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Un gran paso dio Colombia este viernes hacia el objetivo de conseguir la paz total. El 3 de agosto arrancará la implementación plena del cese del fuego bilateral, nacional y temporal entre el Gobierno y el grupo guerrillero ELN (Ejército de Liberación Nacional). «Voy a ... Cuba, voy a algo que puede ser muy importante para Colombia. Voy a firmar un papel que puede significar el comienzo sin retroceso de una era de paz para este país», anunció el presidente, Gustavo Petro, durante las marchas que convocó el pasado miércoles para apoyar los proyectos de reforma que prometió durante su campaña hacia la jefatura del Estado. Lo consiguió. El fin de las hostilidades con el ELN es considerado como la parte principal del proyecto de paz total que persigue el mandatario.
El proceso de alistamiento se instaló en el mismo momento de la firma y, en un proceso gradual determina que se extenderá hasta el 5 de julio, con la instalación de un mecanismo de comunicación entre las partes, a través del representante de la ONU en Colombia. El cese de operaciones ofensivas entrará en vigor el próximo 6 de julio.
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El acuerdo sin precedentes de alto el fuego con el ELN al que llegaron las partes tiene como objeto generar las condiciones necesarias para que la población civil -los liderazgos sociales, los pueblos étnicos, las mujeres, los defensores de derechos humanos- ejerza sus derechos con libertad en sus propios territorios.
En su comunicado, el ELN dice que «el cese durará, preliminarmente, 180 días y contará con un mecanismo de monitoreo y verificación acompañado por Naciones Unidas, la iglesia católica, los países garantes y delegados de la sociedad civil. El desescalamiento del conflicto al que conllevará el cese bilateral de fuegos permitirá el ejercicio participativo de las comunidades en el proceso, así como la implementación de dinámicas y acciones humanitarias en los territorios más afectados por la conflictividad armada».
Así quedó contemplado en el documento suscrito entre el presidente de la República, Gustavo Petro y el comandante del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, alias Gabino, los países garantes y las partes acompañantes, y que leyó en su integridad el canciller cubano, Bruno Rodríguez, quien representa al Gobierno de la isla, Estado que es garante del proceso de paz.
En México, durante la segunda jornada de diálogo el pasado 13 de febrero, el ELN manifestó su contrariedad por la ligereza mostrada por Petro y exigió a la mesa respetar los pactos acordados para efectuar los anuncios de forma bilateral. Tras casi un mes de negociaciones en el territorio azteca, Gobierno y ELN anunciaron unos principios de acuerdos. Otty Patiño, principal cabeza del equipo negociador por parte del Gobierno de Petro, manifestó la necesidad de que tanto el alto al fuego y la participación ciudadana en el proceso deberían ir juntas: «Entre más baje el ruido de las armas, más deben subir las voces de la gente que quiere construir la paz», dijo.
Pero tal como dice Petro, hacer la guerra resulta más fácil que hacer la paz, y solo unos días después de esta declaración de buenas intenciones, un comando del ELN mató a diez soldados y dejó ocho heridos en un ataque a una patrulla en el Norte de Santander. Entonces el presidente colombiano dudó de la paz que persigue el grupo guerrillero. Y le exigió que manifestara si su voluntad en el proceso de paz tenía como único objetivo fortalecerse militarmente: «No vamos a pactar treguas o alivios temporales, solo permanentes», advirtió el mandatario.
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Llegado a este primer acuerdo, la siguiente mesa de diálogo, que seguramente se desarrollará en Colombia, está previsto que las dos partes negocien el punto de la democracia para la paz y cómo se repara económicamente a las víctimas.
El cese al fuego con el ELN significa un punto de paz y de credibilidad para Gustavo Petro, que está pasando por un vendaval político en Colombia, que tiene como protagonistas a varios compañeros con los que alcanzó la presidencia. Ha destituido a la jefa de gabinete, Laura Sarabia, y también a Armando Benedetti, el embajador que había nombrado para reanudar las conversaciones con Venezuela.
Benedetti, considerado un político tóxico, se marchó dejando unos audios en los que dejaba sembrado un semillero de dudas sobre la financiación de la campaña presidencial de Petro. Poco después abandonó el país pidiendo a la Fiscalía que tomara medidas urgentes de protección tanto para él como para su familia porque había recibido amenazas de personas muy poderosas. Benedetti también efectuó una declaración en sus redes sociales que podía definir perfectamente el tipo de político que es: «He sido parte fundamental del actual proyecto político del presidente Petro. Sin embargo, no satisfecho con lo que me correspondió políticamente, en un acto de debilidad y tristeza me dejé llevar por la rabia y el trago».
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