Baltimore and Chesapeake Bay Shipwatchers, que lo filmaba en directo y en abierto las 24 horas del día.
«Casi no puedo hablar», se disculpó abrumado su propietario, Mike Singer, ante el acoso de la prensa. Acababa de filmar un vídeo absolutamente viral para la historia, que dio la vuelta al mundo a la velocidad de internet. Las televisiones lo han repetido en bucle hasta la saciedad, generando más conmoción en la audiencia internacional que en los propios vecinos de Baltimore, que tratan de sobreponerse a la ausencia visual de una estructura simbólica que siempre había acompañado a la imagen de su ciudad. «Todavía no me lo puedo creer. Uno pensaba que eso estaría ahí siempre, pero el puente ya no está. Es como si esta ya no fuera mi ciudad», contó mientras se recuperaba del impacto.
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Había creado la página web hacía siete años con esa cámara en directo para «una comunidad entusiasta de fletes». Su objetivo era promover todas las historias marítimas relacionadas con el puerto de Baltimore, en una organización apolítica que nunca pensó en salir en las noticias. En contraste a ese vídeo perfecto de cámara fija, horas después empezó a circular otro más casero con sonido ambiente en el que se oye gritar a dos hombres, incapaces de creer lo que les mostraban sus ojos a las 1.30 horas. «¡Tío! ¡Qué carajo! ¡No, no puede ser! ¡Calla! ¡No puede ser! ¡Oh, Dios mío! ¡No puede ser que yo acabe de ver eso! ¡El puente Key acaba de ser embestido por un carguero! ¡Es una locura!», se les oye decir.
A esos cuarenta segundos de interjecciones múltiples les siguieron sobre la escena un aullar de sirenas. El gobernador de Maryland, Wes Moore, habló con un superviviente salvado por la campana, al que un policía gritó que se saliera del puente segundos antes de que lo escuchase desmoronarse tras de sí. La rápida respuesta policial, que detuvo el tráfico gracias al 'mayday' (socorro) que emitió el barco, no logró salvar a todos. Las familias de ocho operarios que trabajaban en el alcantarillado del viaducto en la madrugada del martes dormían plácidamente sin imaginar que sus seres queridos se ahogaban en aguas frígidas.
La confusión que siguió al día siguiente tiene mucho que ver con su estatus migratorio, del que nadie quiere hablar, porque sería una falta de respeto al luto que se presupone. De hecho, de las dos personas que la Guardia Costera rescató del agua en esos primeros minutos clave, una no estaba muerta, como se asumió al no aparecer en el hospital al que se llevó a su compañero herido. Simplemente rehusó atención médica, lo que hace sospechar que temía que aquel terrible accidente fuera el detonante para que también se le expulsase del país. Eso deja el balance en seis desaparecidos que se presumen muertos y dos heridos, al menos uno de ellos grave.
A lo largo de este miércoles los servicios submarinos que buscaban a quienes habían caído del viaducto tuvieron que suspender temporalmente la operación, dieciocho horas después del siniestro, debido a las condiciones del agua en la bahía de Chesapeake sobre la que flotaban los escombros del puente derrumbado. Pasadas las 23.30 en España daban con dos de los cadáveres que buscaban. Las víctimas: Alejandro Fernández Fuentes y Dorian Castillo Cabrera.
90 segundos
tuvo la Policía para detener el tráfico sobre el puente de Baltimore tras el aviso de que el carguero 'Dali' navegaba sin control.
La National Transportation Safety Board, la agencia del Gobierno federal responsable de investigar los accidentes en el transporte civil, ha anunciado que parte de su investigación corresponderá a determinar si hubo algún fallo en la estructura del puente de 2.632 metros de largo y un tráfico de unos 35.000 vehículos diarios que permitiera semejante colapso. Este miércoles hizo público un vídeo tomado de día con un dron aéreo sobre el estado en el que quedó la estructura, con una parte desaparecida y otra derrumbada sobre la proa del 'Dali', que embistió a ocho nudos de velocidad tras perder el control del motor. La empresa Grace Ocean, propietaria del carguero, que operaba Synergy Group, la primera con sede en las Islas Vírgenes y la segunda en Singapur, explicó en un comunicado que la tripulación «está cooperando plenamente» con las investigaciones, sin que se sepa si ha sido interrogada o dónde se encuentra.
Mientras las iglesias de Baltimore rezaban para que aparecieran los cadáveres y sus familias encontrasen la paz con algo que enterrar, los camioneros de todo el país hacían cálculos de lo que encarecerá su mercancía la ruta alternativa que tendrán que tomar a partir de ahora cuando recojan contenedores de este puerto, el más importante para vehículos ligeros y el noveno más grande de Estados Unidos. Mazda, Mercedes-Benz y Subaru figuran entre los principales fabricantes de automoción que utilizan esta base. La American Trucking Association estima que eso afectará a 5.000 vehículos diarios que transportan 28.000 millones de dólares en productos. Los que lleven materiales peligrosos tendrán que desviarse casi cincuenta kilómetros, porque no se les permite utilizar los túneles de acceso a la ciudad, con el consiguiente gasto de combustible.
Aunque el Gobierno federal ha prometido ser diligente con la reconstrucción, hay que calcularla en años. Por el momento, la zona portuaria está cerrada a la espera de que se limpie la bahía de escombros, por lo que buena parte de los 265.000 contenedores que recibe por trimestre tendrán que ser llevados ahora a los puertos de Nueva York, Nueva Jersey y Norfolk (Virginia). Más de cuarenta barcos se han quedado atascados dentro del puerto y otros treinta han tenido que ser desviados. Los habitantes de Baltimore saben que pasarán años hasta que se restablezca el paisaje sobre el horizonte, que nunca volverá a ser igual.
Los vecinos de Baltimore trataban este miércoles de sacudirse el 'shock', pero a la mayoría le resultaba «muy difícil entender la vida de la ciudad del último medio siglo sin este puente», reconocía Derrick Moore, un profesor que comparaba su valor como el de Brooklyn en Nueva York.
«Ha sido parte de nuestras vidas. Lo hemos cruzado todos los días, era una parte fundamental de la ciudad», relataba Henry Krhel. «Yo mismo lo vi en construcción cuando era niño. Luego la gente comenzó a cruzarlo como novedad y, más tarde, con orgullo. Para mis hijos ha sido una presencia constante», afirmaba este asesor jurídico, empleado en una naviera de la zona. Maquis Neal, que vive a poca distancia, recordaba el accidente: «La casa tembló. Hubo una ráfaga enorme de viento. Luego se detuvo. Pensé: ¿Es un terremoto? Sólo cinco minutos después, todo fueron sirenas. Todo se estaba volviendo loco».
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