Las dudas sobre la transparencia en el proceso electoral de Venezuela se multiplican a medida que se acerca la cita de este domingo. Sin embargo, las presiones externas y la fuerza creciente de la oposición han conseguido doblegar una de las trabas que imponía el ... régimen de Nicolás Maduro. Los apoderados de los partidos contrarios al chavismo podrán finalmente estar presentes en las más de 30.000 mesas de votación.
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«¿Cómo es esto de comicios sin testigos? Lo próximo que dirán es que nada más votan los que ellos quieren», había denunciado María Corina Machado, inhabilitada por la Justicia bolivariana, quien comanda la campaña de Plataforma Unitaria Democrática con Edmundo González como candidato. La líder opositora acusó al Gobierno de Maduro de tratar de «impedir que nuestros testigos tengan sus credenciales para poder hacer su trabajo en la instalación de las mesas electorales».
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Unas 90.000 personas procedentes de las filas opositoras se habían propuesto en todo el país para vigilar el proceso electoral, lo que implica dar su identidad y recibir los correspondientes cursos para poder estar en los centros de votación. Finalmente han conseguido su objetivo y los intentos «del candidato Maduro para que la gran final que se jugará el 28 de julio en la cancha del CNE se juegue con las gradas vacías y sin árbitros» han fracasado, según la oposición. Es decir, al final habrá testigos que den fe de un proceso que, según las últimas encuestas, apunta precisamente al fin del chavismo al colocar a González con una ventaja de 26 puntos.
Pero no observadores internacionales de la UE, al negarse finalmente Caracas a su presencia. Tampoco acudirá el expresidente argentino Alberto Fernández, que este miércoles denunció la falta de «imparcialidad» del proceso. En la red social X añadió que el Gobierno de Maduro le pidió que «desistiera de cumplir con la tarea» encomendada debido a que sus declaraciones ante un medio nacional causaron «molestias» y generaron «dudas». «No comprendo tal malestar. Sólo dije que en una democracia, cuando el pueblo emite su sufragio, 'el que gana, gana y el que pierde, pierde' y si el oficialismo fuera eventualmente derrotado debía aceptar el veredicto popular», agregó.
Varios organismos defensores de los Derechos Humanos habían alertado sobre la inexistencia de garantías institucionales en Venezuela y las dudas sobre unas elecciones democráticas en el país. El régimen de Maduro nunca se ha escondido. En la actual campaña primero inhabilitó a Machado -quien ganó ampliamente las primarias de la oposición- y después impidió que González publicara propaganda electoral en los medios.
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En este sentido, el secretario del Sindicato Nacional de Trabajadores de Prensa, Mario Ruiz, lanzó la voz de alarma: «Estamos a las puertas de un gran 'blockout' informativo en Venezuela». Acusó a la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de ser «un brazo político del régimen». Durante la campaña, que comenzó el 4 de julio, se han bloqueado doce medios y el único periódico impreso que sobrevive por pertenecer al régimen es 'Últimas noticias', que da a Maduro ganador en todas sus prospecciones.
En el lado del Gobierno, Jorge Rodríguez, jefe de campaña de Maduro y presidente de la Asamblea Nacional, intentó salir al paso de las críticas. «Cómo no vamos a respetar los resultados si vamos a ganar y lo vamos a celebrar en las calles con el pueblo de Venezuela», planteó. Diosdado Cabello, mano derecha del presidente, hizo referencia también a las dudas sobre la legalidad de los comicios: «Deberían venir para que aprendan cómo se hacen unas elecciones», aseguró.
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