Cada vez que tiene una cámara delante, Donald Trump repite lo mismo: «Este caso es un disparate, aquí no hay caso. Es una persecución política como nunca se ha visto». Las encuestas indican que ese mensaje reiterado ha calado en la población, alimentado también por ... la conclusión unánime de los juristas de que el caso por el que se le juzga en Nueva York es el más débil de los cuatro que tiene abiertos.
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Solo uno de cada tres adultos entrevistados para una encuesta de NORC Center for Public Affairs Reseach, encargada por Associated Press, considera que Trump cometió un delito al pagar a la actriz de porno Stormy Daniels 130.000 dólares para comprar su silencio doce días antes de las elecciones. Los propios manifestantes que protestan contra él estos días a las afueras de los juzgados admiten que hubieran preferido verle frente a la justicia «por su papel en el asalto al Capitolio», opinaba Tim Smith, un artista que estos días completa al aire libre, frente a los juzgados de 100 Center St, un mural sobre los distintos tribunales en los que rinde cuentas.
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Mercedes Gallego
La realidad es que el delito contable del que se le acusa por haber ingresado esos pagos en los libros de contabilidad como honorarios de su abogado hubiera sido una falta leve en el estado de Nueva York, de no ser porque el fiscal Alvin Bragg ha interpretado que con ello intentaba encubrir otro delito, el de no haberlo declarado como gasto de campaña. Un crimen federal del que no ha sido acusado ni Bragg necesita demostrar en el juicio. Gracias a él ha elevado las faltas de Trump a delito grave, lo que conlleva hasta cuatro años de cárcel, y lo multiplica por 32 delitos al haberse dividido el pago en distintos cheques y contabilizar un delito por cada cheque y por cada entrada en los libros.
El perfil de alto relieve que tiene el magnate también ha influido para que el fiscal quiera usarlo de escarnio público. «Manhattan es el hogar del mercado de negocios más importante del país», explicó al anunciar la imputación. «No podemos permitir que las empresas de Nueva York manipulen su contabilidad para encubrir una conducta criminal».
Pese a la debilidad del caso neoyorquino, que puede ser el único que el expresidente enfrente en los tribunales antes de las elecciones de noviembre, la mitad de los estadounidenses considera que Trump quedaría descalificado para ejercer como presidente si resulta condenado. Esa cifra se eleva al 81% cuando se le pregunta a demócratas, disminuye hasta el 15% cuando se trata de republicanos y, lo más importante, se mantiene en torno a la mitad, con el 47%, cuando se trata de votantes independientes.
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Al final, la decisión quedará en manos de los 12 miembros del jurado, que se eligen durante estos primeros días del juicio, y del juez de origen colombiano, Juan Merchan, que determinará la condena. Dado que ninguno de los delitos que enfrenta en este caso son de carácter violento, ni Trump tiene antecedentes criminales, nadie espera que vaya a la cárcel. De hacerlo, solo se ratificaría su teoría de que es víctima de una persecución política. Algo que, dado el alto porcentaje de la población que no ve nada malo en su conducta, podría incluso ayudarle a ganar las elecciones.
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