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Johana Gil
Lunes, 11 de septiembre 2023, 19:01
Medio siglo después del golpe de Estado en Chile, el país sigue dividido entre los que se aferran a sus desaparecidos y fallecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet y los que prefieren poner fin a ese capítulo de la historia. La serie de actos ... para conmemorar los 50 años de la muerte del expresidente Salvador Allende se cerraron ayer con una visita al asaltado Palacio de La Moneda y el recuerdo del último discurso del mandatario derrocado el 11 de septiembre de 1973.
La senadora e hija de Allende, Isabel, entre lágrimas, describió a su padre como un «luchador social». La política defendió que «la memoria es un primer paso para llegar a la verdad, pero necesitamos mucho más para llegar a la Justicia». Una moción también apoyada por el actual mandatario de Chile, Gabriel Boric, que pidió que «la violencia nunca mássustituya el debate democrático».
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El 50 aniversario del golpe de Estado es una oportunidad para «fortalecer la convivencia». «Hoy decimos ante Chile y el mundo: democracia hoy y siempre», indicó este lunes Boric, quien ha tomado protagonismo durante esta última semana al ser el líder del primer Gobierno de izquierda desde que la democracia regresó al Estado y el primer dirigente en participar en la marcha anual para recordar a las víctimas del régimen militar.
Varios presidentes latinoamericanos se unieron a las actividades, entre ellos el dirigente de México, Andrés López Obrador; de Colombia, Gustavo Petro; de Bolivia, Luis Arce, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou. Además, estuvieron expresidentes, como el uruguayo José 'Pepe' Mujica, el colombiano Juan Manuel Santos, el exjefe de Gobierno español Felipe González y la presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Costa Rica y Portugal también enviaron a sus representantes.
Además, se contó con la asistencia del asesor de la Presidencia de Estados Unidos, Christopher Dodd, quien subrayó que «esta visita reafirma el compromiso de Washington con la defensa de la democracia y la protección de los derechos humanos». El país norteamericano ha sido acusado de intervenir en la caída de Allende, sin que haya suficientes evidencias.
Unas 5.000 personas y decenas de organizaciones civiles se manifestaron el domingo por las calles de Santiago de Chile camino al Cementerio General. Por primera vez, los asistentes recorrieron los últimos pasos del fallecido Allende. Incluso pasaron por la puerta peatonal de La Moneda, en la calle Morandé, por donde fue sacado el cadáver del gobernante tras suicidarse.
La manifestación pacífica se vio empañada por un grupo de encapuchados que vandalizaron los exteriores de la sede presidencial y mausoleos en el principal cementerio de Santiago. Al menos once personas -de las cincuenta que participaron en los disturbios- fueron detenidas por destrozar uno de los accesos el palacio y prender fuego a la tumba del exsenador de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) Jaime Guzmán. Pese a que los carabineros intentaron dispersar a la turba con cañones de agua y gases lacrimógenos, los manifestantes se enfrentaron con los agentes. Seis efectivos resultaron heridos. «Desgraciadamente, la conmemoración del 11 de septiembre hace tiempo ha tenido aspectos de violencia callejera», lamentó Boric al reconocer un clima de retroceso entre un resurgimiento de quienes añoran a Pinochet.
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Los incidentes han sido una muestra de la división del país. Mientras las fotografías a blanco y negro de las víctimas se elevaban hacia el cielo durante la marcha, un grupo de vándalos también aprovechaba el desorden de los encapuchados en La Moneda para asaltar algunos comercios. De hecho, más del 50% de los chilenos han optado por olvidar. Según una encuesta de los medios locales, más de la mitad de los ciudadanos se muestren poco o nada interesados en el acontecimiento.
Un escenario que la oposición quiere liderar. Una de las principales figuras políticas de la derecha, el exdiputado José Antonio Kast, afirmó el domingo que «el 11 de septiembre de 1973, Chile escogió la libertad y el país que tenemos hoy es gracias a los hombres y mujeres que se alzaron para impedir la revolución marxista en nuestra tierra». Estas declaraciones han sido rechazadas por el presidente Boric, quien ha arremetido en numerosas ocasiones contra los que intentan «suavizar» a Pinochet, «cuyo gobierno mató, torturó, exilió e hizo desaparecer a quienes pensaban distinto». «Fue también corrupto y ladrón. Cobarde hasta el final, hizo todo lo que estuvo a su alcance por evadir la Justicia».
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