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El estrecho de Ormuz vuelve a convertirse en centro de disputa entre EE UU e Irán. Este punto estratégico del Golfo por el que sale en buques alrededor de un tercio del crudo mundial ha recibido esta semana a más de 3.000 nuevos soldados ... estadounidenses que han llegado a bordo de los barcos USS Bataan y USS Carter Hall. El objetivo de este refuerzo de tropas en la región es «disuadir la actividad desestabilizadora y reducir las tensiones regionales causadas por el acoso y las incautaciones de buques mercantes por parte de Irán», informó a la agencia AFP el portavoz de la Quinta Flota, comandante Tim Hawkins.
La llegada de los estadounidenses, que en Bahrein tienen la sede de la Quinta Flota, se produjo en medio de informaciones en diarios como 'The Wall Street Journal' sobre un plan de protección para barcos privados. Este periódico reveló que la posibilidad de que los militares embarquen en buques petroleros para darles protección.
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Los iraníes respondieron de manera inmediata. Desde el lado diplomático, Nasser Kanani, portavoz de Exteriores, dijo que «la presencia militar de Estados Unidos en la región nunca ha creado seguridad. Sus intereses siempre los han obligado a alimentar la inestabilidad y la inseguridad. Estamos profundamente convencidos de que los países del Golfo Pérsico son capaces de garantizar su propia seguridad».
El portavoz de la fuerza naval de la república islámica, general Abolfazl Shekarchi, se preguntó ante los medios: «¿Qué tiene que ver el golfo Pérsico, el golfo de Omán y el océano Índico con Estados Unidos? ¿Cuál es su negocio al estar aquí?» A las palabras se sumaron las acciones y el comandante de la fuerza marítima de la Guardia Revolucionaria, Alireza Tangsiri, adelantó a la televisión nacional su orden para equipar sus barcos con aviones no tripulados y misiles de mayor precisión. Estos proyectiles tendrán un alcance de entre 300 y 1.000 kilómetros.
La captura de barcos se ha convertido en un arma más en el pulso que libran estadounidenses e iraníes. La llegada de Joe Biden a la presidencia y su promesa en campaña de volver al pacto nuclear roto de manera unilateral por Donald Trump prometía una etapa de tranquilidad en la región, pero Biden no ha cumplido su palabra, las conversaciones con Teherán están congeladas y se mantienen las sanciones. En los últimos meses Irán ha capturado dos petroleros en estas aguas y EE UU ha hecho lo propio cerca de sus costas con un buque que transportaba crudo iraní y que apresó por violar las sanciones impuestas a la república islámica.
El pacto nuclear no llega y quien aplaude con más fuerza este distanciamiento es Israel, que no acepta ningún tipo de pacto, aunque sea de mínimos. El estado judío se opone de manera frontal a recuperar el texto de 2015 y pide a su aliado que mantenga la política de sanciones y máxima presión. Teherán ha dado pasos que le alejan del documento original, aunque insiste en que son reversibles y volverá a respetar todo lo acordado cuando Estados Unidos levante las sanciones que le impiden vender petróleo.
El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, recibió a una delegación de congresistas demócratas a quienes dejó claro que «lo más importante es producir una amenaza militar creíble para Irán. No queremos un mundo en el que Irán pueda amenazar a Nueva York, Washington o Los Ángeles o cualquier otro punto intermedio con armas nucleares. Ciertamente no vamos a tener un mundo en el que puedan aniquilar a Israel».
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