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«El ELN ha escogido el camino de la guerra y guerra tendrá. Nosotros, el Gobierno, estamos al lado del pueblo». Las palabras de Gustavo Petro, presidente de Colombia, responden a la situación que vive la región del Catatumbo (Norte de Santander), considerada fronteriza con ... el lago de Maracaibo (Venezuela), donde en los últimos días el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha desatado una ola de violencia que ha generado una de las más grandes crisis humanitarias y ha obligado al Ejecutivo a declarar estado de conmoción.
Algunas fuentes aseguran que el ataque del ELN contra líderes sociales, firmantes de paz y civiles ha dejado un saldo de más de 80 muertos y los albergues en todo el Norte de Santander acumulan más de 20.000 desplazados. Asimismo hay un colapso en la morgue de la población de Ocaña. El Gobierno de Petro ha reforzado la zona con más de 600 miembros del ejército para intentar neutralizar a los grupos armados. «Lo sucedido en el Catatumbo no es sino una demostración más, del tránsito de las guerrillas insurgentes hacia las organizaciones narcoarmadas», escribió Petro el lunes.
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Dagoberto Escorcia
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La Fiscalía de Colombia ha abierto cuatro líneas de investigación por la grave situación de violencia y crisis humanitaria en la población del Catatumbo. Investigará los hechos de desplazamiento y desaparición forzada. La confrontación armada entre el ELN y las disidencias de las FARC, y los asesinatos de firmantes de paz y la masacre de una familia en el pueblo de Tibú. Al mismo tiempo, la ONU denunció este martes múltiples violaciones a derechos humanos en la región.
20.000 personas
han tenido que abandonar sus hogares en la región colombiana de Catatumbo, fronteriza con Venezuela, por la ola de violencia desatada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Hace mucho tiempo el escritor colombiano Rafael Humberto Moreno-Durán escribió una frase que no parece querer entrar en el baúl del olvido y que retrata la situación actual: «Sin la muerte, Colombia no daría señales de vida». Gustavo Petro, que alcanzó la presidencia hace tres años bajo la bandera de intentar la paz total en el país parecía estar en el camino de lograr un acuerdo con la guerrilla del ELN. Pero hoy ya no parecen existir guerrilleros con ideales en Colombia, sino organizaciones narcobandoleras, cuyo principal objetivo es el dinero de la droga, controlar los territorios y rutas, y el poder en zonas en las que la población civil está indefensa.
Petro declaró el estado de conmoción interior y de emergencia, pero está pendiente de efectuar el decreto que lo soporte. La medida ya ha sido criticada por el expresidente Juan Manuel Santos, quien declaró a una radio que no había justificación y que se trata de «una figura establecida para confrontar hechos sobrevinientes y ninguno de los que estamos sufriendo son así».
La respuesta de Petro, a través de la red social «X» fue inmediata: «¿Van decenas de muertos y no hay justificación para conmoción interior? Así estamos acostumbrados a la muerte. ¿Prefieren debilitar al Gobierno que detener el narco?». El decreto, que tiene que estar aprobado y firmado por todo el gabinete y supervisado por la Secretaría Jurídica de la Presidencia, solo es válido por un plazo inicial de 90 días, pero puede ser prolongado hasta por nueve meses. En otro comunicado, Petro dice que espera el apoyo del poder judicial.
La situación en Catatumbo es muy delicada, según Luis Fernando Niño, consejero de la región para la paz y la reconciliación. «Estamos en medio de una crisis humanitaria en la que sigue aumentando el número de muertos, desplazados y de confinados», declaró a una radio local. «No hay visos de esperanzas ni de que haya una tregua. La situación es dramática, y gracias a operaciones aéreas estamos rescatando personas que necesitan salir de la zona porque de lo contrario serían asesinadas. Niños, familias enteras. Estamos en una situación de emergencia humanitaria urgente para todo el país», añadió.
Niño ya había anunciado el drama que se vivía en la zona. Durante los diálogos en busca de la paz existió una tregua, pero entre noviembre y diciembre la tensión subió entre los grupos del ELN y las disidencias de las FARC. Las dos organizaciones se culpan de lo que está sucediendo, mientras el Gobierno pide que respeten el derecho humanitario internacional de la población civil, la gran afectada por la violencia. Se ha sabido que 14 disidentes de las FARC se han entregado al ejército durante los combates. Ya escribió Gabriel García Márquez que «las conversaciones de paz en Colombia –con algunas mínimas excepciones- han terminado en conversaciones de sangre».
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