El día D llegó y Javier Gerardo Milei (22/10/1970) asumió este domingo la presidencia de Argentina para los próximos cuatro años. Estaban ansiosos los ciudadanos por conocer los planes del nuevo mandatario. Y tuvieron un avance del momento en el que se encuentra ... su país. Y también lo que les espera. Como diría el tango, la nación hoy es un cambalache. «Ningún Gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros». «Nos han arruinado la vida». «No hay plata», les aseguró Milei.
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Éstas son algunas de las frases pronunciadas por el nuevo mandatario durante el acto de posesión del cargo para el que resultó elegido el pasado noviembre por más de 14,5 millones de compatriotas. En las escalinatas de la Plaza del Congreso, dirigiéndose al pueblo que levantaba las banderas blanquiazules y gritaba consignas de apoyo, y ante el rey Felipe VI y los presidentes de varios países vecinos -entre ellos Volodímir Zelenski, que por primera vez visitaba un país latino-, Milei dibujó un panorama catastrófico, una Argentina en la UVI económica. Fue crítico y dramático al mismo tiempo. Anunció que la nación exigía acciones inmediatas porque no hay alternativas «al ajuste y al shock».
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J. Gómez Peña
Fue duro con el kirchnerismo: «Ningún Gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros. El saliente nos ha dejado plantada una hiperinflación. Una inflación que ya viaja a un ritmo que oscila entre el 20 y 40% mensual. El kirchnerismo, que en sus inicios se jactaba de tener superávit gemelos, hoy nos deja déficit gemelos por 17% del PIB». E incluso hizo una referencia a que el camino señalaba una inflación de 150% anual.
Pero, como no podía ser de otra forma, también tuvo palabras de esperanza. «No todo está perdido», dijo. Y habló de una nación que «lo tiene todo: los recursos, la gente y la capacidad para abrazar las ideas de la libertad». Tras advertir que a corto plazo la situación empeorará, intentó endulzar la situación: «Luego veremos los frutos de nuestros esfuerzos habiendo creado las bases de un crecimiento sólido y sostenible en el tiempo. Hoy comienza una era de paz y prosperidad, una era de libertad y progreso. Hoy termina una larga era de declive y comenzamos la reconstrucción del país».
Era el día de Milei. El día de Argentina. El día más esperado por un pueblo que ha cambiado de signo político precisamente cuando se cumplen cuarenta años de democracia. Ya elegido el ultraliberal Milei, el hombre anticasta, el mandatario próximo a las ideas de Donald Trump y Jair Bolsonaro, al que apoya claramente el líder de Vox, Santiago Abascal, y el presidente que rechaza el comunismo. Era el día en que todos los argentinos querían conocer las medidas de choque, los planes de futuro de su nuevo jefe. Para algunos ciudadanos nunca antes alguien había hecho un discurso en su asunción en el que hubiera anunciado ajustes tan rigurosos y tuviera un respaldo tan grande.
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Ahora habrá que esperar a lo que suceda cuando los recortes comiencen a implantarse. El éxito de Javier Milei dependerá de cuánta efectividad hay en sus palabras y la realidad económica de cada hogar argentino. El presidente anunció un ajuste fiscal en el sector público de cinco puntos del PIB, que caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado. «El nuevo contrato social que eligieron los argentinos propone un país distinto, en donde el Estado no dirige nuestras vidas, sino que vela por nuestros derechos. Un país en el que el que las hace las paga; quien corta la calle, no recibe la asistencia de la sociedad. Un país que dentro de la ley permite todo, pero fuera de la ley no permite nada».
Cuando se refirió a la herencia, Milei dijo que su gabinete no iba a perseguir a nadie, ni a saldar «viejas vendettas o a discutir espacios de poder». E invitó a los dirigentes políticos a sumarse a la nueva Argentina: «Los recibimos con los brazos abiertos. No importa de dónde vengan, qué hayan hecho antes. Lo único que importa es hacia dónde quieren ir».
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Milei no escondió la situación de inseguridad que vive el país: «Argentina, en materia de seguridad, se ha convertido en un baño de sangre. Los delincuentes caminan libres, mientras que los argentinos de bien se encierran tras las rejas. El narcotráfico se apoderó de nuestras calles. Hoy sólo el 3% de los delitos son condenados. Se acabó con el siga siga de los delincuentes».
El presidente, siempre acompañado por su hermana Karina, a la que llama «la jefa», tanto en su llegada al Congreso como en el recorrido que hizo en un coche descapotable recibió el apoyo de miles de argentinos, y de vez en cuando se bajaba para abrazar a alguno de ellos, y también lo hizo para acariciar un perro. Después dio la bienvenida a los invitados extranjeros. El primero en ser recibido fue el Rey de España.
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Una nueva era ha comenzado en Argentina. «Un día empieza y hoy es ese día», concluyó Milei para finalizar con su grito de batalla: «¡Viva la libertad, carajo!», las mismas palabras que dejó escritas en el libro de honor que acompañó con un «Todo por Argentina».
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