Hace diez años, el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, buscaba sin éxito su tercera reelección. Su campaña política fue a pie de calle. Utilizaba vuelos comerciales para viajar por el país. En las plazas públicas saludaba a los que se encontraba y se mostraba con ... un mínimo acompañamiento de seguridad. Hoy, a sólo un mes de la segunda vuelta de los comicios generales, los dos candidatos que compiten por el Palacio de Carondelet no pueden ni imaginarse algo como lo que hizo el exmandatario -que está exiliado en Bélgica tras ser investigado por la Justicia por un caso de corrupción-. La crisis de inseguridad que golpea al Estado ha volcado a los soldados a las calles mientras los aspirantes al poder prometen acabar con la ola de violencia desde sus refugios, donde intentan al menos llegar con vida a los sufragios, previstos para el 15 de octubre.
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La inseguridad se ha ensañado con el territorio andino, que ya se sitúa como el más peligroso de Sudamérica. Homicidios, extorsiones, secuestros, enfrentamientos entre mafias, culto a narcotraficantes, coches bomba, incluso 'hombres bomba' asolan cada día al país. Los telediarios se llenan de atentados y víctimas que lamentar desde 2019. Antes las muertes violentas no llegaban ni al millar. En lo que va de año, más de 4.200 personas han sido asesinadas.
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Sin embargo, el crimen que colocó a Quito en el punto de mira fue la muerte del candidato presidencial Fernando Villavicencio, tiroteado el 9 de agosto cuando salía de un mítin en la capital. Tras el magnicidio -del que se acusa a la banda 'Los Lobos'- una semana antes de las elecciones, el terror se elevó a niveles sin precedentes. El uso de los chalecos antibalas se ha convertido en la única manera en la que los aspirantes a liderar Quito pueden continuar su campaña.
La correísta Luisa González pese a que se resistió al principio a blindar sus mítines se vio obligada a ceder tras conocerse hace más de una semana que un hombre planeaba asesinarla. Viste chaleco antibalas y permanece rodeada de un fuerte dispositivo militar. Lo mismo ya lo hace desde hace un mes su rival, Daniel Noboa. El joven político fue uno de los primeros en protegerse ante las amenazas de muerte que asegura haber recibido en agosto de cara a la primera vuelta electoral.
Incluso los que perdieron, como es el caso del periodista que reemplazó al candidato fallecido en las papeletas de la primera cita electoral, Christian Zurita, también han tenido que estar en una «cápsula de seguridad». Tras la derrota, el político y amigo personal de Villavicencio, anunció que saldrá de Ecuador luego de recibir amenazas en su contra. «Yo no espero eso para mi vida, tengo que tomarme un tiempo para mí», dijo en una entrevista con el canal Ecuavisa, refiriéndose a que no quiere «pasar todos sus días» con chaleco, casco y en medio de estrictos protocolos de seguridad.
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Como ya sucedió el 20 de agosto, los votantes temen acudir a las urnas y las decisiones se basan en cuál fórmula política ofrece mejores estrategias para luchar contra la violencia. Tanto Daniel Noboa como González apuntan a reformar y mejorar el sistema judicial y la capacidad de las fuerzas del orden para responder a la petición ciudadana de «mano dura» contra las bandas de delincuentes
'Los Lobos', 'Los Choneros', 'Los Tiguerones' o 'Los Chonekillers' son algunos de los principales grupos criminales que operan en el país. Su principal centro de operaciones está en las cárceles. De hecho, en las últimas semanas, las Fuerzas Armadas y la Policía ecuatorianas han realizado al menos siete intervenciones en los centros penitenciarios -gobernados por los cabecillas de las organizaciones ilegales que están tras las rejas- para sacar armas, municiones y explosivos de los centros penitenciarios, ha señalado el Gobierno.
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El actual presidente, Guillermo Lasso, ha reconocido que las políticas adoptadas, especialmente en el sistema penitenciario, han provocado una oleada de reacciones «que pretenden amedrentar al Estado». Sin embargo, ha prometido seguir con este tipo de despliegues hasta que entregue el bastón de mando a su sucesor. En octubre se conocerá si Noboa o González, quien lidera la intención de voto según los medios locales -y quien quedó en primer lugar en la primera vuelta-, le devuelve la paz a una nación afectada por el narcotráfico heredado de sus países vecinos.
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